EL HORARIO DOCENTE NO ES DE “4 HORAS”. Por Marcelo Martín Olivera

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Históricamente, la figura del docente ha sido objeto de diversas percepciones erróneas que subestiman nuestra labor y compromiso. Recientemente, estas nociones despectivas resurgieron en declaraciones de un diputado suplente del Partido Colorado, quien repitió el desacertado argumento de que los docentes trabajamos solamente «4 horas» . Sin embargo, es crucial entender que estas afirmaciones son más que simples desinformaciones; constituyen una falta de respeto hacia la profesión docente y hacia los que dedicamos horas de nuestras vidas a la educación. Me tomo el atrevimiento de incluirme ya que soy hijo de la educación pública, con un historial de excelentes docentes en todos los niveles y estoy haciendo mis prácticas como futuro docente.

Es lamentable que la falacia de las “4 horas” venga de un representante político electo, sobre todo considerando el papel histórico del Partido Colorado en la formación del sistema educativo uruguayo, a través de la reforma vareliana iniciada en 1876.

La realidad es que la labor docente va mucho más allá de las horas frente al aula. Es importante desmitificar la idea de que los docentes trabajamos durante el tiempo que estamos en clase; la preparación de materiales, la corrección de tareas, la evaluación de estudiantes y el constante perfeccionamiento profesional son solo algunas de las responsabilidades que los docentes llevan a cabo fuera del horario escolar. Es evidente que con un horario oficial de «4 horas», la tarea docente se extiende mucho más allá de este período, a menudo sin reconocimiento ni compensación adecuados.

Es fundamental desafiar estas percepciones erróneas y reconocer la verdadera dedicación y sacrificio que implica ser docente.

Mi compromiso va más allá de lo que dicta un horario oficial. Soy el mentor que acompaña el camino del estudiante, ofreciendo apoyo emocional y académico cuando más lo necesitan. También soy el promotor de actividades extracurriculares, el facilitador del trabajo en equipo y el defensor de la diversidad de aprendizajes y creencias en el aula.

Cada vez que puedo estoy presente en el patio, cuidando a mis alumnos y brindándoles orientación cuando lo requieren. Mi compromiso es con mis estudiantes y con su progreso personal, con la concreción de sus metas.

Además de ser docente, soy un eterno estudiante. Reconozco la importancia de seguir aprendiendo y creciendo profesionalmente. Me preparo para ser no solo un transmisor de conocimiento, sino también un facilitador del desarrollo integral de mis alumnos. Soy el pintor de aulas, el abogado que negocia, el economista que administra recursos, y mucho más.

Mi compromiso con la educación va más allá de las palabras; se refleja en cada acción que emprendo dentro y fuera del aula. Ser docente va más allá de impartir conocimientos; implica ser un guía, un mentor y un modelo a seguir para todos los estudiantes.

Pero ya que hablamos de sueldos, nunca nadie me explicó (de ningún partido) porque un diputado y un senador ganan lo que ganan. Me imagino que no faltará nunca y que su tarea no es menospreciada por la sociedad.

Mientras los docentes somos el chivo expiatorio de muchas fallas de quienes usan la educación como plataforma electoral, otros sectores disfrutan de privilegios excesivos sin ser sometidos al mismo escrutinio.

El trabajo docente debe ser valorado por su aporte a la sociedad, somos los albañiles que trazamos los primeros cimientos en la personalidad de nuestros alumnos fuera de su círculo familiar, construimos bases sólidas para su desarrollo futuro. Actuamos como enfermeros, cuidando y curando las heridas, tanto físicas como emocionales, heridas que surgen en el transcurso de su educación, brindando apoyo y consuelo cuando más lo necesitan. Asimismo, desempeñamos el papel de psicólogos, escuchando atentamente sus preocupaciones y ofreciendo consejos y orientación para ayudarles a enfrentar los desafíos de la vida.

Somos los artífices del futuro, moldeamos y guiamos a las generaciones venideras hacia su máximo potencial. Por eso mismo perdemos las elecciones, por eso los colorados estamos al punto de la extinción, por mantener estereotipos sociales incorrectos, por mantener la incorrección política selectiva de ofenderse al son de lo que da votos y no de lo que la sociedad necesita.

Esa sumatoria de factores, nos aleja de las bases de nuestra historia. Una historia marcada por el progreso y hoy sometida a una agenda electoral de quinquenios.

Por no querer reconocer esa realidad, se sincericidan. Sincericidio que no le interesa absolutamente a nadie.

¿Quieren un dato más incómodo? La educación que damos los docentes incluye a los diputados suplentes.

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