El cambio que la gente no votó

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Por Anonimous

La última elección nacional estuvo dominada por el deseo de cambio de la situación de un electorado que trajo al gobierno a la coalición multicolor. Desde aquel grandioso movimiento de ciudadanos auto convocados en Durazno en el ya lejano Enero de 2018, el sentir ciudadano fue canalizando el descontento hasta lograr formar gobierno con mayorías parlamentarias. La gente le dio un cheque en blanco a la coalición pero con fecha diferida, 30 de Octubre de 2024. El clamor se resume en el deseo de soltarle los brazos al agro, usando una expresión de Don Luis Romero Álvarez, que gentilmente me permite estribar para esta columna en su artículo reciente ¨Modelos de desarrollo¨ publicado en el Diario El Observador. Surgen algunas reflexiones a propósito de esa nota.

El clamor del Duraznaso pasó por el pedido básico de bajar el precio del Gas Oil a la producción nacional. Ese era el gran secreto para empezar a funcionar, para parar el cierre de empresas rurales y del Interior del País. Frente a un gobierno voraz, que no cesaba de exigir más y más impuestos, el pedido era humilde: por favor, bajen el precio del Gas Oil para la producción, acuérdense de donde está la riqueza del país, el motor del desarrollo. El segundo reclamo, entre otros era el de bajar impuestos, además que la tan mentada bancarización no fuera discriminatoria con los pequeños pueblos, que dejase de ser obligatoria. Era casi un ruego, un pedido humilde para parar de fundir empresas. El Gobierno del frente amplio hizo oídos sordos.

El partido político que mejor supo interpretar este malestar general que crecía, salió victorioso en las elecciones de Octubre de 2019. La Coalición victoriosa signó un documento político que plasma este compromiso por el cambio que la gente votó. Cincuenta y seis diputados y 17 senadores, según el ¨Compromiso por el País¨. ¨Todos juntos podemos ofrecer al país lo que nadie más está en condiciones de ofrecer¨, rezaba el texto y seguía, ¨una mayoría parlamentaria que permita gobernar con fluidez y una variedad de enfoques y sensibilidades que nos ayude a dar mejores respuestas¨. Se puede decir que ese compromiso por Uruguay nos juntó a todos en un momento fulgurante de la historia uruguaya. Al menos a todos los que estábamos hartos de huelgas y de sindicalismo dictatorial, de impuestos abusivos, de acomodos y robos. Cómo dicen en España, formamos gobierno y llegaba la hora de actuar en consecuencia.

El 13 de Marzo de 2020 la pandemia nos maniató, nos encerró en casa, nos llenó de miedos fundados y de paranoias. La crisis fue conducida de manera brillante y generó elogios a nivel global, luego los números siempre crecientes de infectados y fallecidos nos han mantenido encerrados. Se apeló a la libertad con responsabilidad a ultranza, demostrando que son los principios los que mandan y no las circunstancias, que cuando hay valores se puede enfrentar cualquier adversidad con fortaleza y con la frente en alto, con unidad y solidaridad, con hidalguía y mostrando la mejor versión de lo humano.

Pasó el primer año de gobierno y el país ahorró 600 de los 900 millones de dólares que había prometido, a pesar de todo lo sucedido y la enorme ayuda social, bien administrada y coherentemente organizada que se prestó. Pero nos asomamos al tiempo en que la vida sí o sí debe continuar. El tren de la economía mundial ha prendido los motores y es hora de subirnos y elegir el mejor asiento, porque estamos vestidos para la fiesta, enteros y contentos. La pregunta que muchos nos hacemos es ¿Cuál es el modelo de país que nos planteará el nuevo gobierno, luego de pasado el vendaval de la pandemia? ¿Seguiremos navegando en un barco que soporta el peso de un Estado que continuará creciendo y abarcando más y más porción de la economía nacional y regulando más, e imponiendo más carga tributaria? ¿Será la iniciativa ciudadana la que impulse las velas de la economía? ¿Más comunismo al compás de Latinoamérica o más Liberalismo principista con un toque de nacionalismo humanitario como expresa el compromiso acordado? ¿Apertura de mercados o globalización al compás de la agenda 2030 de la ONU para la gobernanza mundial, mientras seguimos atados al Mercosur y sus restricciones? ¿Iremos por el camino de Chile con su nueva constituyente de mayoría marxista, impulsada en un ataque social que en tres meses terminó con la perla de América Latina? ¿Seremos capaces de remontar corriente arriba con nuestra barcaza, al estilo de los Treinta y tres?

Para proponer un camino, una estrategia hacia el cambio que la gente votó y basado en la descripción de dos modelos que hace en el referido artículo Luis Romero Álvarez, entendamos primero el modelo de producción de materias primas que nos condena a la mediocridad, al decir del célebre Contador don Enrique Iglesias. A ese modelo antepone, ofrece como opción el modelo de la sociedad del conocimiento. La solución ideal sería invertir en educación y en innovación de manera potente y permanente en el tiempo, pero Uruguay carece del capital para hacerlo y por eso debería poner el foco primero en el desarrollo de las actividades que el país ha hecho bien hasta hoy, seguir produciendo materias primas, pero multiplicando por diez lo producido actualmente y abarcando áreas descuidadas como la pesca y la minería, sin miedos ni prejuicios y con responsabilidad, esa que ha estado ausente estos quince años del frente. Es decir ser mejores en lo que ya hemos aprendido a hacer bien, capitalizando el tiempo y el trabajo invertido en 200 años, para generar la riqueza que precisamos y después sí invertir en el salto cualitativo que se hace urgentísimo. Acumular capital para producir el salto invirtiendo luego de generada la riqueza de las familias y por ende, del erario público.Se trata de una manera de crecer a la uruguaya, todos juntos y no el estado a costillas de la clase media como ha sido el sistema de todos los totalitarismos, empezando por las monarquías medievales, no siempre vistas como explotadoras, aunque lo fueron de su propio pueblo.

Una vez generado el capital, poner en prioridad el invertir en investigación y en conocimiento acorde a los tiempos, de manera cuantiosa, sustentable y de largo plazo y alineando la educación a esos saberes emergentes, acompañando el cambio con los valores de trabajo y honestidad, que junto a la solidaridad nos caracterizan como sociedad. Dando el ejemplo desde el gobierno. Se viene perfilando bien la acción de los parlamentarios pero hay que concretar. El primer paso en ese camino es optar por la iniciativa ciudadana, ese es el cambio que la gente votó. Hay que quitarle el freno a la economía, bajando impuestos a nuestra producción y disminuyendo el costo del Estado. No podemos seguir con un Estado que gasta en generar empleo improductivo e ineficiente, sin proyecto, como no sea palear el hambre. Es imposible seguir trasladando a la producción los costos de la ineficiencia estatal. No se puede favorecer la inversión extranjera y ahogar la producción nacional, discriminándola. La sensación del joven emprendedor es que en Uruguay no hay espacio para él y entonces o se va al exterior, si tiene cómo o busca un empleo rentado por el Estado o se hace sindicalista para cobrar sin trabajar. Esos son los incentivos que da el panorama actual y más de lo mismo con leves retoques sería el cambio que la gente no votó.

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