Por: Raúl Blanco.
El Frente Amplio, después de su inesperada derrota electoral, ha hecho su autocrítica, aunque algunos no lo crean, o no lo perciban, y esa fuerza no lo haya dicho explícitamente, pero sí hay un cambio de rumbo.
La autocrítica la hizo, y sigue haciéndola, por sectores, a su manera, y no como conglomerado, pero todos ven la misma opción.
Las dos recientes experiencias como fuerza política les enseño el camino, el balotaje del 2019 y la recolección de firmas para el referéndum por la derogación de 135 artículos de la Ley De Urgente Consideración.
En el mes de noviembre de 2019, el Frente Amplio volvió a las bases, y le faltó poco para mantener la Presidencia de la República, sin mayoría parlamentaria, pero seguiría gobernando.
Con la recolección de las firmas se tuvo otra experiencia. Comenzó con mayor ímpetu el movimiento sindical y lo fueron siguiendo las diferentes agrupaciones políticas y algunos colectivos sociales. Y se llegó al objetivo como colectivos opositores.
El Frente Amplio recuperó la memoria y repasó su propia historia. Los dirigentes se dieron cuenta que se habían aburguesado los últimos 15 años y estaban haciendo lo que siempre criticaron de los partidos tradicionales, estar lejos de la gente. Esa gente que los había puesto en el gobierno.
Pero los viejos dirigentes ya no están en primera línea, y los nuevos no saben cómo hablar con el vecino y vecina, y recurren a la experiencia sindical.
En definitiva siempre fueron socios políticos. Nadie se va a sorprender ni horrorizarse.
Es así que lentamente se van sumando apoyos al líder sindical que encabezó la movida de recolección de firmas.
Se necesita un Presidente conciliador y buen negociador entre diferentes grupos de interés.
Además Pereira se ganó el derecho a seguir siendo el líder de la campaña de la oposición en busca de la derogación de esos 135 artículos en cuestión.
Al fin y al cabo, fue el gran abanderado de la recolección de firmas, mal que le pese a muchos.
