LA REVOLUCIÓN ES DISTINTA II. Por Joise Morillo

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¡Un punto a favor de la libertad!

En el artículo anterior hago una crítica de este trabajo de Ernst Fischer quien se consideraba comunista dedicado al arte y la filosofía. Vuelca su pensamiento a una visión llamada eurocomunismo que condena la estética política del estalinismo, considerándolo fascista. Su crítica de sesgo político y de franca crítica al estalinismo intenta rehabilitar el arte moderno postergado por el realismo socialista de los ideólogos comunistas. Por tal motivo, por oponerse a la invasión de Checoslovaquia y, tras recibir las críticas de Brézhnev y Shólojov en el Congreso del Partido Comunista, en 1969 fue expulsado del partido. En otras palabras, fue víctima de lo que denunciaba, del ostracismo, o la purga soviética que acabó, incluso, con el radical Trotsky. Por otro lado, critica la omisión y el ocultamiento de corregir problemas de carácter público por parte de la satrapía y el nepotismo; qué, trae como consecuencia teatros de paliativos para evitar probables soluciones; los cuales, las más de las veces crean otros problemas para distraer la atención del ciudadano. Con ello, el deterioro de la calidad de vida se hace patente. El hambre y la miseria producto del control gubernamental junto al terror de Estado son sus aliados. 

En su visión correlativa de lo que debía ser la antítesis utópica del socialismo y lo que en la práctica ha venido siendo, se interpreta que:

En una verdadera democracia socialista, la política debe fundarse en respaldar y hacer cumplir «(…) ampliar los derechos civiles del ciudadano y de extenderlos a todos los dominios -igualdad social-; con apoyo a los socialmente débiles contra el poder de los corruptos y privilegiados; de garantizar la seguridad social y jurídica, en la medida posible, proteger al que produce y al que vive de su mano de obra, de luchar contra la miseria material e intelectual; de abolir la desigualdad de las oportunidades de instrucción; de fomentar la paz y la distensión internacional; de luchar contra los agresores propagandistas y el terrorismo; de protestar por todos los medios posibles contra el genocidio, la tortura y la discriminación racial.»

Hasta ahí se contempla un tenor filantrópico que linda con la esencia de la filosofía de la política en el sentido de ejercer justicia sin discriminación, ni social, ni religiosa, ni económica. En otras palabras, justicia a todos los niveles; incluyendo, modos de producción en la medida de obtener beneficios probables para el bien común sin socavar las bases del ingenio e iniciativa individual como punto inicial y átomo del esfuerzo para el beneficio público.

La postura de Ernst va más allá del derecho individual que profesa Fichter en su filosofía del derecho que adjudica un modelo artesanal donde se defienden los privilegios del productor individual de acuerdo a su ocupación. Igualmente trasciende lo proverbial de Platón en la república o el estado; donde, «el zapatero debe dedicarse a sus zapatos y no a otra cosa» para mantener una gran familia que es la república, en armonía.

No obstante, Fischer no menciona el único y verdadero sistema de hacer rica a las naciones, caso como la metáfora de la mano invisible que es el capitalismo para Adam Smith. Por esa omisión el postulado del checo queda incompleto y sumergido en el limbo de la improvisación. Desde luego, no se puede condenar tal falla como solo crítica estéril; pues, haber observado el error catastrófico que ha producido el fascismo comunista del estalinismo, el nepotismo soviético, la satrapía corrupta y, toda clase de manejos dolosos de los recursos públicos a manos de testaferros y acólitos del despotismo marxista, es bastante para dar mérito a su indignación literaria.

A esto podemos sumar que la omisión del manejo capitalista es retraerse al espíritu evolutivo de la inteligencia -tomado como objeto inmanente- basado en el progreso de las culturas y las civilizaciones. Empero, las mismas están fundadas en el conocimiento y manejo de recursos tanto naturales como sintéticos o materiales. Los primeros radican como materia prima en el país geográfico y territorial de las naciones a espera de ser explotados. Un buen ejemplo es el origen del salario producto de la explotación de la sal. Los segundos constituyen todo los medios fiduciarios y procesos administrativos que han sido creados como garantía de poder adquisitivo y comercialización de lo que se produce en todas las escalas económicas y de la explotación de los recursos naturales, que, en comunión, crean ecologías de desarrollo económico.

Un ejemplo híbrido a sido la apertura económica china inspirada en la máxima de Den Xiao Pin:

 «no importa el color del gato lo que importa es que cace ratones» 

No se necesita una erudición óptima para interpretar tal metáfora. Sin embargo, no está de más entender y aprehender que no hay forma de progresar sin manejar con propiedad este recurso sintético llamado dinero que respalda la acumulación de riquezas y, que Marx ha satanizado en su «Das Kapital». Este recurso sería una fórmula estéril y no productiva si no se le invierte. En ello va implícita la fuerza laboral, el medio de producción, artesanal o industrial. Un medio que, aunque debe ser de interés público, debe ser concebido en mayor grado por la iniciativa privada con una idónea fiscalización que no atente contra la seguridad de las empresas. Su tasación impositiva debe basarse en la justicia y no en ninguna clase de nivelación, y regularización. Por ende, dar lugar al capitalismo en función del progreso de las naciones. El capitalismo es el más elevado producto de progreso económico creado por el mundo humano.

La ley laboral, justa y necesaria, debe fundarse en la optimización de la calidad de vida del trabajador, sin detrimento al empresario, ni de carácter complaciente con las empresas. Las empresas públicas deben ser del orden de los servicios públicos, la salud, transporte y comunicación y educación. En la posibilidad de optimización de la calidad de vida del ciudadano no se debe excluir la intervención de la empresa privada en función de desarrollar empresas de servicios públicos. Sin embargo, la tercerización debe ser supervisada y plantear la inhibición respecto al tráfico de influencias parental y el nepotismo.

De esta forma el estigma de la debilidad de la democracia como sistema político por las libertades que ofrece al ciudadano, quedaría amputada y, el mérito de los filósofos anti fascistas-comunistas, reivindicado.

Joise MORILLO

[email protected]

Venezuela – USA 

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