El Ministro de Defensa no quiere otorgar prisión domiciliaria a los mayores de 65 años porque entiende que «divide a los uruguayos».
¿De qué división habla? ¿Tira más leña al fuego en una discusión iniciada en 1985 y aún no terminada?
No es eso lo que divide a los uruguayos, sino la omisión de establecer claramente cuál es la misión del Ejército Nacional en lo pertinente a la Defensa Nacional.
No es su exclusiva culpa, vale aclarar. Ha ocurrido con todos los gobiernos.
Si lo hiciera, se podrían determinar las tareas «subsidiarias» de apoyo al
bien común y no sería posible emplear al Personal Militar como mano de obra barata para hacer demagogia o salvar del trance a las autoridades cuando el Ejército cumple tareas que otros no quieren hacer.
El Ejército es una institución gubernamental, pero han sido precisamente los políticos de turno quienes lo han desintegrado y puesto en desbandada a sus miembros.
El Ministro de Defensa es quien ejerce el poder político y así lo reconocen sin lugar a dudas las autoridades militares. El poder político debe estar siempre por encima del poder militar. En eso no hay dudas, pero de todas formas se siembran incertidumbres y siempre alguien se aprovecha, no para beneficio del militar, sino para denostarlo.
Y a partir de ese punto es cuando surge la división entre » civiles» y » militares» pero por omisión del estamento político, cuyos miembros no conocen absolutamente nada de Defensa Nacional y no saben cuál es la función de un ejército.
La población civil tampoco lo sabe y menos aún lo sabrán si los gobernantes (de todos los pelos y divisas) nunca supieron hacerlo.
Y el Ejército Nacional pasa a ser visto como un » montón de milicos engordando en los cuarteles» y si la seguridad llega a un estado calamitoso se pide » que salgan los milicos a la calle».
Es momento de analizar esos puntos y trazar Políticas de Estado (no políticas de gobierno) que precisamente terminaran esas diferencias.