La cuadratura del círculo es un problema geométrico antiguo convertido ya en metáfora, consiste en obtener un cuadrado equivalente en superficie a un círculo de radio conocido.
Es pues, en lenguaje estricto, esta operación geométrica que, figuradamente, se utiliza para indicar la imposibilidad de algo.
Así es el problema que enfrenta el que intente generar crecimiento económico destruyendo recursos de quien los produce, alterando el valor de los bienes para hacer alquimia con la realidad, tratando que el círculo presupuestal se convierta en cuadrado, por quien promete satisfacer utopías rapiñando más impuestos del bolsillo de quien tiene que invertir, a su propio riesgo, para cumplir un programa ideológico probadamente fracasado.
Los temores de Oddone son propios de quien siempre arriesgó el capital de otros, nunca lo propio. Ahora quiere la llave del reino. Conseguir la magia de hacer crecer la economía al doble, aumentando poquito los impuestos de los ricos. Inflando el valor del dólar, que, en definitiva, es falsificar y deprimir el poder adquisitivo de nuestro peso, licuando el gasto presupuestal.
Lamentablemente, todo eso ha fracasado siempre, dejando a las arcas públicas exhaustas, la producción en crisis, y a los más pobres peor que antes. Argentina es el modelo progre y sus consecuencias vistas.
No puede ser novedad, salvo para un ignorante, un tartufo que quiere el poder para experimentar viejas frustraciones, o, como ya se ha hecho, repartir prebendas para beneficio de correligionarios y amigos. O sea, embromar a la mayoría, para beneficiar a privilegiados de una minoría político ideológica-empresaria prebendaria, que sirve únicamente a los especuladores como Soros.
Oddone mira de reojo a Argentina, y ahora a EEUU en un revival, y al resto de Latinoamérica cancelada por la izquierda.
Sabe que nada puede esperar sino un aumento de impuestos. Más impuestos es una receta que corre inversores, funde productores, privilegia a políticos, y sacrifica a los sectores económicos medios y bajos que no se pueden defender, especulando.
Si fuéramos chinos repetiríamos: “otla vez aloz”.
Oddone sabe que vamos a decrecer. El crecimiento depende del sector privado al que sacrificaría. Eso implicaría una restricción adicional al gasto público, al presupuesto ampliado que promete. Dar más derechos a quienes los reclamen a cambio del voto, implica, directamente subir impuestos.
El asunto es cuáles.
¿Sacará más del salario y la pasividad, aumentando los impuestos frentistas el IRPF, IASS, FONASA? ¿Sacará exoneraciones tributarias a empresas extranjeras que aplicó como consultor? A las que el FA concedió privilegios a costa de los uruguayos. Las que nunca vendrán a un mercado deprimido, reducido, expoliado, no aumentan recaudación fiscal.
¿Cómo compatibilizaría el agujero negro presupuestal, con menor recaudación y la promesa de agrandarlo?
Los econochantas son mentirosos consumados cuando se trata de vender humo. Son degenerados fiscales, gastan recursos que no existen.
La realidad es la realidad. Sin espacio económico y fiscal, repartir ilusiones frustradas, sostener privilegios espurios a cargo de los que todavía trabajan, genera decrecimiento en un país inestable, caro para adentro y afuera, sin mercado consumidor.
En tiempos de proteccionismo recalcitrante a lo Lula, nadie va a abrirnos mercados con impuestos más caros. Aumentarlos nos haría mucho menos competitivos, aumentando la informalidad. Oddone lo sabe. La periclitada receta de izquierda: licuar precios en pesos devaluando, cargar a los productores nacionales con más impuesto inflacionario, sumar más deuda a su espalda para pagar prestamistas, agota al que tiene que comprar insumos en dólares y recibir pesos flacos. Sería otro exitoso fracaso.
As always, las corporaciones sindicales tendrían mayor poder para el espiral perverso de aumentos de salarios, que aumenta precios. Una loca carrera que siempre pierde el de ingresos escasos y fijos.
Los que pagan los salarios e impuestos son los que le compran a los que emprenden y trabajan. Cuando los salarios persiguen precios inalcanzables, quedan menos “nabos de siempre” que soportan financiar políticos, dirigentes sindicales. Esos que lastran, no comparten las pérdidas, y restringen aún más la demanda.
Desde el escritorio burocrático del ministro, o del consultor, no se arriesga nada. Con una jubilación privilegiada y un salario ajustado a la inflación viva la vida.
Esta película ya la vimos. Es un drama. Y termina mal.
Si pierde la próxima, siempre habrá un o una intendente que contrate “magia”: ampliar gastos e impuestos, y aún ganar elecciones culpando a la realidad: hay ricos que trabajan y pobres a los que no dejan trabajar.
Vieja pócima de la izquierda: incumplir sus promesas y echarle la culpa a otro.
El círculo no es cuadrado. Ni Oddone lo puede cambiar. La cuadratura seguirá siendo un desafío utópico imposible.