En otras épocas donde se jugaba fútbol en cualquier espacio que se pudiera disponer, había un inconveniente casi insalvable: la pelota podía terminar en la casa del vecino. En ese mundo casi de fantasía en que vivíamos, había veces que aparecía hasta un relator que copiaba no solo el tono de voz sino muchos de los términos de la época. Cuando ocurría la fatalidad y la pelota iba a dar a la casa del vecino todos sabíamos lo que venía: toda una negociación con el vecino de referencia quien, dependiendo de la paciencia y buena disposición con que pudiera contar, devolvía más temprano o más tarde el “útil”. El problema se agravaba cuando, una vez reiniciado el juego, la pelota volvía a la casa del vecino. Allí, quien era el autor de tamaño disparo era insultado y condenado en forma inmediata y sin posibilidad de defensa alguna a ir a buscar la pelota. Pero la tragedia cobraba proporciones mayúsculas porque el hecho una y otra vez se repetía. Ello terminaba en un desestimulo para los jugadores, los pateadores y obviamente molestias al vecino quien con un “se acabó!” daba por terminado el “match”. Con ese final abrupto se terminaban las ilusiones de todos los espontáneos jugadores de emular a sus ídolos de entonces como Spencer o Artime. De allí el dicho “otra vez la pelota a la casa del vecino” como sinónimo de algo molesto y que terminaba por matar las ilusiones.
El nuestro es un país futbolero, creo que nadie lo duda. En época como la que vivimos, muchos estamos en “modo mundial”. Pendientes de nuestra selección y especulando de una u otra forma con los resultados que puede llegar a obtener. Este mundial reviste muchas peculiaridades. En primer lugar se juega en Qatar o Katar. País sin ninguna tradición futbolera ni la infraestructura necesaria para albergar semejante evento. Ya la elección de Qatar como sede de este mundial estuvo plagada de suspicacias por decir lo menos. De hecho, importantes dirigente de la FIFA terminaron presos por sobornos escandalosos. Pero hay también otras cuestiones relativas al país anfitrión. Como Qatar no contaba con la infraestructura necesaria tuvo que construirla a tiempo record. Para ello trabajaron en las obras miles de personas que fueron maltratadas, mal pagas y llueven las denuncias en los organismos internacionales. Se habla de un régimen de semi-esclavitud. Donde la décima parte de las denuncias sean ciertas, el horror no puede pasar desapercibido. Pero hay más aún. Para quienes puedan ir a ver el mundial, y francamente me hubiera encantado poder ir, además del elevado costo que tendrán que afrontar deberán tomar todas las precauciones para evitar ser detenidos. Me explico, son culturas totalmente distintas a las nuestras. Ni que hablar que las mujeres están muy relegadas pero para los hombres el listado de acciones prohibidas es extenso y no me quiero detener en extenso de la gravedad del tema. La figura de la mujer en el mundo musulmán está relegada a niveles infrahumanos. Pero además, tanto hombres como mujeres no pueden tomar alcohol en público, no se pueden mostrar las rodillas (chau bermudas), no se pueden abrazar! O sea que los goles deberán festejarse con un moderado grito sin abandonar la butaca. En fin, la lista de prohibiciones es extensa y deberá ser tomada en cuenta. Todo este entorno, vale decir: los antecedentes, las denuncias en cuanto al maltrato a quienes trabajaron, la discriminación con las mujeres, las prohibiciones, etc. hacen que personajes de la talla de Rod Stewart haya rechazado un contrato de un millón de dólares para estar presente en la inauguración. Una cantante rioplatense se adelantó a decir que no iba y nos dejó a todos la duda si es que la iban a invitar.
En fin, no quiero perder de vista la parte deportiva. Ojalá nos vaya bien. Sé que los muchachos van a hacer un enorme esfuerzo por obtener los mejores resultados y confiemos que así sea. Yo por mi parte deseo lo mejor, y que no se nos vaya la pelota a la casa del vecino.