Nadie podía imaginar que un cóctel llamado Cuba libre resumiría una buena parte de la historia de la isla. Mucho menos que ese sería el pedido de un pueblo asfixiado por una dictadura a más de un siglo de su invención.
La mezcla de ron con Coca-Cola, hielo y un poco de jugo de limón no tiene una fecha de nacimiento precisa, aunque tiene una clara relación con los tiempos cuando la isla era una colonia española. El pueblo cubano tuvo varios intentos frustrados de independencia y no fue sino hasta 1898 cuando se comenzaron a ver destellos de libertad. En ese año estalla el acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana, el atentado se atribuyó a los españoles y, en consecuencia, Estados Unidos declaró la guerra a España. El enfrentamiento se llevó a cabo en tierras cubanas. La leyenda, transmitida por tradición oral, cuenta que tras la victoria de Estados Unidos la liberación de Cuba de las manos españolas no se hizo esperar y la isla pasó a manos estadounidenses. Estados Unidos ocupó la isla de 1898 a 1902, tiempo en el que se comenzó a vender el refresco Coca Cola en la isla y por esos años surge el cóctel más icónico de la isla. Pasado más de un siglo el grito sigue siendo el mismo, Cuba Libre, pero no del yugo español sino de las garras de los tiranos que viven a cuerpo de rey, con el beneplácito de muchos compañeros de ideología, mientras el pueblo languidece en la miseria.
Más cercano a nosotros en el tiempo podemos ver qué el nombre del trago da título de una canción de Gloria Stefan en la que se refleja el deseo de muchos exiliados de la dictadura, el poder ver a su tierra libre para que la gente pueda bailar lejos de la opresión de la dictadura.
Lo sucedido hace un año y repetido el pasado 11J no es otra cosa que la justa rebelión de un pueblo contra el régimen castrocomunista que ha usurpado la soberanía del pueblo y que cree a pies juntillas que las personas son objetos y no sujetos de derechos.
El grito de Patria y Vida esgrimido por la población, dentro y fuera, de la isla cárcel es el justo reclamo ante un régimen que les ha robado todo, sus familias, su dignidad, la posibilidad de prosperar, de expresarse y que está harto de aguantar en silencio las vejaciones a las que son sometidos. Ante esto el régimen no tiene otra manera de defenderse que persiguiendo a sus propios ciudadanos aplicando a rajatabla mecanismos jurídicos que violan el artículo 40 de la Constitución de la República de Cuba (“Las disposiciones legales, gubernativas o de cualquier otro orden que regulen el ejercicio de los derechos que esta Constitución garantiza, serán nulas si los disminuyen, restringen o adulteran.”) y solo demuestra la desesperación de unos pocos por mantenerse en el poder. Estamos ante un régimen que intenta rendir a sus propios ciudadanos mediante el miedo, el cansancio, el hambre y la desesperación, mientras del otro lado los socios del régimen que gozan de una democracia plena se debaten entre la complicidad explícita y la cobardía descarada, se los ve haciendo morisquetas e intentando calificar de “democracia diferente” al régimen que hambrea y condena a su población a morir en silencio.
Con todo esto a la vista podemos dolorosamente afirmar que el régimen castrocomunista ha llevado al país al punto sin retorno de una grave crisis humanitaria y a un modelo de estado totalmente fallido.
Aún con todo este panorama a la vista vemos claramente qur el miedo no sigue impregnado en las entrañas de los cubanos que tuvieron que irse y hoy marchan hartos de los apagones, del hambre, de las colas. El miedo no encuentra lugar en los corazones de aquellos que siguen en la isla cárcel y que hacen de cada día un 11J o de aquellas madres que buscan vestidas de blanco a sus hijos o lo que quede de ellos para poder llorarlos dignamente.
Cuba Libre o Patria y Vida, el reclamo es el mismo, libertad y dignidad para poder vivir en paz.
Llegado a este punto debemos recordar que los uruguayos somos un pueblo amante de la libertad, de la democracia y de las garantías que otorga un Estado de derecho, esto nos coloca en la obligación de tender la mano a aquellos que lo perdieron todo, que eligen a nuestro país para vivir por no poder vivir en el suyo pero que al igual que Gloria Stefan añoran vivir en su tierra. Los cubanos no reclaman más honor que ese.
Historia de un cóctel, historia de una sociedad, historia de un país.
No me hubiera imaginado jamás una combinación así en un artículo, me llega por Whatsapp y a una sorpresa de las agradables ver algo así entre toda la montonera de hoy en día.