¡La Reforma no es la Forma!

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Por: Fabricio Rodríguez.

En los últimos días, se ha puesto en discusión nuevamente el sistema educativo, no desde abordajes totalizantes, “macros”, que caen en ambigüedades insustanciales. Esta vez se ha puesto ante el público un tema concreto que bajo la premisa de ¿Cuál es el perfil de egreso de un estudiante de bachillerato para el mundo actual? se buscan respuestas ante una concordia común de la necesidad de un cambio educativo. 

Los números que presenta la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) en su “Proyecto de Presupuesto y Plan de Desarrollo Educativo 2020-2024” son reveladores de una crisis en el sistema educativo formal. La cantidad de jóvenes de 21 a 23 años egresados de la Educación Media Superior es del 43,3% y si se observa el “ideal” de los 19 años, el porcentaje desciende a 38,1 % (cifras del 2019). 

Continuando lo expresado anteriormente, y dándole una perspectiva histórica, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEED) en su “Informe sobre el estado de la Educación en Uruguay 2017-2018” nos dice que, 

A los 19 años, cuando se espera que todos hayan culminado la educación obligatoria (en caso de haber cursado sin rezago), el egreso de educación media superior aumenta de 24% a 36% entre 2006 y 2018. A los 23 años las mejoras respecto a 2006 son claras (pasa del 32% en 2006 al 43% en 2018), pero la magnitud del cambio en un período tan importante de tiempo es escasa (11 puntos porcentuales de mejora en el egreso en doce años), y lo que resta por avanzar para alcanzar la finalización universal del ciclo obligatorio es muy importante.

Las cifras evidencian irremediablemente la obligación de continuar ubicando el problema del egreso en el centro de las preocupaciones del “gobierno de la educación” y de sus distintos actores. 

  Ahora bien, el Presidente de ANEP Robert Silva en entrevista dada al diario “El Observador” destapó una “olla de grillos” respecto a la reformulación de la Educación Media Superior, dice que “se instalará el Bachillerato Interdisciplinario General y desaparecen las orientaciones tal como se conocen hoy (…) en el último año de bachillerato podrán elegir por seguir ese camino general o alguno de los énfasis: ciencias médicas, ingenierías o tecnología”. Así, sin más miramientos, se vuela de “un plumazo” una experiencia educativa que tiene sus orígenes en 1976 y diversas modificaciones (Plan 1993, Plan 2003, Plan 2006). 

Los fundamentos hasta el momento establecidos, son los públicamente difundidos por Silva, donde acusa al actual modelo de bachillerato de privar el desarrollo de la innovación y la creatividad, donde la función clásica preparatoria al mundo universitario no es requisito, ya que el 60% de las carreras no requieren un bachillerato específico para su ingreso. 

Ante lo dicho, se puede dar más cuerpo argumentativo con el trabajo realizado para INEED por Daniel Feldman y Mariano Palamidessi (entre otros) “Continuidad y cambio en el currículum. Los planes de estudio de educación primaria y media en Uruguay” donde dice: 

El énfasis disciplinar especializado del bachillerato diversificado ya no sería actualmente tanto resultado de una demanda explícita de la universidad, sino un rasgo persistente de educación media. Se plantea en este punto un debate que parece lejos de haberse resuelto: …hace muchos años [se hizo] una encuesta con los decanos de todas las facultades. La visión que ellos señalaban desde entonces —y que he visto reiterada en otros— es: “Usted no les enseñe tanto Derecho. Derecho voy a enseñar yo bien, pero tienen que saber analizar un texto, tener una buena comprensión lectora, una buena capacidad analítica”. Yo no sé si es de la universidad para abajo o es al revés, de nosotros hacia la universidad […] Nos decían: “Ustedes desarrollen la capacidad de que ellos tengan espíritu crítico, necesidad de investigar, que sepan meterse en las cosas. Ustedes trabajen con eso, no se metan con lo nuestro”.

Por tanto, las dudas salen por todos lados, ¿el bachillerato Arte y Expresión no está llamado a ser por antonomasia un espacio para la creatividad?, ¿la opción Científica y Biológica no tienen espacio para el desarrollo tecnológico y científico?, ¿la opción Humanista no tiene como cometido el desarrollo del pensamiento crítico?. Estás preguntas y tantas otras podrían inundar al lector de cuestionamientos sensatos que no tienen respuesta, más que un soberbio Twitt de Silva cual dice, “Invito, en particular antes de opinar con carencia de información básica, a conocer la hoja de ruta aprobada por la ANEP para concretar la transformación curricular a partir de avances existentes, participación amplia y toma de decisiones”, donde un link te redirecciona a una búsqueda web de una “Hoja de Ruta” que en relación a los fundamentos de la reforma, es intrascendente. 

La reforma debería orientarse a continuar con lo propuesto en el Plan 2006, donde ya el 65% de la carga horaria tiene como función la formación común y el restante 35% en conocimiento especializado. Se deberá buscar reperfilar sus contenidos en la búsqueda de competencias, no desde una desdeñable mirada tecnocrática, donde el mercado laboral es el fin en sí mismo, sino, como explican Pereira y Silva (2007):

En clave educativa entendemos que las competencias deben ser pensadas como aprendizajes complejos. Estas exigen movilizar y combinar capacidades humanas de distinta naturaleza, que permiten a un sujeto poner en acción conocimientos y habilidades para dar respuestas (…) sentidas, efectivas y actualizadas a las demandas de un entorno cambiante y en ocasiones contradictorio en el que se inscribe su vida, contemplando sus implicaciones sociales y éticas. 

Frente al paradigma de las competencias, es necesario que el bachillerato diversificado deba explorar alternativas más polivalentes y abiertas, pero no obliguemos por tanto al estudiante a continuar un enfoque general u otro cientificista y academicista, permitamos que los nuevos “enfoques”, se sumen a la oferta educativa ya existente donde una formación con finalidades más equilibradas no signifique la censura. 

Si las políticas educativas serán comprendidas desde enfoques reduccionistas donde las lógicas mercantiles marcarán la agenda, puedo decir sin tapujos, para esto no los voté. 

Bibliografía Consultada: 

  • Administración Nacional de Educación Pública (2021); “Proyecto de Presupuesto y Plan de Desarrollo Educativo 2020-2024”.
  • Daniel Feldman y Mariano Palamidessi (entre otros) “Continuidad y cambio en el currículum. Los planes de estudio de educación primaria y media en Uruguay”.
  • Instituto Nacional de Evaluación Educativa (2019); “Informe sobre el estado de la Educación en Uruguay 2017-2018”.
  • El Observador (2021); “Cambios en bachillerato: será común para todos y se podrá elegir un ‘énfasis’ en sexto”.
  • Rudyard Pereira y Diego Silva (2017); “La hidra y el derecho a la educación de los adolescentes”.

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