Esc. Sebastián Rodríguez Merlo
Quizás el patrimonio natural que contempla todas las atenciones de esta isla es un volcán. No estoy diciendo que sea la razón de por qué tantas personas visitan este lugar, pero tenerlo medio en el inconsciente, allá a lo lejos, diría de fondo, te da una sensación de que esta isla es única.
Me refiero a la Isla de Sicilia.
El testimonio del vino en esta isla, tiene un por qué: fue colonia griega antes que todo. Hay que recordar que la tradición vitivinícola en Europa se relaciona mayormente con Grecia, sin perjuicio de la competencia un tanto feroz entre Georgia y Armenia para disputarse el origen de…
En esta tierra volcánica por excelencia, crece una variedad tinta que se la podría llamar: el summum italiano. Si hay algo que marca la tónica italiana es la fruta y acidez al mismo tiempo. Y uno dirá: qué gracia tiene? Que por lo general la acidez marca frescura en un vino, pero se aleja de azúcar y por lo tanto frutosidad. Encontrar el punto justo entre acidez natural de toda uva y frutosidad, no es moco de pavo. Me refiero a la variedad Nero D´avola.
Los viñedos a la altura de las montañas pero no muy lejos del mar, te dan esas condiciones de calor y sol, pero la brisa marítima ayuda a ese proceso de maduración según manual. En la boca vas a encontrar abundancia de jugo de gommybayas (Frutos Rojos según la academia) y hasta frutos al estilo monje benedictino de Cluny en el siglo XII (Negros), con un gran equilibrio en boca. Recuerden: equilibrio.
Así que pico la longaniza y pan, unos tallarines al ragú y a otra cosa.