Guerra y geopolítica

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La invasión de Rusia a Ucrania me merece la más enfática de las condenas, dicho hecho constituye una fragrante violación del derecho internacional público que obliga a los Estados a no usar la fuerza, salvo en el caso de legítima defensa. El Presidente de la Federación Rusa Vladimir Putin en un autócrata que no ha tenido reticencias a la hora de concentrar el poder, cercenar las libertades, en especial la religiosa e imponer como moral oficial la profesada por la Iglesia Ortodoxa Rusa, por todo ello y mucho más, como liberal, no me suscita simpatía alguna. No obstante, sí queremos llevar a cabo un análisis riguroso acerca de este hecho bélico que enluta al mundo, debemos indagar en el pasado. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se desintegró por implosión en 1991 y la mayoría de las repúblicas que la integraban  emprendió el camino de la independencia, pero manteniendo vínculos económicos y militares con la Federación Rusa. El Presidente Putin, ex agente del KGB soviético, ante el vacío de liderazgo y el caos generalizado en que quedó sumida su patria, entró en la política con la bandera del resurgimiento nacional de un pueblo milenario que supo ser un Imperio. Para ello reorganizó la economía y las fuerzas armadas e hizo renacer la mística y el orgullo eslavo. Debió observar con estupor como el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ya disuelto el Pacto de Varsovia, incorporaba a sus filas a los países que fueron satélites de la URSS como Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Checa y Eslovaquia, pero a su vez las que fueron repúblicas soviéticas como Estonia, Letonia y Lituania. Hasta 2014 Ucrania tenía un gobierno pro ruso, el cual fue desplazado por administraciones pro occidentales que comenzaron un proceso de erradicación del idioma y la cultura rusa, a la vez que hacían gestiones para incorporarse a la OTAN, que es una alianza militar liderada por Estados Unidos. Las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk donde predomina la población de habla rusa han sufrido una guerra intestina, que según los analistas internacionales ha costado entre diez y doce mil muertos, Rusia ha apoyado militarmente a los separatistas de dichas regiones y Ucrania los ha reprimido. Hay un paralelismo entre los motivos esgrimidos por Putin para invadir Ucrania, con los que invocaron Hitler y Stalin para invadir Polonia en 1939. Hitler llevo a cabo una exacerbada política nacionalista con el propósito de levantar de la postración a Alemania, desmembrada y humillada por el Tratado de Versalles (1919), por ello reorganizó la economía y las fuerzas armadas, recuperó el Sarre, anexó Austria y a los sudestes checoeslovacos. A su vez Stalin se propuso recuperar para la URSS, creada por Lenin en 1922,los territorios pertenecientes al Imperio Ruso que se habían perdido en los Tratados de Brest Litovsk (1918), con ese objetivo le arrebata a Finlandia el Istmo de Carelia, a Rumanía la Besarabia y anexa las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania. Pero a ambos le quedaba Polonia que ocupaba territorios poblados por alemanes en Danzing bajo un estatuto especial y zonas habitadas por bielorrusos y ucranianos. Polonia, con el apoyo británico, se mantuvo intransigente a acordar con Alemania y con la URSS un reordenamiento territorial. Por ello Alemania y la URSS llegan a un acuerdo de cooperación germano soviético el 22 de agosto de 1939, que reservadamente establecía por ambas partes la invasión y ocupación de Polonia hecho que se concretó el 1 de setiembre de 1939. La respuesta de Francia y Gran Bretaña fue declararle la guerra a Alemania, lo cual configuró un gravísimo error estratégico, dado que ello obligó a Hitler a librar una guerra en Europa Occidental que nunca se había propuesto. Tanto Hitler como Stalin para mayor gloria de sus connacionales y de sus ideologías totalitarias aspiraban a contar con zonas de influencia que habían pertenecido al Imperio Alemán y al Imperio Ruso. Zonas de influencia con las que también contaban el Imperio Británico, Francia y los Estados Unidos. Ambos líderes totalitarios y genocidas no pudieron coexistir por mucho tiempo y el 22 de julio de 1941 Hitler invade la URSS que luego de un éxito inicial se revirtió con una heroica resistencia y eficaz ofensiva soviética que redujo a cenizas al Tercer Reich Alemán, ocupando Berlín en mayo de 1945, y con ello emergiendo como una potencia mundial hasta su implosión en 1991. La actitud de Occidente en 1939 ante la infame invasión de Polonia, muestra que no se puede enfrentar un mal al precio de un mal mayor, y esa dolorosa enseñanza se debe tener presente ante el drama del pueblo ucraniano hoy día, sería una locura intervenir militarmente en el conflicto, como algunos insensatos pregonan, las consecuencias serían devastadoras para la humanidad.  Deseamos un mundo de pueblos libres, cooperantes y pacíficos, pero no podemos soslayar la realidad y alterar el área de influencia de un sistema imperial por parte de otro sistema imperial. Mi solidaridad con el sufriente pueblo ucraniano y mi condena a la invasión rusa, no me impiden afirmar que la OTAN tiene responsabilidad al haber seducido al gobierno ucraniano con una integración a su alianza militar, con el propósito de neutralizar a Rusia como potencia mundial.

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