El pasado 13 de enero se cumplieron 170 años del fallecimiento de Fructuoso Rivera, el deceso del Caudillo acaeció aquél día y mes del año 1854, en el rancho de Bartolo Silva a orillas del Conventos, cuando regresaba del exilio brasileño para integrar un Triunvirato junto a Lavalleja y Flores, durante el periodo de anormalidad constitucional que siguió a la caída del Presidente Juan Francisco Giró.
Es imposible, en una columna periodística, abarcar la dilatada vida política de un Caudillo tan destacado como polémico, sólo nos proponemos hacer una breve semblanza, de quien, en nuestra opinión, luego de Artigas, fue el Caudillo más sobresaliente de la margen oriental del Río Uruguay.
A juicio de destacados historiadores como Plácido Abad y Huáscar Parrallada y recientemente a la luz de una exhaustiva investigación llevada a cabo por el historiador floridense Prof Alberto Lamaita, habría nacido el 27 de octubre de 1789 en una estancia en la zona del Arroyo de la Virgen, actual jurisdicción del Departamento de Florida. Participa desde 1811 de la rebelión liderada por Artigas en la Banda Oriental y lo acompaña al Jefe de los Orientales hasta su ocaso militar en 1820.
Ante el absoluto dominio de Portugal, pacta el mantenimiento de su Regimiento de Dragones de la Unión del que era su Comandante; forma parte del Congreso Cisplatino que resuelve la incorporación, con autonomía, de la Provincia al Reino de Portugal; funda la Villa de San Pedro del Durazno y no participa del movimiento independentista de 1823 por considerarlo inoportuno, manteniendo su adhesión al Emperador al cual había jurado oportunamente fidelidad conjuntamente con Juan Antonio Lavalleja. En cambio cuando Lavalleja inicia la Cruzada el 19 de abril de 1825, luego del episodio del Monzón el 29 de abril, se incorpora al movimiento y obtiene el triunfo en la Batalla del Rincón el 24 de setiembre y participa junto a Lavalleja y Oribe el 12 de octubre en la decisiva Batalla de Sarandí, que determina que el Congreso de las Provincias Unidas disponga la reincorporación de la Provincia Oriental a la Unión Nacional, en conformidad con lo resuelto en la segunda Ley de 25 de agosto de 1825.
Ante ello el Imperio del Brasil le declara la guerra a las Provincias Unidas. En el correr de 1826 se producen desinteligencias con sus camaradas, lo cual lo decide a refugiarse en Santa Fe, desde donde y contra todas las opiniones, concibe un plan de llevar la guerra a territorio brasileño, que da como resultado la toma de la Misiones Orientales en 1828 a las que reincorpora a las Provincias Unidas en el Congreso de San Borja del Yí. Como consecuencia de la Convención Preliminar de Paz de 1828 se ve obligado a entregar las Misiones Orientales al Brasil, en su retirada funda a orillas del Cuareim la Colonia de Bella Unión.
De 1829 a 1830 mantiene profundas diferencias con su compadre Lavalleja, las cuales son zanjadas poco antes de la jura de nuestra primera Constitución el 18 de julio de 1830. La Asamblea General lo elige, por 27 votos contra 5, el 24 de octubre de 1830 como Presidente Constitucional del flamante Estado Oriental del Uruguay, asumiendo el 6 de noviembre de dicho año.
En su gestión debe enfrentar tres levantamientos lavallejistas (1832,1833 y 1834) y las presiones del Gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas por el amparo que les da a los refugiados antirrosistas en Montevideo.
En su primer mandato presidencial cuenta con el apoyo de Manuel Oribe y por ello lo nombra su Ministro de Guerra y Marina y lo asciende al grado de Brigadier General. Fruto de esa estrecha relación el 1 de marzo de 1835 Manuel Oribe es electo por unanimidad de la Asamblea General Presidente de la República, quedando Rivera como Comandante General de la Campaña. Pero al poco tiempo las relaciones entre ambos Caudillos se deteriora con motivo de la investigación de las cuentas del periodo presidencial anterior, la amnistía a los lavallejistas, las relaciones con Rosas y la supresión de la Comandancia General de la Campaña, que luego recreará designando para tal cargo a su hermano Ignacio Oribe.
Ante ello Rivera se alza contra Oribe y ambas fuerzas se enfrentan en la Batalla de Carpintería el 19 de setiembre de 1836 donde se exhiben por vez primera las divisas blanca y colorada. Luego de la derrota de Carpintería triunfa en Palmar, lo que obliga, bajo protesta, a la renuncia de Oribe a la Presidencia el 23 de octubre de 1838, pocos meses antes de expirar su mandato.
El 1 de marzo de 1839 la Asamblea General elige a Rivera Presidente de la República, el 10 de marzo le declarará la guerra a Rosas. El 29 de diciembre de 1839 triunfa en la Batalla de Cagancha, sobre las tropas argentino-orientales comandadas por el rosista Pascual Echagüe, pero luego Oribe lo derrota en Arroyo Grande y sitia Montevideo el 16 de febrero de 1843, a los pocos días expira su mandato presidencial.
El 27 de marzo de 1845 es nuevamente derrotado en India Muerta, lo que determina su huida al Brasil, luego regresa a Montevideo, al tiempo busca un acuerdo con Oribe para lograr la paz, ante ello el Gobierno de la Defensa lo destierra al Brasil el 6 de octubre de 1847, donde permanece hasta su regreso al país para morir como ya se relató.
Una vida apasionante, controversial, llena de paradojas y contradicciones, no obstante sin sus relevantes decisiones en el acuerdo del Monzón, en la toma de las Misiones y en triunfo en Cagancha, como país no hubiésemos sido lo que somos. Nada mejor que culminar con su autodefinición: “No soy ni he sido ni seré Oriental, nomás, liso y llano, como dicen los paisanos”.