Afganistán: donde las mujeres visten la «burkha»

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Por: Tilio Alberto Coronel Grillo.

Introducción

El Corán dice en el Sura [1]IV, versículo 38:”Los hombres son superiores a las mujeres, a causa de las cualidades por medio de las cuáles Dios ha elevado a éstos por encima de aquellas, y porque los hombres emplean sus bienes en dotar a las mujeres”. Tal vez como consecuencia de esto, en el mundo islámico la mujer no tiene participación en la vida pública, pero en la vida privada es más importante que el hombre. Sin embargo, esto no se reconoce en la sociedad afgana, dónde los hombres dicen: “Las mujeres no aportan nada.”

En Afganistán, la situación de la mujer es lamentable. Las obligan a ejercer la prostitución, las casan obligadas como pago de deudas y las apalean al menor motivo. A los ojos de un extranjero recién llegado, una mujer vale menos que un burro o una cabra, pero con el tiempo se ve que tiene un rol muy importante en la sociedad afgana. Por supuesto, ese papel no es reconocido.

 
Medio urbano y medio rural

 
La situación de la mujer varía según dónde esté radicada. En las villas y aldeas del ambiente rural, los habitantes son en su mayoría parientes. La mujer vive en un grupo familiar más grande y tiene mucho más seguridad y libertad de movimientos. 

Allí, su trabajo es esencial para el buen desarrollo de la familia. Las funciones de los cónyuges están ligadas. Los hombres realizan las tareas más pesadas: aran, siembran y cosechan. Las mujeres hacen lo más liviano: almacenar porotos, algodón y melones [2]. Una parte de la cosecha se vende en el “bazar” (mercado). La otra se mantiene en reserva para el invierno, durísimo en las zonas rurales. En cada familia, la mujer de mayor edad es la encargada de distribuir diariamente los alimentos y cuidar que sean suficientes hasta la próxima cosecha. Si no maneja las reservas en forma adecuada, la familia se muere de hambre.

El caso más claro de interacción entre el hombre y la mujer se encuentra en las familias fabricantes de alfombras. El hombre esquila las ovejas. La mujer teje la lana y la devuelve al hombre. Este la tiñe y retorna el material a la mujer, quien teje la alfombra. El resultado final es un artículo de color rojo y negro, (los colores afganos tradicionales)[3], y se la lleva a vender en el mercado.  Esta interacción crea respeto entre los miembros de la familia porque todos saben que uno no puede sobrevivir sin los otros.

Telar usado para tejer alfombrasLa vida en las grandes ciudades es completamente diferente (Kabul y Mazar -e -Sharif, por citar algunas). Es más difícil para la mujer. Sin embargo, algunas me dijeron:”Prefiero casarme con un hombre de la ciudad. Vivir allí es más moderno”. No sé si es lo mejor para ellas. El ambiente es más hostil. Por ejemplo, en un comercio de Maimana vi dos mujeres saliendo espantadas a gritos. Las echó el propietario. El caballero se incomodó debido al reclamo de las damas por el alto precio de un artículo.

Mujeres en el mercado.

En su ambiente

La mujer tiene su ambiente en la casa familiar. Por privacidad y seguridad, la casa está rodeada por un muro. El diseño interior está pensado para aislar a la mujer del mundo exterior. Hay una sola entrada que conduce directamente a la pieza donde los hombres atienden a los invitados. Este cuarto está aislado de las dependencias de las damas, su parte exclusiva e importante, único lugar dónde pueden ser ellas mismas como tales.  En la intimidad del hogar, muchas charlas y bromas se suceden entre hombres y mujeres.  Sin embargo, en la calle y lugares públicos se comportan acorde a las normas afganas: Vestida con la “burkha”, que las cubre de pie a cabeza, la mujer camina detrás del hombre, con apariencia modesta y sin hablar. No se concibe la presencia femenina en un partido de “bushkashi”, por ejemplo,[4] ni en cualquier reunión pública.

Hasta los trece o catorce años, la mujer no está obligada a vestir el ‘burkha’

La acción más importante de la mujer afgana es el casarse. La preparación es meticulosa. Se atiende sobremanera la confección de artículos bordados, como vestidos y manteles. Cuando la novia se traslada a la casa de su futuro esposo, las parientes de éste examinan con ojo critico cada pieza bordada presentada por aquella. A mejor bordado, se ganará mayor aprecio. Su pericia manual es símbolo de estima personal. La futura felicidad de la nueva esposa descansa en la calidad de su trabajo. En verdad son hábiles. Las vi trabajar en sus telares en La Casa de la Mujer, una institución gubernamental establecida en Maimana. Me impresionó su afán perfeccionista.

 La situación de la mujer crece al casarse y su principal objetivo es la maternidad. Para los afganos, “un hogar sin hijos es una desgracia”.  Con frecuencia, las madres son muy jóvenes y procrean muchos descendientes, demasiados para sus escasos recursos. Arif, un comerciante, me decía preocupado: “Tal vez sea necesario implementar un programa de planificación familiar” Tengo 32 años y ya cargo cuatro hijos. Para colmo, tres son mujeres”.

Maija

El caso de Maija, una refugiada que vivía en Holanda, ilustra en parte la triste situación de la mujer afgana. Maija tenía pasaporte holandés y trabajaba allí desde hacía una década. Tenía 29 años y un hijo de corta edad. Era madre soltera. Las autoridades holandesas le habían prohibido retornar a Afganistán, pero ella cometió el error de volver y presentarse ante su padre con un hijo y sin marido. El hombre la encerró en un cuarto durante tres meses y le daba una paliza todos los días.

Cansada de esa situación, la mujer escapó con su niño y el padre prometió: ”La voy a matar”. Maija se presentó ante las autoridades locales reclamando asistencia. La recibió el Procurador General de Maimana quién le recordó: ”Como afgana, está usted bajo las leyes del país, así que debe volver a su casa y pedir perdón a su padre.” El Gobernador de la Provincia de Faryab fue noticiado del hecho y agregó que también a él debía dar satisfacciones por su conducta.

Desesperada, Maija pidió ayuda a Bárbara Maria Rohman, abogada, alemana, 32 años, quién trabajaba en el área de Derechos Humanos de ONU. Para entonces ya la perseguían tres afganos: el padre, el Procurador y el Gobernador. Se le prometió ayuda, pero antes era necesario negociar con el Procurador, quién llegó hecho una furia un rato después.

La negociación fue harto difícil. El Procurador hizo un largo discurso exponiendo los fundamentos islámicos, las costumbres afganas, los derechos tribales, las razones de la “sharia”[5] y las obligaciones de los nacidos en Afganistán. La señora Rohman hizo un discurso aún más extenso y echó por delante los derechos humanos, los derechos de las personas, los derechos de las mujeres, los derechos internacionales y media docena de artículos de una ley que protege a los refugiados. Maija expresó: ”Quiero ayuda para salir de esta Provincia y del país.” “Mi vida corre peligro. Mi padre quiere matarme”. Se le explicó que debía serenarse. ”Mediante el diálogo educado y sereno -dijo Rohman- todo se puede arreglar.”

Maija replicó: ”No señora. Conozco la gente de mi país. Están tan solo un escalón por encima de los animales. No les hable de educación porque hasta desconocen el significado del término. Si me quedo aquí me mataran”.

La mujer logró su propósito y abandonó Afganistán. Retornó a Holanda con su hijo.[6] El padre acudió al Gobernador en demanda de justicia y cumplimiento de la ley, pero le informaron:”El caso ya está fuera de nuestro alcance”. El hombre, resignado, dijo: “Mi hija es libre de hacer lo que quiera, pero si vuelve la mato.”

Marya

 Otro caso singular era el de Marya, limpiadora en un comercio de Maimana. Tenía alrededor de cuarenta años, viuda y con siete hijos. Como muchas de las mujeres afganas era jefe de familia y le resultaba muy difícil hacer subsistir a la suya. El propietario, un afgano llamado Amán, tayico[7], era un consumado contrabandista y bandido, con un admirable conocimiento de las milenarias rutas y caminos de la estepa de Faryab. Sentía un odio visceral por las mujeres. Le comenté la difícil situación de su empleada, y me dijo: ”Esa mujer es una prostituta. Si usted se fija, ella sale a caminar todos los días a las tres de la tarde. Va a acostarse con hombres. Lo hace por dinero. ”

Mató a su suegra

Al igual que el resto del país, en Maimana había un alto índice de violencia doméstica. En abril de 2005 supe del caso de la mujer que mató a su esposo y a su suegra. Era una joven de unos 25 años. Una mañana discutió con su esposo e intervino su suegra. La muchacha tomó un fusil AK-47 (disponibles en muchos hogares), mató primero al esposo y después a la suegra. Fue arrestada y el Gobernador Provincial la mandó a la cárcel. 

Decenas de mujeres de Maimana organizaron una marcha de protesta. Salieron por las calles de la ciudad sin proferir gritos ni voces, caminando en completo silencio. Vestidas con sus “burkhas” blancas, celestes y negras, las mujeres parecían fantasmas. Reclamaban la libertad de la mujer arrestada, alegando que según las normas islámicas, la suegra no puede intervenir en los asuntos del matrimonio. El consejo de ancianos concordó y la detenida fue liberada. Con referencia a las mujeres, fue una de las pocas protestas populares que vi en Maimana.

Las mujeres son despreciadas hasta en la intimidad del sexo. Preguntados los afganos como llevaban su vida sexual en el matrimonio, decían: ”No conocemos el cuerpo de nuestras mujeres. Apagamos la luz, hacemos lo que hay que hacer y ahí termina la relación“.

Así las cosas, la frase del dueño de la peluquería a la que yo concurría resume la situación. Le pregunté si las mujeres deben usar la burkha en todo momento y lugar. Respondió: “Cuando la mujer sale fuera de la casa a comprar en el mercado -eso puede ser el lunes y el jueves- , debe vestir la burkha. Dentro de casa se la puede quitar, pero debe vestir una blusa suficientemente larga que impida verle el trasero. ”

Notas

[1] En árabe “sura” significa “capitulo”.

[2] Puedo decir, de paso: los melones afganos son los mejores del mundo.

[3] El estilo se mantiene desde hace unos dos mil quinientos años.

[4] El bushkashi es el deporte nacional afgano. Se juega a caballo. En Maimana, lo practicaban los viernes, en un espacio de la estepa en la salida Este de la ciudad.

[5] Ley islámica.

[6] Supongo que aún estará allí, despreocupada.

[7] Una de las etnias afganas.

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3 COMENTARIOS

  1. estos tristes sistemas de vida lamentablemente solo se terminaran el dia que pase un bombardero y los liquide a todos, .-
    quien manda el bombardero???

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