HABLAR ES SANAR. Por Marcelo Martín Olivera

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En los últimos días, nuestra sociedad ha sido sacudida por hechos atroces que nos obligan a enfrentar una realidad dolorosa y urgente. La violencia hacia las mujeres se ha manifestado en formas espeluznantes, arrebatando vidas jóvenes y llenando de luto nuestros corazones. Estos incidentes deben ser el punto de partida para una reflexión profunda y un llamado a la acción inmediata.

En el caso más reciente la sociedad se enfrenta a una doble pérdida desgarradora: una joven vida llena de promesas fue arrebatada prematuramente, mientras que el victimario, con una vida por delante, también queda con su futuro truncado. En momentos como estos, es fundamental que nuestra reflexión trascienda la búsqueda de penas más severas. Debemos recordar que cada vida perdida representa un profundo fracaso de nuestra sociedad en su conjunto, un recordatorio doloroso de la importancia de abordar con urgencia la educación, la prevención y el diálogo en la construcción de un entorno en el que nuestros jóvenes puedan crecer en condiciones de seguridad y respeto mutuo.

La educación en relaciones saludables y la comprensión de lo que implica ese compromiso deben ser pilares fundamentales en su formación. Por más que suene a cliché y frase armada, debemos enseñarles que el amor auténtico no es ciego; es un acto de empatía, apoyo y respeto. Debemos guiar a los jóvenes para que entiendan que pueden enfrentar los peligros y desafíos juntos, buscando ayuda cuando la situación lo requiera. Si alguna relación se torna dañina, deben sentirse empoderados para buscar ayuda sin vergüenza ni temor. La prevención es la clave para detener esta cadena de violencia, y todos debemos asumir la responsabilidad de crear un entorno seguro para ellos.

Es innegable que debemos abordar la violencia en las parejas desde una perspectiva holística y equitativa. El género no debe ser el único lente a través del cual evaluamos estos crímenes. De una vez por todas debemos enfocar el asunto de la violencia desde una perspectiva que no se limite exclusivamente a diagnósticos genéricos y aseveraciones que, en lugar de resolver, pueden perpetuar la inacción. Debemos cuestionar si la concentración en el «machismo» como único factor contribuye efectivamente a la prevención y erradicación de estas terribles situaciones. Hay que tomar ese desafío para ver si esa simplificación está desviando nuestra atención de raíces más profundas que deben ser exploradas.

Revisar es la palabra clave para evitar más muertes. Debemos revisar todo el sistema y fundamentalmente revisar nuestras estrategias de prevención. En lugar de enfocarnos únicamente en castigos punitivos, debemos prestar mayor atención a la salud mental y a abordar la violencia desde una perspectiva criminológica. Esto es una llamada directa a considerar la prevención como un pilar fundamental en nuestro esfuerzo por evitar futuras tragedias.

Es crucial dejar de relegar estos temas al ostracismo y el silencio. El tabú que rodea a la violencia, sin importar géneros, sólo perpetúa el problema y dificulta su erradicación. La sociedad debe confrontar esta realidad desgarradora y comprometerse a abordarla en su totalidad. En este contexto creo, como futuro docente, que se hace imperiosa la necesidad de un cambio en el sistema educativo, con enfoques nuevos y herramientas modernas que permitan a los docentes detectar señales tempranas de peligro y trabajar conjuntamente con las familias para prevenir futuros actos violentos.

Debemos superar divisiones, trascender los «ismos» y hashtags momentáneos. Es hora de abordar la violencia como una problemática social profunda y sistémica que afecta a todas las capas de nuestra sociedad. Debemos unirnos en un esfuerzo conjunto para erradicar esta plaga que nos aflige, reconociendo que solo mediante la colaboración y el entendimiento mutuo podremos alcanzar un cambio real y duradero.

Necesitamos una introspección profunda y una revisión de enfoques. No se trata de minimizar la lucha de nadie, sino de ampliar la mirada para encontrar respuestas efectivas. Como sociedad, debemos unirnos en la búsqueda de soluciones integrales y concretas, dejando de lado los debates polarizados y avanzando hacia una prevención basada en la realidad.

Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la construcción de un futuro donde la violencia en las relaciones sea una página de nuestro pasado. Debemos trabajar juntos para cambiar el curso de las historias personales, para crear una sociedad donde la violencia en las relaciones sea erradicada. Esto implica una colaboración activa entre todas las esferas: desde el hogar hasta las instituciones gubernamentales, desde la educación hasta los medios de comunicación.

2 COMENTARIOS

  1. Tema candente si los hay y acá lo veo tratado con respeto, sin animosidad partidaria y desde la lógica.
    Excelente publicación que más de uno debería leer para meterse en el debate, la causa no admite la menor demora.

  2. Desde el respeto, desde la altura, desde le lugar neutral pero sin medias tintas.
    ¡Esto es periodismo de opinión! Nos hace disfrutar de la lectura, nos invita a volver a leer, a llevar la conversación a la mesa y nos hace reflexionar a los padres sobre nuestro rol en todo esto.

    Todos somos responsables, es mucho más que una frase armada y necesitamos tomar conciencia de esto.

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