«¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: el que siente de otro modo va de buena gana al manicomio»
Así, Friedrich Nietzsche, en “Así habló Zaratustra” habla del concepto de la moral del rebaño, una moral para él, contraria a la vida, haciendo a los individuos, seres absolutamente dependientes.
Sin embargo, tampoco es sencillo ser parte de un rebaño. Porque el riesgo que se corre es, que cualquier acción contraria o desajustada, nos deje fuera del mismo.
La moral de la manada, hace que las personas se vean influenciadas por el resto de sus pares y adopten comportamientos, conductas acorde al resto, sigan tendencias similares, basados en el miedo que da, quedarse fuera del grupo.
Sí. Ser integrante del rebaño, tiene sus costos. Costos que en una sociedad consumista como la de hoy, deja a padres endeudados hasta futuros quinquenios, con tal de hacer todo lo que esté a su alcance para que su descendencia no quede fuera del grupo de pertenencia.
“Los Quince” de la nena, ameritan tirar la casa por la ventana. Lleva a embarcarse en una odisea que le permita realizar el viaje a Miami, a Europa, con todas y todos los de su rebaño. Créditos, rifas, y todo un familión apuntando a lograr el sueño de los pibes. Ese, que reafirmará su pertenencia y porque no, la nuestra.
Muchos de esos padres no tuvieron las mismas posibilidades. Muchos no las tienen hoy ni las tendrán, y se entregan a las presiones de los agentes de venta, que en definitiva, no hacen más que su trabajo, vender.
Puede no gustarnos la forma. Podemos hasta considerar fuera de lugar que se les permita ingresar a los centros de estudio con su topadora máquina de venta, tan económica como efectiva, que es ejercer personalmente la presión al grupo que toman como presa, “el grupo de los adolescentes”.
Lo que no podemos no admitir, es que somos nosotros los responsables finales de que nuestros hijos y nosotros mismos sigamos perteneciendo a la manada. Somos nosotros, en todo caso, los que nos animaremos a lidiar con las frustraciones del “no tener” por la aceptación del “no poder”. O por el contrario, somos nosotros los que decidiremos a riesgo de endeudarnos más de lo que nuestras posibilidades reales permitan, qué estamos dispuestos a soportar, por cumplir los sueños de nuestros hijos que tomamos muchas veces, como nuestros propios avances sociales.
Sobre el tema, el ex Presidente Mujica se enoja.
¿Acaso el ex Presidente sigue jugando a ser el pastor del rebaño?
Mujica pierde las formas y baja línea. La línea que baja el ex Presidente tiene una particularidad. En su cómodo discurso y un pensar simplista, elige sólo UN lobo victimario, y el rebaño de adolescentes, son sus víctimas. Apuntar a un blanco solo, no es abordar el tema, es enojarse por enojarse.
Es que cuestionar la moral del rebaño TODO, es mucho más complejo.
Cuanta verdad hay en estas palabras .