Editorial – Raúl Blanco
Un Ministro, aveces, es como el mascarón de proa de un barco, que navega por buenas aguas en ocaciones, y por rumbo incierto a veces.
El mascarón de proa es una figura decorativa, generalmente tallada en madera y ornamentada o pintada, que llevaban antiguamente los buques en la parte alta del tajamar, que forma parte de esa estructura importante del barco.
Ese mascarón es lo primero que se ve de la estructura del barco, y va al frente, pero el timón está en otra parte de ese barco.
La proa del barco es la parte delantera que sirve de tajamar, abre el agua en su navegación, pero también es la parte que recibe el golpe al chocar de frente con otro barco, una roca o un iceberg.
Un Ministro es un buen práctico, pero no tiene el mando del barco.
Un Práctico es un capitán de barco que conduce los barcos en aguas peligrosas o de intenso tráfico, como puertos, canales angostos o ríos. No obstante, el práctico es solo un asesor, en tanto legalmente el capitán continúa al mando del buque. El practicaje es una de las profesiones más antiguas y menos conocidas, no obstante es una de las más importantes en la seguridad de la navegación. El riesgo económico, ambiental y para las vidas humanas que representan los grandes buques de carga de la actualidad, hacen que el rol del práctico sea esencial.
Ante un accidente, la proa, y por ende su mascarón, son los que reciben el primer impacto. No hay salvavidas para ese mascarón.
Pero el timonel sí tiene tiempo y recursos para ponerse el chaleco salvavidas.
Es la historia y riesgos de los barcos que se aventuran a navegar en aguas turbulentas, desconocidas, por capricho, o vaya uno a saber sus motivos.