El crecimiento de la desigualdad puede deberse a que una parte de la sociedad
está despegando del estancamiento económico y social, lo cual no es negativo
para el colectivo; o puede ser que un tirano se apropie de lo ajeno.
Acontecimientos que nos conmueven demuestran que una sociedad igualada a prepo en la miseria es lo peor para todos.
Ese estancamiento impide un trabajo digno y superar condiciones de base
dramáticas.
Con la falsa promesa de que todos superen la pobreza, se ha convertido a países
riquísimos y sociedades de calidad de vida en una masa informe de esclavos al
servicio de la tiranía.
Esos que llenan de pobres a los países que denostan.
Es imposible igualar a pobres y ricos en una sociedad que multiplica
exponencialmente el conocimiento tecnológico.
Inevitablemente, personas van quedando rezagadas.
La solidaridad bien entendida implica darles la oportunidad de formarse y salir por
sí mismos de la pobreza que, naturalmente, afecta a cualquiera.
En la China de Mao, la planificación para terminar con la pobreza, el “Gran salto
adelante”, mató a más de 30 millones por hambruna.
En la URSS, el sistema planificado de igualación implosionó, aplastando a otros
millones de víctimas.
La Cuba de los Castro, la Venezuela de Chávez y Maduro, y la Nicaragua de Ortega
produjeron récord Guinness de exiliados por hambre y miseria.
La Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa, la Argentina de los Kirchner y Fernández, y la Colombia del exterrorista Petro o el comunista Boric en Chile
multiplicaron la pobreza.
En su opuesto, la libertad de emprender y el comercio han multiplicado recursos
en países pobres como Singapur o Corea.
Incrementan oportunidades de superación, respetan la propiedad y la libertad, y
evitan que el gasto público destruya recursos inútilmente.
Igualar distribuyendo los recursos que se invierten en crear tecnología, compartir o
vender calidad de vida, no lograría más que destruir inversión y trabajo; aumentala pobreza.
La libertad de invertir ha beneficiado a la humanidad, disminuyéndola
progresivamente mediante la inventiva superadora humana.
Convendría acelerar el proceso, aplicar restricciones presupuestales al gasto
político, devolverle recursos a la inversión privada creativa y permitir la
competencia para favorecer al consumidor.
El emprendedor asume su responsabilidad de ganancia o pérdida en acciones de
prueba y error, sostiene el gasto público y da oportunidades laborales cargando
con las contribuciones impositivas.
La planificación, apropiándose de esos recursos, ha fracasado siempre, exponiendo
una utopía dolorosa. Impide la multiplicación de recursos y sacrifica la producción
de bienes.
En China, la forma de reducir drásticamente la pobreza se dio cuando se permitió
la riqueza.
Deng Xiaoping transformó la economía planificada en una economía de mercado
libre.
Aumentó la riqueza y la desigualdad económica.
No obstante, China se convirtió en la segunda economía más grande del mundo.
No fue un milagro; dejó librada la multiplicación de recursos a la producción
privada y al comercio libre, y de esa forma la mayoría pudo alcanzar oportunidades
de empleo.
China sigue teniendo pobreza menor porque creció positivamente la desigualdad.
Se está generando en América Latina un liderazgo retrógrado que aleja a las
sociedades del crecimiento.
Boicotea formas de comunicación libre. Ignora que la libertad busca siempre
superar la castración de los demagogos, aun cuando se conviertan en tiranía.
Talentos y virtudes naturales se ofrecen para servir con tecnología a toda la
sociedad pagando impuestos.
Arriesgan sus propios recursos, crean herramientas que desarrollan nuevas formas
de trabajo.
En su origen no son ricos; se aventuran desde un garaje con recursos básicos.
Con su aporte, los uruguayos crean nuevas aplicaciones que venden porque
facilitan la vida, superan trámites burocráticos, cargas impositivas exageradas yabusos sindicales.
Promueven trabajo con un celular, eliminan viejas formas de esclavitud.
Multiplican la productividad, avanzan en información independiente y singular,
innovan aparataje médico para mejorar la calidad de vida y permiten atender a
marginados, desempleados informales y pobres.
Son señales de un mundo nuevo, resiliente, para aquellos que se esfuerzan en ser
mejores.
Tenemos que valorar y agradecer porque produce más recursos y promueve el
ascenso económico y social.
Más jóvenes uruguayos descubren aplicaciones de robótica, aportan creatividad
intelectual y artística.
Tiran del carro en contra de los agoreros que predecían que desapareceríamos al
llegar a mil millones.
Quienes tenemos el orgullo de pertenecer a familias de emigrantes que superaron
contingencias extremas sin asistencialismo, hemos internalizado que se puede
ahorrar para apoyar a quienes nos suceden, formándolos para un trabajo mejor.
Los imprudentes con los recursos ajenos prometen solucionar la desigualdad con
lo que todavía no se ha creado.
Siempre han fracasado.
El FA en el gobierno fue un ejemplo en destruir recursos privados, procrastinar el
crecimiento, destruir inversiones y estancar la pobreza.
No dejaron crecer a los que producen, postergaron la formación educativa,
multiplicando analfabetos para enfrentar esta cuarta revolución tecnológica.
Aplicaron el manual del sistema fracasado: aumentaron el gasto, cargaron sobre el
pequeño emprendedor, destruyeron empleo formal, nos endeudaron y falsificaron
el valor de la moneda, castigando el poder adquisitivo de los más pobres.
La vida regalada no existe; no es culpa de los que trabajan.
Por el contrario, trabajan cada día para aportar recursos a todos, para que todos
estemos mejor.
Los chamanes de la igualdad tienen remedios falsos y la única pobreza que
solucionan es la de ellos