LA EMIGRACIÓN DE ATLAS…

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Por el Dr. Nelson Jorge Mosco Castellano

La película “Magnolia” muestra que, si crees que terminaste con el pasado, que lo has superado, que puedes dejar las cosas atrás y que puedes vivir en una especie de estado de olvido, entonces el pasado volverá y te destruirá. Pensamos en la tragedia como algo que nos ocurre, pero requiere de nuestra participación para que se produzca. Y no, llega a su fin porque el gobierno haya subido los impuestos a niveles incompatibles con la prosperidad, o porque la extrema izquierda esté ganando apoyos cada día que pasa, o porque la deuda siga aumentando sin que se vislumbre un recorte real del gasto público. No, llega a su fin porque las personas que hasta hoy hacían llevadero todo esto se están largando del país. La única esperanza para que una sociedad salga adelante es esa gente que innova, que trabaja sin mirar el horario ni las horas definidas en el convenio, que desafía las costumbres cuando no aportan nada y que insiste una y otra vez en una idea pese a estrellarse docenas de veces ante los prejuicios mayoritarios. Esa gente que Ayn Rand consideraba como los Atlas que sostenían el mundo, está cruzando la frontera para sostener a otros países donde se les trate con más respeto.

Por supuesto la manada comunista que exhibe sus cartelitos protestando contra todo y reclamando que les saquen más a los demás, propicia todo esto. Como seres irracionales, son incapaces de comprender que quienes pagaban los impuestos que les mantenían, creaban empresas que les daban trabajo, o desarrollaban técnicas que les permitían ser productivos, ya no van a seguir haciéndolo. Les han echado de sus emprendimientos, les han quitado la voluntad de vivir aquí. Al tener una de las ideologías mejor preparadas para falsear la realidad, achacarán esa migración al poco dinero público que el Estado reparte entre los trabajadores, sin relación con las empresas grandes y pequeñas fundidas y los desocupados, que sus reclamos agotó. Los comprometidos con la “causa popular”, no irán a los “paraísos comunistas” a disfrutar de esos manjares estatales. Prefieren quedarse a acabar las sobras del hiperestado que exigen a costillas de los demás; globalmente, como exige el Foro de San Pablo. Formar oclocracias cleptómanas. No les preocupa que escapar de esos parásitos es cada día más sencillo; los demás, son víctimas para su imposición.

Ayn Rand logró escapar del comunismo de la Unión Soviética y en 1957 escribió “La rebelión de Altas”, distopía en la que el sistema financiero/económico/productivo de Estados Unidos había alcanzado una crisis profunda, producto de las órdenes y mandatos dados desde el poder para intervenir nociva y marcadamente en la economía. Misteriosamente, van desapareciendo las mentes más brillantes y los empresarios más exitosos, aumentando así el caos ya existente. Los interventores del gobierno anuncian nuevas restricciones (planes económicos). Sin embargo, la transmisión televisiva y radial se vio interrumpida por una señal externa, a través la cual se contestará una pregunta que se hacían todos los ciudadanos: ¿quién es John Galt? que en su discurso fundamenta porqué ha promovido éste éxodo hacia una sociedad libre. Comenzó explicando que él no sacrifica su vida, ni mucho menos sus valores. El valor más importante es la razón y por ello convenció que desaparecieran juntos los motores humanos que sostenían el mundo andando, gracias a la inteligencia y el tesón del esfuerzo humano. Sostiene que “Un ser de conciencia volitiva no tiene un comportamiento automático. Necesita un código de valores que guíe sus actos; algo que uno debe obtener y conservar. ‘Virtud’ es la acción mediante la cual uno lo obtiene y conserva. Todo ‘valor’ presupone un criterio, un propósito y la necesidad de actuar frente a alternativas. Donde no hay alternativas, no son posibles los valores”. Por ello, si el altruismo y el esfuerzo se logran “punta de pistola”, es una obligación independiente de nuestra escala de valores porque no tenemos posibilidades de escoger cuáles son esos valores y virtudes para alcanzar el triunfo en la vida. Por eso apunta: “El hombre ha sido denominado como un ser racional, pero la racionalidad es una cuestión de elección, y la alternativa que su naturaleza le ofrece es: actuar como un ser racional o como un animal suicida. El hombre debe ser hombre por elección; debe considerar su vida como un valor, por elección; debe aprender a mantenerla, por elección; debe descubrir los valores que esto requiere y practicar sus virtudes, por elección”. “Por gracia de la realidad y de la naturaleza de la vida, el ser humano es un fin en sí mismo, existe para sí mismo, y el logro de su propia felicidad es su más alto propósito moral”. Nosotros creemos que sobrevivir requiere trabajo, esfuerzo y una sólida base moral, elegida libremente, que no es otra que implique que nuestra existencia necesite mantenerse a costa de otros seres humanos, ellos ni nosotros, somos fines para los demás, la moralidad real radica en que el triunfo se basa única y exclusivamente en la cooperación humana. La moralidad necesariamente es un proceso producto de la racionalidad, el libre albedrío (libertad de pensar, de razonar), Galt explica: “Mi moral, la moral de la razón, está contenida en un solo axioma: la existencia existe; y en una única elección: vivir. El resto deriva de ella. Para vivir, el hombre debe considerar 3 cosas como los valores supremos que rigen su vida: razón, propósito y autoestima”; “…nuestro cuerpo es una máquina, pero nuestra mente es su conductor, y se debe conducir tan lejos como nos lleve nuestra mente, con la autorrealización como objetivo de nuestro camino; de que el hombre que no tiene propósito es una máquina que rueda cuesta abajo a merced de cualquier piedra que lo desbarranque; de que el hombre que suprime a su mente es una máquina detenida que se oxida lentamente; de que el hombre que permite que un líder le indique el rumbo no es más que chatarra remolcada hacia una pila de chatarra, y de que el hombre que convierte a otro hombre en su meta es una persona que pide que la trasladen y a quien ningún conductor debería llevar; de que nuestro trabajo es el propósito de nuestra vida, y de que debemos arrollar a cualquier asesino que se crea con el derecho de detenernos…”.

El autoritarismo vive bajo una premisa fundamental, robarte el alma, el espíritu y doblegar tu razón. No solo impiden y roban tu trabajo y esfuerzo, para Galt, “Forzar a un hombre a renunciar a su mente y aceptar tu voluntad como sustituto, con un revólver en lugar de un razonamiento, con el terror en lugar de la demostración, y la muerte como el argumento final, es intentar existir desafiando a la realidad. La realidad exige que el hombre actúe por su propio interés racional; tu pistola le exige actuar contra él. La realidad amenaza al hombre con la muerte si no actúa de acuerdo con su juicio racional: tú lo amenazas con la muerte si lo hace. Tú lo pones en un mundo en el que el precio por su vida es la renuncia a todas las virtudes requeridas para la vida, y la muerte mediante un proceso de destrucción gradual es todo lo que tú y tu sistema obtendrán, cuando la muerte se convierta en el poder reinante, el argumento ganador en una sociedad humana”. Nadie debe forzar a modificar la mente y voluntad humana, solo la razón es el medio válido, pues cada quien actúa por su propio interés, ello no quiere decir que por más libertad que exista para razonar, este exenta de cometer error. La premisa fundamental de Galt es que no hay existencia sin conciencia, por eso creemos que recapacitar sobre cualquier idea es una virtud del pensamiento humano, la mente no se subordina a la sociedad, solo a su dueño (el individuo), único capaz de recapitular y recapacitar (la evolución del pensamiento es un atributo consustancial del ser). En ningún caso es una traición si honestamente se cambia de rumbo por la felicidad de uno. Jamás debemos rendirnos a los deseos y la moral de otros, jamás será egoísta perseguir tus deseos y razones. Galt lo expresa así: “…se te pide que sacrifiques tu integridad intelectual, tu lógica, tu razón, tu concepción de verdad… para convertirte en una prostituta cuyo ideal es el mayor bien para el mayor número. Si apelas a su código para que te guíe en la pregunta: ‘¿Qué es el bien?’, la única respuesta que encontrarás será: ‘El bien de los demás’. El bien es cualquier deseo de los otros, cualquier cosa que creas que ellos desean, o cualquier cosa que deberían desear”. Los juicios morales son racionales, es una manera de subversión frente a quienes quieren obligarte a actuar de una determinada manera o de que vivas como medios para sus fines, que vivas para ellos. La rebeldía real radica en ser un individuo con raciocinio y moral propia. La racionalidad y el egoísmo de lograr tus fines cooperando con otros son, indudablemente, una virtud a la que nunca debemos renunciar. Rendirse a los demás y sus deseos es regalarles y entregarles tu ser, tu autoestima. No temas ante ti mismo, tu existencia y tu mente, de lo contrario ¿cómo podrás ser un ser único? El ego es la capacidad de pensar para desarrollarte como una persona distinta de aquellos que viven bajo el rebaño de la moral que reina y que podrían juzgarte. La honestidad es aceptar esto, así como aceptas que eres un ser humano. La propiedad no es un regalo indivisible para todos, es un bien escaso que para obtenerse necesita de un duro esfuerzo. Ese sí es el único medio que requerimos para alcanzar nuestros fines personales. La individualidad requiere ante todo sinceridad con nuestra razón libre y no impuesta. Toda la iniciativa privada decente (guiados por la razón) que hace de todo por sobrevivir y crear riquezas para la sociedad en su conjunto en esta economía intensamente regulada y que no pueden escapar del país, los controles y órdenes dados desde la intervención central, si se quiere a modo de rebeldía, ellos son los verdaderos héroes de nuestra historia particularEl símbolo de todas las relaciones entre esos hombres, el símbolo moral del respeto por los seres humanos, es el comerciante. Nosotros, los que vivimos según valores, no saqueos, somos comerciantes, tanto en lo material como en lo espiritual. Un comerciante es alguien que gana lo que obtiene y no da ni toma lo inmerecido. Un comerciante no pretende que se le pague por sus fracasos, ni que se lo ame por sus defectos. Un comerciante no despilfarra su cuerpo como si fuera forraje, ni su alma como si fuera limosna. Así como no entrega su trabajo excepto a cambio de valores materiales, tampoco entrega los valores de su espíritu -su amor, su amistad, su estima- como no sea en pago por virtudes humanas, en pago por su propio placer egoísta, que él recibe de hombres a los que puede respetar”. Y finaliza: “No, no tienes que ser un hombre; pero hoy quienes lo son ya no están. He retirado vuestros medios de supervivencia: vuestras víctimas”.

Una herramienta de control del individuo es el próximo referéndum auspiciado por la dirigencia comunista, rechazando normas que votó su propio partido. Por eso, no explicitan su objetivo; hacen campaña sucia, con publicista comunista. Díganlo claro, nosotros somos comunistas. Estamos en contra de que se debilite la presión de nuestro sindicato comunista integrándolo en un Consejo de Educación. Contra la laicidad, que extraiga el relato marxista y atente contra la construcción de una sociedad individualmente ignorante, incapaz. Se evidencie la educación antigénero. La cultura de derechos sin contrapartida de esfuerzo. La apología de las debilidades democráticas que hacen propicia la revolución violenta para toma del poder. Somos comunistas, no queremos presos a los que abren bocas de venta de drogas. Defendemos el perdón para narcoterroristas. Somos comunistas. No admitimos que se limite el déficit público. Conseguimos que el Estado se endeude, y caiga como “fruta madura”. No queremos que se expliciten los impuestos sobre el combustible. Para nosotros lo importante es poner más impuestos; empresas privadas estatizadas, empresas públicas a pérdida, fundidas. Destruir al capitalismo desde sindicatos que exijan aumentar funcionarios y gastos sin justificación. Somos comunistas y estamos en contra de la libertad individual: mantener la portabilidad numérica, y la opción del trabajador de cobrar como él quiera. Un gobierno comunista no permite derechos humanos. Somos comunistas. Estamos en contra de que un delincuente menor cumpla toda la condena legal. Que no se otorgue libertad anticipada por delitos grave; que se presuma legítima defensa la actuación policías contra el delincuente; que se pene la resistencia al arresto, o sea agravante el encubrimiento; se sancione la evasión de la cárcel. Los delincuentes son carne de cañón que defendemos. Sirven al propósito de una sociedad inerme, desprotegida, en la cual se demuestren las instituciones de seguridad y judiciales inoperantes. Genera rebeldía y desencanto con las Instituciones. Somos comunistas. Estamos en contra de que se impida la ocupación indebida de espacios públicos; que quede a la vista la desintegración social, la inoperancia y anomia del Estado capitalista para sacar de la [NJ1] [NJ2] calle a los drogadictos, los empobrecidos y los vagabundos.  Somos comunistas. Estamos en contra de que se limiten los piquetes que impiden la libre circulación; son herramientas de lucha violenta, contra la normalidad de una sociedad que queremos destruir. Conculcamos la libertad de trabajo, que demuestra la debilidad de nuestra organización sindical comunista; destruye empresas y obliga a los no huelguistas a parar. Somos comunistas. Estamos en contra de que un Juez de Familia acelere el trámite de adopción para que más niños queden bajo la presión sindical. Somos comunistas, por eso nuestro sindicato reclama más derechos para los bancarios que paga directamente el sistema financiero, e indirectamente los que menos tienen con “préstamos” al consumo, que a llaman eufemísticamente “sociales”. Esclavos que sostienen como ATLAS a los bancarios, pagando eternamente intereses. Exigimos que los organismos públicos para llenen más cargos, mantengan las actividades a pérdida, y fundimos con más impuestos y reglamentaciones a empresas privadas. Objetivos comunistas para justificar el cambio “revolucionario” a su dictadura etática utópica. La misma que los comunistas defienden sobre los pueblos latinoamericanos, económicamente exhaustos.

La rebelión del Atlas organiza un éxodo de personas productivas que se bastan a sí mismas; no porque John Galt, en “La rebelión de ATLAS” lo haya convocado en su discurso, sino porque ellos solos se han dado cuenta de que en esta sociedad no hay un futuro para ellos, y se van a buscarlo a lugares más propicios.

 Por ser optimista, dentro del pesimismo que agobia con el crecimiento comunista, que hace imposible desbrozar el camino, su opuesto parece inevitable. Es posible que, dentro de poco los países se tengan que pelear recuperar la emigración de atlas. Mientras los que proclaman la moralidad del robo, demuestran a sus esclavos, otra vez, y otra vez, que perdieron la libertad a cambio de nada.


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