El que avisa no traiciona…

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Por: Fabricio Rodríguez.

Jorge Luis Borges decía que “la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”, y hace unas semanas atrás el Gobierno Nacional, representado por el Gobierno de la Educación tuvo su primer revés electoral. 

¿Por qué decimos que fue ANEP-CODICEN quien tuvo el revés y no las listas “no sindicales”? Es debido a que eran evidentes los contactos que tenían las distintas listas opositoras al sindicalismo con los partidos políticos que hoy gobiernan en coalición el país, nota suficiente es la lista 4, fundada años atrás por un docente tacuaremboense, mismo que hoy preside la ANEP-CODICEN, quien fuera ex candidato a vicepresidente de la república de la fórmula colorada. Mismo caso, sucede en la lista 3, donde alguno de sus miembros titulares y suplentes habían sido partícipes dentro del Partido Nacional como candidatos a elecciones nacionales y departamentales. 

Los resultados fueron los siguientes: El escrutinio arroja una victoria de las tres listas de la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza con 18.080 votos: 5.685 lista 1 (Federación Uruguaya de Magisterio), 6.231 lista 11 (Fenapes), 5.863 lista 30 y 301 al lema (1-11-30). Por su parte, las listas afines al oficialismo sumaron 6.767 votos, que se dividieron en 1.170 votos para la lista 3, 3.480 la lista 4 (fundada por Robert Silva), 741 votos la lista 21, 1.178 la lista 33 y 198 votos al lema (3-4-21-33).

Ahora bien, ¿Por qué la derrota? Al saber entender de quien escribe, la derrota se explica por varios factores. 

El primer factor, nace de una anécdota, donde un dirigente departamental de Fenapes me dice, “a éste – refiriéndose a Robert Silva – lo creamos nosotros”, decía esto debido a lo siguiente, en las elecciones pasadas de representantes para CODICEN el movimiento sindical que se encontraba en la difícil situación de estar en los dos lados del mostrador (por afín ideológico con quien gobernaba) no milito con la misma efervescencia producto de tener un discurso similar por no decir igual al oficialismo de Netto, Landoni, Puente y compañía. Silva, se hizo visible por demostrar una visible oposición a las políticas de educación y de su propia gobernanza, por tanto, aglutino a todos aquellos descontentos con la reforma del “ADN Educativo” y a todo aquel cansado de la displicencia con que se manejaban los sindicatos de la educación, ya no siendo contralores de la gestión, sino, meros representantes testimoniales. Por tanto, cinco años después, el “fuego” sindical se avivó debido a sentirse en la trinchera opuesta de las políticas del hoy Presidente de ANEP Robert Silva, el resultado es claro, 3 a 1, gana el sindicalismo. 

El segundo motivo se puede resumir en palabras del Consejero del CODICEN Juan Gabito Zóboli, quien en cita de “El Observador” dice, “es natural que una vez suprimidos los cargos en direcciones centrales pase la atención al Codicen”; es decir, que achaca la responsabilidad de una derrota aplastante del “oficialismo” (que niega serlo) a la Ley de Urgente Consideración, ya que los sindicatos de la educación históricamente tienen una maquinaria electoral aceitada, que en momentos de “resistencia” ponen todo de sí para lograr el triunfo. 

El tercer motivo, es la explicación sindical sobre el triunfo, que en palabras del ex consejero de Primaria Hector Florit (demostrando la difusa línea entre el sindicalismo y el anterior oficialismo) se puede definir a la derrota como una “DERROTA a la prepotencia, la injerencia política en los gremios y a las intromisiones del MEC, a los recortes del presupuesto, salarios y comedores, a la soberbia, la falta de negociación y los sumarios”. Es decir que, para el sindicalismo, quienes están a cargo del Gobierno de la Educación actúan de forma autoritaria y centralista, brindando poco espacio al diálogo con los distintos actores que hacen al acto educativo. 

¿Qué reflexión deberían sacar los involucrados? Por un lado los vencedores, pasaron ya los tiempos de campaña donde algunas falacias llenaron de titulares las salas de profesores y maestros del país, la Educación no se privatiza, ni está en riesgo su carácter público; las supuestas persecuciones sindicales a algunos de sus referentes nacionales partes de reiterados actos sumidos en la ilegalidad y fundamentalmente como educadores en una evidente liviandad moral. Ahora bien, se espera, que sean representantes de todo el colectivo docente, tanto para quienes los votaron, como para quienes no, que persigan la profesionalización y valorización de la docencia, reconociendo los aportes de diferentes actores, en definitiva, una “oposición” responsable. 

Para los “derrotados”, ya sea gobierno, como aquellos docentes que no ocuparan los espacios de representación, deberán tener presentes las palabras de Jorge Luis Borges que dan comienzo a esta columna, para que la derrota sea digna, deberán tender puentes, llamar al consenso, buscar políticas que no respondan al gobierno, sino a la nación, es decir a todos. Deberán romper los sesgos ideológicos que vienen muchas veces de personas muy alejadas del ámbito educativo, donde hay una preconcepción de que las instituciones son formadores de “zurdos empobrecedores” y otros tantos descalificativos que no vienen al caso mencionar pero que son producto de un intento racional de fracturar a la educación de la sociedad toda.  

En conclusión, los resultados electorales de CODICEN no deben ser mirados como instancias para levantar barricadas entre dos banderas, es momento del diálogo, por el bien de los uruguayos y de su histórica educación pública, ya saben, “el que avisa, no traiciona…”. 

Bibliografía Consultada: 

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