Por Teniente Coronel ® Luis Alberto Castro
La vestimenta que caracteriza a las Pandillas
a) MS-13
Usa pantalón flojo «recto», camisa floja y por fuera, abotonada hasta el cuello y la muñeca (camisa deportiva o de vestir manga larga). Cinturón abrochado del lado derecho y colgando hacia ese lado, la gorra puesta con la visera para atrás.
b) M-18
Camisa floja, con una camiseta de centro metida en el pantalón, mientras que la camisa queda por fuera. Pantalón flojo, el cinturón abrochado de izquierda a derecha y la punta colgando al lado izquierdo o al centro desde la hebilla. La gorra con la visera puesta correctamente hacia el frente. Un arete que cuelgue de cualquier oreja.
Las Pandillas son un fenómeno esencialmente urbano, con células que operan en dos continentes.
Poseen entre 75.000 y 90.000 miembros, los cuales se concentran sobre todo en las áreas urbanas de Centroamérica o en lugares por fuera de la región donde hay una gran diáspora de centroamericanos.
En Honduras y Guatemala, la Pandilla sigue siendo en gran parte urbana. En El Salvador, sin embargo, se ha extendido a zonas más rurales. La expansión por fuera de las zonas urbanas también ha ocurrido en ciertas áreas de Estados Unidos, especialmente en Long Island y Carolina del Norte, y cada vez más en California.
Las Pandillas han aparecido también en Europa, específicamente en zonas urbanas de España e Italia. El tamaño de la Pandilla en estas áreas varía bastante, dependiendo de los esfuerzos de los organismos de seguridad y de patrones migratorios.
La Pandilla es en primer lugar, una organización social, y en segundo lugar una organización criminal.
La Pandilla es un fenómeno complejo y no busca tanto generar ingresos, sino más bien crear una identidad colectiva que se construya y refuerce por experiencias compartidas, a menudo de carácter criminal, en especial actos de violencia y expresiones de control social. La Pandilla se basa en una noción mítica de la comunidad, así como en el concepto de equipo y en una ideología basada en su sangrienta lucha con su principal rival, la Pandilla contaría, para mantener una organización social y criminal enorme y débilmente estructurada.
La Pandilla es una organización difusa y con subdivisiones, sin un único líder ni estructura de liderazgo que dirija a la pandilla en su conjunto.
La Pandilla no tiene un solo líder o un consejo de líderes. Por el contrario, es una federación con varios niveles de líderes que interactúan, obedecen y se responden entre sí en momentos diferentes, dependiendo de las circunstancias.
En términos generales, la mayoría de las decisiones son tomadas por células individuales, denominadas clicas. En algunas áreas, los miembros de más alto rango conforman un consejo de líderes, pero no todas las áreas cuentan con uno de estos consejos.
Debido a que una gran parte de estos líderes se encuentran en las cárceles, les es sumamente difícil imponer el control total sobre los pandilleros rasos.
La Pandilla se rige por pautas más que por reglas, las cuales están sujetas a diversas interpretaciones.
La naturaleza difusa de la organización tiene implicaciones generales para su funcionamiento. La Pandilla cuenta con pautas más que con reglas.
Estas pautas están sujetas a diversas interpretaciones y se aplican de manera improvisada. En otras palabras, esta justicia interna no es necesariamente un sistema estricto, y a menudo depende más de quién es el líder y quién está siendo juzgado, más que de la transgresión cometida o de las circunstancias que la rodean.
Esta aplicación incoherente de las reglas conduce a constantes conflictos internos y externos y es la principal causa de la violencia generalizada donde quiera que la Pandilla opere.
La violencia de la Pandilla es brutal y deliberada.
La violencia es un elemento fundamental para la Pandilla en su modus operandi y se percibe en las pruebas y castigos para sus miembros.
La violencia también permite generar cohesión y camaradería dentro de las clicas. Este uso de la violencia ha contribuido a mejorar la marca de la Pandilla, lo que les permite expandirse en tamaño y en alcance geográfico, pero les ha impedido ingresar en economías criminales más sofisticadas y lucrativas.
Sus potenciales socios perciben a la Pandilla como un objetivo poco fiable y demasiado visible, una percepción que se ve reforzada por sus actos violentos.
Las Pandillas aprovechan los patrones migratorios tradicionales, en lugar de enviar a sus miembros a crear nuevas células.
La evolución de las Pandillas ha alarmado a los organismos de seguridad, quienes afirman que sus líderes están moviendo a sus miembros por toda la región.
Pero si bien la Pandilla está repoblando sus células y estableciendo otras nuevas, parece estar aprovechando las circunstancias, en lugar de generarlas.
Los miembros de las Pandillas migran por las mismas razones que lo hacen otras personas y van a los mismos lugares que estas. También enfrentan dificultades similares, como la indigencia, el aislamiento, la victimización, la detención y la deportación.
Yendo ahora al Uruguay, no se puede afirmar que en nuestro país hay al presente una presencia probada de Maras o Pandillas, pero no podemos negar que hay coincidencias, hay condiciones, hay realidades que estarían demostrando que algunas de las actividades criminales a las que las Pandillas se dedican se están viendo cada vez con más frecuencia en nuestro país. En este sentido podemos mencionar:
– Tráfico de armas
– Tráfico de personas
– Ajustes de cuentas por diputas de territorio
– Asesinatos llevados a cabo con una alevosía y sadismo que no son más que un mensaje sobre el grado de violencia al cual están decididos a llegar para generar temor
– Enfrentamientos con resultados sangrientos entre personas muy jóvenes muchas veces por disputa de territorios
– Zonas de la periferia urbana adonde a la Policía se le hace difícil entrar y de hacerlo son recibidos con mucha hostilidad.
– Y sin dudas, el enorme aumento del tráfico de drogas.