LA ÉTICA EN LA DERROTA. Por Sebastián Castro

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El chauvinismo del uruguayo promedio que se jacta de un Uruguay dos o tres o cuatro veces campeón del mundo, creador de la cumparsita, el dulce de leche y los sistemas democráticos sólidos, condena al razonamiento objetivo al reduccionismo egocéntrico. Es un razonamiento paralógico y falaz creer que somos los más grandes defensores de la democracia y el republicanismo solo porque ante el mundo nos mostremos sonrientes, el presidente electo y el saliente, compartiendo un acto público. Que es muy bonito vernos retratados por la prensa mundial como ejemplo de tolerancia y buenas costumbres. Debemos recordar entonces, otras señales más domésticas que prenden alarmas. Un Kibon bandalizado, el presidente saliente congelando tarifas con un claro mensaje de revancha. Las descalificaciones del mismo presidente que hoy le extiende la mano comparándolo con «pompas de jabón», el canciller de la república desesperado por condenar a Bolivia a sabiendas que el gobierno electo se aparta del mecanismo de Montevideo y toma una postura de reprobación hacia los gobiernos autocráticos. Andrade hablando de conflicto antes de que asuma el nuevo gobierno. El PitCnt declarando que si se deroga la ley que permite las ocupaciones, ocuparán igual, aunque las ocupaciones estén sujetas al al hecho y no al derecho. Una pseudo-artista rapera haciendo proselitismo con imágenes del actual presidente electo denostando y faltando el respeto a su investidura. Y para variar con el aval de la IM. Y un sin fin de otras señales de segundo y tercer nivel, protagonizadas en las redes por militantes enfermos de odio.

¿Este es el país perfecto que le vendimos al mundo? Somos realmente unos grandes vendedores de espejitos. La grita existe, el odio mutuo se percibe en el aire. Y el no tan lejano estallido social está a la vuelta de la esquina. No importa si le va bien a este gobierno o si le va pésimo. De hecho, pandemia mediante, guerra en Ucrania, y ahora una sequía que recuerda hechos ocurridos hace décadas, al gobierno no le está yendo tan mal. Y sin embargo lo que aquel ciudadano expresó en los festejos en Kibón «si le va bien al gobierno me va bien a mí», fue un suceso aislado y de rara comprensión. No volverá a pasar, porque en general el frenteamplista quiere que a este gobierno le vaya mal. La receta perfecta para una vuelta al poder.

No somos un país tolerante. Ni ejemplo de transparencia. No hubo «luna de miel» porque la militancia estuvo atenta para desestabilizar. Y si no hay motivos claros, alguno se inventara. La arenga se construye de igual forma que en aquellos años 60, ni una coma se ha cambiado. En la democracia también está la ética de la derrota, decía Felipe González. Pues en la derrota, la coalición de izquierda ha perdido la ética. Deberemos estar atentos entonces o también perderemos la democracia.

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