INOCENCIA, IGNORANCIA Y CONSCIENCIA. Por Joise Morillo

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“Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición (…) Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia.“ (Bolívar)

Cada cosa tiene identidad en la medida de ser lo que es con propiedad y no lo que aparenta ser y no es. La cuestión es que la cosa por apariencia es difícil de detectar como veras o concebir como real si no hay en la mente una información clara y concisa de la misma.

La lingüística de Wittgenstein lo explica con el pato-conejo. No obstante, tal opción compete a la apariencia y la visión que se tiene del espécimen o cosa observada, de modo que en ello se incluye el efecto ambiental y también el estado de ánimo del observador. Por lo tanto, lo que aparenta ser ¡Posiblemente no es! Igual sucede con los eventos cotidianos y los sucesos inesperados, que existen, pero de los cuales no se tiene o es escasa la información.

En esto estriba la limitación del desprevenido y la capacidad informativa que tiene el individuo de la cosa o el fenómeno que está aconteciendo. Aquí sucede o valen los proverbios siguientes: «¡todo depende del cristal con que se mire!» o «¡ojos que no ven corazón que no siente!»

El primer caso compete a un estado contingente en el cual la información está enfocada desde un punto de vista convencional, calculado y, donde un sector es beneficiado y otro posiblemente no o su beneficio es asimétrico en comparación con quienes tienen un conocimiento claro y conciso del evento o episodio que acontece in situ y momento. 

¡Así, como lo anterior señalado, trabaja la politiquería! (valga el término)

En el segundo caso impera el total desconocimiento del fenómeno que está afectando al individuo o colectivo, la diferencia estriba o impone un no sentir también aparente, pues al ignorar el origen de lo que le afecta ignora lo que sucede, aunque no lo siente en el corazón lo siente en la consciencia, ejemplo: la consciencia de que se tiene hambre. No obstante, también tiene la posibilidad de creer que es a causa de algo de lo cual tiene información tergiversada o sencillamente lo ignora totalmente y, por lo cual es imputado (achacado) a una situación de suerte, fortuna o de impronta absurda, poco sólida o circunstancial.

Sócrates, en «El Banquete» explicando que es el amor plantea que: ¡Lo que se ignora no se desea!

En ello estriba la visión antinómica del victimismo de los sectores, desposeídos de Paulo Freire (Brasil) y las denuncias en contra de la falacia izquierdista » Rangel (Venezuela).

No obstante, existe la posibilidad de hacer de lo que se piensa un hecho en función de crear beneficio o perjuicio. He ahí el quiasma -el deseo se hace realidad por la fuerza del espíritu que le impulsa- que expone el magíster de filosofía de la ÚNICA, Gerardo Cohen. Tal consecuencia no es solo a propósito, ni por actividades casuales sino basado en la importancia de lo que se desea para bien o para mal, qué, manifestado, hace mella en las conciencias, misma y de otros. Así funciona lo sublime en la propaganda.

De la filosofía clásica, en «El banquete», -repito- filosofando acerca del amor, Sócrates expone, refiriéndose al genio indigente de Penia -madre de Eros- que: el ignorante no desea lo que no cree necesitar. He ahí el dilema del «ser o no ser» de Hamlet el príncipe de Dinamarca de Shakespeare, quien enterándose del abuso de su parentela en contra de su Padre (asesinado) arremete contra su madre y su tío, pero antes decidió a vengarse reflexiona; cito:

(…) «¿Qué es más noble para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna, o tomar armas contra un océano de calamidades y, haciéndoles frente, acabarlas? Morir… dormir: no más… Y si se advierte que con sólo dormir ponemos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos de los que la carne es heredera, tal extinción resulta digna de ser devotamente deseada.» (W Shakespeare, Hamlet)

Hamlet, de no haber sabido su situación hubiese vivido en una burbuja real tenida como verdadera. Como Segismundo en «la vida en sueño» de Calderón de la Barca

Ignorar a ciencia cierta por causa de la enajenación, la desinformación y el victimismo, el origen -con lujos de detalles- del mar de calamidades que les atañen a países como Cuba, Nicaragua, Venezuela, y otros más de la periferia latinoamericana es producto del desconocimiento de política y civismo de sus pueblos que postulan Simón Bolívar en «El congreso de Angostura de 1819» y F. NIETZSCHE, en Más allá del bien y del mal. De esto, parafraseando al segundo, cito:

«Un viejo a otro, responde: ¿Que, que un hombre saque a su pueblo de la ignorancia del motivo de su paz y tranquilidad para involucrarse en asuntos de política de lo cual no tienen la menor idea, es grande? ¡No, es un loco, loco y fuerte, no grande! (F. Nietzsche, Aforo VIII, pueblos y patrias en Más allá del bien y del mal)

En Macondo un pueblo propio del realismo mágico de la literatura; Los Buendía, personajes principales de una obra, trocaban pececitos de oro puro por hielo a gitanos que les hacían creer que eran grandes diamantes. (G.G. Márquez, Cien años de Soledad)

Al contrario de lo que decía Alí Primera, cantautor revolucionario venezolano en una de sus obras musicales «La inocencia no mata al pueblo. Pero tampoco lo salva. Lo salvará su conciencia.»; Irónicamente si hay la posibilidad que lo mate, por la ignorancia que involucra, no de ipso facto, pero sí paulatinamente, de hambre y miseria apoyando el proyecto ideológico que tanto defendió para que déspotas y nepotes llegaran al poder en Venezuela y otros países de nuestra América hispana.

Licenciado en Filosofía: Joise Morillo

Venezuela – USA

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