Para Robert Higgs las crisis constituyen climas de pánico propicios para que el Estado se expanda, no solo en aquellas funciones que ya se reputaban socialmente legítimas en el periodo pre-crisis, sino también en aquellas otras funciones que previamente habrían sido un exceso, pero que, al socaire de la crisis, son toleradas por la ciudadanía. Es lo que Higgs denomina “efecto trinquete”: las crisis proporcionan al sistema político ventanas de oportunidad para ampliar potestades sobre la sociedad y esas nuevas potestades, no retroceden jamás, o peor, avanzan convirtiéndose en autocracias.De actuar originalmente como Estados gendarmes encargados de velar únicamente por la seguridad de sus ciudadanos, se han acabado convirtiendo en Estados paternalistas que tratan a sus ciudadanos como menores de edad en la inmensa mayoría de aspectos de sus vidas.
Previo a la pandemia, actores políticos y del mundo económico, estaban ocupados en desarrollar un sistema universal de impuestos que restringiera la soberanía fiscal de aquellos países que optaran por reducir la carga tributaria para atraer inversores, dar trabajo, y generar genuino desarrollo en educación, seguridad, infraestructura, etc. Mientras los Demócratas de Biden volvieron “mejores”, ampliando en billones de dólares el gasto público americano, propicia una violenta reacción contra esos actos de independencia soberana de bajar el gasto y reducir impuestos. La política expansionista del gasto, inevitablemente, como sabemos de sobra los latinoamericanos, aumenta la deuda, genera emisión sin respaldo en valor, y el colofón, una inflación de precios récord, que alcanza el 8,5%, la mayor en cuatro décadas. Biden y sus muchachos no podían dejar que empresas de gran porte abandonaran el territorio fiscal americano, para pagar un menor costo impositivo, por ejemplo en Irlanda.Hay quienes de dicen demócratas, pero actúan como totalitarios. Cuando asumen el gobierno amplían el radio de acción del Estado, derrochando dinero del contribuyente como si fuera propio. No se dicen socialistas, pero,consiguen el mismo resultado. Con idéntica impudicia,siempre, la culpa es de los otros.
La “pandemia” constituía una oportunidad para justificar implantar un modelo supra-nacional, híper-estatalizado, la crisis se manipula para promover unaagenda ideológica. Da argumentos a los reseteadores, para revivir al ogro filantrópico, pese a la caída de su máximo exponente: la economía soviética.Siempre allí donde el socialismo, de malos o buenos modales, intentó aplicarlas fue un desastre en lo económico, en lo social, y además se cargó la vida de 150 millones de personas. Es preocupante que quieran construir un “relato” que incremente todavía más los poderes extraordinarios del Estado sobre la sociedad universal: lo dramático es que ningún político se está ocupado en desmontarlo. Y cuando quieran darse cuenta, todos seremos rehenes del mismo. No les preocupan los países o gobiernos que brutalmente cargan con más deuda, impuestos, endeudamiento y hambre a sus pueblos. Tampoco la acción de tiranos que violan los derechos de sus pueblos, con los que negocian cuando les interesa.La casta del “primer mundo”, y la burocracia mejor paga del “viejo mundo” están ocupadas en desmantelar acciones políticas que apuntan a mejorar la condición de sus pueblos, bajando impuestos para incorporar inversión, dar empleo y mejorar sus condiciones sociales. Las empresas que reciben beneficios políticos tendrían que reclamar que sus gobiernos también bajaran el gasto público insoportable, los impuestos, el endeudamiento, y el uso promiscuo de la moneda (en especial la que se usa para las transacciones impor-export). Pero les resulta mejor armar lobby y mantenerse prendidos de la teta del poder, que emigrar a “paraísos tributarios”. El agujero fiscal que dejan las empresas que reducen costos para servir mejor al cliente, implica al gobierno quedar más expuesto en sus excesos populistas.Además, si varios países asumen como política de Estado el orden fiscal, conspiran contra los organismos internacionales de crédito, que viven de su endeudamiento. Argentina firmó un “reperfilamiento” de su deuda con el FMI por 45.000 millones, que ambas partes saben que no se va a pagar nunca; el gobierno no puede admitirlo, y tampoco los burócratas bien pagos, que autorizaron el préstamo pueden tirar a pérdida, exponiendo su “error”.
El “Foro Económico Mundial”, propone la necesidad de poner en marcha el “gran reseteo”. Este nuevo teatro lo forman la Unión Europea, desbordada de socialistas bien pagos; la Administración Biden-Sanders, generosos benefactores con bolsillos ajenos; la Fundación Gates (Bill y ex Melinda) que pasó de lo tecno a oráculo de pandemias; y empresarios estrechamente vinculados al poder. Este consorcio nos quieren convencer de que nuestros dirigenteslocales han vuelto a fallar, pero que ellos están dispuestos a dirigirnos infaliblemente hacia la plena felicidad.Lo que nos ofrecen es un gran hermano tributario internacional. Sostienen que estamos sumidos en una situación desesperada; hemos perdido el sentido de las cosas; deambulamos por las calles sin orden ni concierto, cada uno haciendo lo que le da la gana. Ursula Gertrud Albrecht de Von der Leyen, actual presidente de la Comisión Europea, dijo: “Estamos redescubriendo el valor de la cooperación global”. No la cooperación internacional, pues implicaría únicamente a las naciones que fueran democráticas, y a sus respectivos pueblos libres; “…hay una vieja palabra, que retrata exactamente dónde estamos: ‘respair’, que en inglés “significa la vuelta de la esperanza tras un período de desesperación”. La incidencia del COVID 19, que es lo que justifica este discurso, no se puede comparar con las guerras europeas que asolaron el continente y que daban sentido al término ‘respair’. Imponen el reinicio con urgencia,no tenemos que esperar a la siguiente crisis, “porque no está claro que para entonces hayamos aprendido las lecciones”. Viejo argumento para dominarnos de aquí en más. No es cierto que estemos ante “una oportunidad sin precedentes”; hay infinidad de precedentes en los que la clase política aprovechó para marcarnos el paso. John Kerry ha dicho que en este mundo loco “todo se ha vuelto más rápido, a excepción del Gobierno”. Los gobiernos actúan maniatados por la incapacidad de los pueblos de darse cuenta de los grandes retos a que nos enfrentamos. Es necesaria una actuación decisiva y acelerada. Necesitamos un reinicio del sistema de gobierno, que permita que una propuesta de la ONU se convierta en acción del Ejecutivo sin las “ineficiencias” del sistema democrático, y de nuestra libertad económica. Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, ha dicho: “El fundamentalismo del libre mercadoha erosionado los derechos de los trabajadores y la seguridad económica, ha desencadenado una carrera desreguladora hacia el fondo y una competencia fiscal ruinosa, y ha permitido el surgimiento de nuevos monopolios globales masivos”. Schwab no acepta la competencia fiscal entre países,quiere una fiscalidad universal.La fiscalidad, paradójicamente,es “ruinosa” para los gobiernos insaciables de nuestra renta y riqueza; y es ruinosa, para ellos, cuando decrece, creando una competencia entre los países para atraer empresas. El objetivo del Foro es, en definitiva, sumarle más impuestos internacionales a cada gobierno nacional para seguir pagando la “fiesta” del dispendio internacional de dinero. Quitar más recursos de quienes con esfuerzo los producen; y obligar a los gobiernos que bajan impuestos para generar inversión, a subir la carga tributaria. Hay políticos y personas con poder económico, que se creen que el dinero que se gana cada individuo trabajando es de libre disposición. No admite restricciones presupuestales, regresiones productivas, ni limitantes jurídicas, éticas ni morales. Ser representante electo o un integrante de la sociedad exige respetar a quien lo eligió y a sus conciudadanos. Parece que tuvieran una vocación suicida, no asimilan los ejemplos de emigrantes desesperados de tiranías, hambrunas, ni el odio que generan represiones a justas rebeldías contra el poder arbitrario.
Aún, si mantuviéramos nuestro propio desorden en este nivel que se resiste a una profunda revisión de gastos sin justificación, sería menos gravoso, que soportar adicionalmente la carga de gobiernos, burócratas y empresas prebendarias internacionales, que no aceptan la competencia como forma de obtener un espacio económico legítimo.Es cierto, en nuestro caso, que sólo en crisis hemos podido adoptar medidas políticas correctivas del abuso del gasto, y su consecuencia, el abuso impositivo. Luego de 15 años de la izquierda en el gobierno, ha quedado el tendal de capacidades blandas, deseducación laboral, derecho al asistencialismo permanente, distribución de cargos públicos ideológicamente clientelista, una educación raquítica que impide la movilidad social, y un reduccionismo, emprender es una velita al socialismo que se apaga cuando la izquierda pierde. El país no está gobernado por políticos con decisión de explicar la urgencia del ajuste ordenado del gasto público. No se ha llegado a conseguir eficienciay eficacia. Pervivimos en el pasado del despojo, el acomodo, el poder por el poder mismo, inútiles ocupando cargos en los que se enriquecen cuando son gobierno, y duran y sobreviven en un cargo inventado cuando son oposición. El sistema privado se comporta acorde a las señales del sistema político, empresarios, sindicatos y aún buena parte de la sociedad, justifican sus exigencias de asistencialismo en que plata siempre hay. Desde la izquierda, se utiliza la falta de resultados como justificativo del retorno. Aunque sea hacia un gobierno totalitario, que extreme las necesidades al límite, conculque libertades, genere consignas disolventes y facilite las acciones del narcoterrorismo. Los argumentos de los reseteadores globales dan mayor fundamento a estas ideologías extremas de que se necesita un cambio.No precisamente el que plantean unos y otros. Un gobierno serio, honesto, firme, democrático, que discipline y ordene la organización departamental, se discipline a sí mismo, que no reparta lo que no pueden razonablemente recaudar, que sea prolijo y ordenado, que no cocine a impuestos a la sociedad para financiar utopías a pérdida, es la única manera de conseguir inversiones, empleo, que administre con prudencia, que cierre las empresas del Estado deficitarias, que no robe ni busque impunidad, que eche a propios y extraños que roben, dilapiden, incurran en nepotismo o se asocien con empresarios y sindicalistas ladrones. Y que no tenga amigos. Tal gobierno, necesita tener una población que lo vote. Que deje de pedirle que le garantice felicidad, fortuna, riqueza, casas baratas con crédito sin interés, tarifas por debajo del precio internacional, sueldos generosos sin producir o sin trabajar, subsidios, ingreso salarial irrestricto, recibirse sin estudiar.
El hipócrita reseteo universalpretende sumar al contribuyente insatisfecho con su gobierno,el efecto global de la inflación deliberada producida por el efecto combinado de la Fed, el FMI y la UE que necesitan licuar su fracaso y asegurar la continuidad de su ceocracia, complaciendo al facilismo cortoplacista socialista igualador y redistribuidor.
Si hubiera un sistema político nacional e internacional, una generación de políticos, una sociedad capaz de gobernar sin estafar; si hubiera un gobierno capaz de concentrarse en bajar el gasto y el robo, podríamos salvar, una vez más, la Institucionalidad democrática, la independencia, la libertad, y vivir en sociedades realmente prósperas.