Por: Francisco Berchesi.
Este fin de semana se celebra un nuevo Día del Patrimonio, en esta oportunidad, dedicado a José Enrique Rodó.
Como cada mes de octubre desde 1995, en nuestro país se abren gratuitamente al público todos los edificios gubernamentales, museos, instituciones educativas, iglesias, edificios y casas particulares con interés histórico o arquitectónico. De esta forma se difunden los valores nacionales, exponiéndolos y haciéndolos palpables a todos, sin distinción alguna.
Organizado por la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, que depende del Ministerio de Educación y Cultura, fue expandiendo su propuesta con el correr del tiempo, pasando de ser una exposición arquitectónica, a abarcar el patrimonio tangible e intangible.
De esta forma, cada Día del Patrimonio es una celebración de la cultura nacional, un afecto a nuestros pabellones que flamean orgullosamente en lo alto todo el fin de semana, viendo cómo los suyos se aventuran en su corazón un poco más. Cómo a los padres se les infla el pecho mostrándoles a sus hijos todo lo que nos forjó e hizo ser lo que somos, todo lo que fuimos para poder seguir siendo. En definitiva, lo que realmente somos.
A la vista está, mediante comentarios de jóvenes estudiantes y videos que circulan en las redes, que el adoctrinamiento y la tergiversación de la historia nacional lamentablemente ocurren a diario en instituciones públicas y privadas, tratando de genocidas, por ejemplo, a quienes no lo fueron y de víctimas a quienes nunca lo sintieron.
Personalmente, siento que esta fecha es una buena aireada a toda esa bruma que se asienta en la cabeza de nuestros jóvenes. Asisten, leen y sienten lo que fue aquel tiempo, cómo se vivía, qué los aquejaba y qué medios tenían.
Ocasión especial la de este año, al homenajearse a José Enrique Rodó. Escritor y político uruguayo. De hecho, agudo pensador y refinado escritor, con gran difusión en Latinoamérica.
Aprovechemos este fin de semana, que es un faro para la juventud. Expone los cimientos de nuestros sentimientos y cristaliza nuestro sentir.