REUNION DE “INOCENTES”, ¡CONDENA DE HEROES! Por Daniel García

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“A lavarse las manos”. Seguramente este llamado de atención y acción lo hemos escuchado muchas veces en nuestras vidas, cuando madres, abuelas o amigos nos invitaban con esta orden a prepararnos para sentarnos a comer.

Eso significa, proceder a asear nuestras manos, dejando de hacer otras cosas.

La historia también ha estado comprendida en este tipo de conductas, cuando recordamos el hecho en el que Poncio Pilato, Gobernador Romano de la provincia de Judea, luego de entregar a Jesús al juicio de los judíos, respondiendo al grito de la turba que prefirió al popular Barrabás, lavó sus manos en un recipiente para simbolizar estar libre de la culpa de aquella entrega a la pena de crucifixión de un inocente.

Esto lo usamos como ejemplo, cuando queremos demostrar que alguien, ya sean personas, instituciones, etc., quieren desligarse, quitándose responsabilidades, sobre algún asunto o acontecimiento que no le es ajeno.

Estos últimos días, en forma por demás abundante, hemos asistido a los actos recordatorios del 27 de junio de 1973, día en el que se disolvieron las Cámaras o como mayoritariamente reconocemos, aconteció el llamado “Golpe de Estado”.

Programas de televisión, radio, prensa y hasta el propio acto en el Palacio Legislativo, han intentado recorrer de mil formas aquellos hechos, sometiéndolos a un sinfín de interpretaciones y análisis.

Como decimos siempre, la historia dolorosa de un pasado cercano nos tiene embretados, paralizados y ocupados, en seguir mirando por un espejo retrovisor, hechos que siguen sin ponernos de acuerdo y esa historia vuelve a convocarnos una y otra vez, terminando en penosos desencuentros, la mayoría de las veces.

Podemos recurrir a archivos, documentos, libros, testimonios de todo tipo, que nos hablan de lo que pasó y según a quien escuchemos o leamos, nos guiará por interpretaciones cercanas o alejadas de lo que cada uno podamos pensar.

Hablar de la historia siempre puede resultar polémico, cuando se mezcla política, religión, ideologías, que suelen ser temas que encienden pasiones.

Lo cierto es, que cuando queremos dar una explicación sobre asuntos tan importantes y que han provocado variadas derivaciones, hay que intentar ser muy amplio para poder tener en cuenta todos los hechos y protagonistas que pueden haber tenido injerencia, influencia o acción sobre ese asunto.

Desde nuestra visión, tenemos nuestra interpretación, la cual podemos exponer teniendo en cuenta lo limitado de una columna de opinión, pero considerando sus aspectos más sobresalientes, así que allá vamos.

El comienzo de la década de los años sesenta, con un mundo diferente al actual, ponía arriba de la mesa desafíos como el de la carrera espacial entre EE. UU. y la URSS o la reciente Revolución Cubana con las derivaciones que tendría.

El marco más general sería el enfrentamiento entre la URSS y los EEUU en lo que se denominó la “Guerra Fría”, caracterizado por acciones de guerra de baja intensidad fuera de los territorios de las potencias enfrentadas.

Uruguay transitaba en medio de crisis económicas y políticas y no era ajeno a todo lo anterior. La caída de la venta de carnes, lanas y cueros nos afectaba desde hacía 20 años.

La izquierda en general no contaba con gran peso electoral, lo que provocaba en algunos grupos, una cierta intranquilidad al constatar que alcanzar el poder era una tarea ardua, difícil y lejana en su concreción.

La cercana Revolución Cubana, fue despertando la posibilidad de poder concretar esos anhelos de alcanzar el poder, recurriendo a otros métodos diferentes a los que ofrecía el tradicional de elecciones cada cinco años.

Una nutrida literatura y varios autores e intelectuales de izquierda proponían y alentaban esos métodos diferentes, describían un país más bien en tonos de gris, alimentando una visión pesimista que en muchas personas era casi ley.

Era la época de la llamada “generación del 45” que tuvo una visión crítica de la realidad, que para la mayoría transcurría en normalidad y felicidad y ejerció su influencia en ciertos círculos de profesionales y académicos.

Así es que aparece un nuevo protagonista en el quehacer nacional, un grupo que efectúa acciones de un corte violento, que comunica reivindicaciones y proclama determinadas conductas novedosas para una sociedad básicamente pacífica.

El Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, aparece entonces en escena, siendo a partir de allí un actor principal en los hechos por venir. Su inspiración maoísta lo hacía especialmente partidario de la lucha armada

La opción de la lucha armada como forma de obtener el poder, logra su carta de validación en el año 1967 en La Habana, en la ocasión de la primera tricontinental, una conferencia que unía a los pueblos de Asia, América Latina y África en una conferencia llamada de OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), cuando Fidel Castro alienta, financia, promueve y apoya a que esto suceda en casi toda América a la vez.

Luego Cuba pasó varias décadas financiando y entrenando guerrilleros en América y África. En América se creó en 1970, la ¨Junta Coordinadora Revolucionaria¨, con el fin de integrar los esfuerzos de guerrilla de todo el continente.

El transcurrir de los años sesenta, nos coloca frente a una inusitada escalada de hechos violentos y de sangre, secuestros de embajadores, autoridades nacionales, empresarios, etc., que imponen al gobierno del Sr. Pacheco Areco, recurrir a Medidas Prontas de Seguridad contempladas en la Constitución.

En 1971 hay elecciones nacionales, triunfando el candidato del partido de gobierno, el Sr. Juan María Bordaberry, al no ser posible la reelección, por un estrecho margen de votos, del entonces presidente Pacheco Areco, jugado a esa nueva opción.

Los primeros años de esta década, sacuden a nuestro país con una violencia descontrolada, con paros y huelgas alentadas por una central sindical, en manos de grupos de izquierda, que casualmente y como hoy en día, estrangulaban la economía y todas las actividades del quehacer nacional, mostrando una estrategia duradera y similar, a pesar del transcurso del tiempo.

Tal era así, que el entonces secretario general del Partido Comunista Rodney Arismendi, se jactaba que Uruguay era el país con la mayor cantidad de conflictos en el mundo. Vaya récord o distinción para mencionar, en fin, será por eso, por lo que Arismendi, es considerado uno de los cinco más encumbrados filósofos del marxismo en el ámbito mundial y por ello se le condecora con la ¨Cruz de Lenin¨

Las ocupaciones de centros de enseñanza, así como la suspensión de clases casi a diario era, como decimos en forma simple, “el pan nuestro de cada día”.

Los atentados, asesinatos, secuestros, colocación de bombas, robos a todo tipo de instituciones, eran llevados a cabo por el movimiento tupamaro en una interminable secuencia, que desbordaba al accionar de la policía.

Así es, hasta que el gobierno democrático, decide dar intervención a las propias FFAA, para usar el mecanismo más potente de defensa que un Estado tiene.

Por lo tanto, el sistema político como tal, echó mano al accionar militar para dar combate a este terrorismo de carácter internacional que agredía la Nación.

¿Esto se reconoce hoy, alguien hizo mención en los actos recordatorios a este hecho tan grave y excepcional? De la izquierda nadie es capaz de reconocerlo, pero así fue.

¿Cuándo se instala y se reconoce un Estado de Guerra Interno, alguien piensa que no habrá víctimas, cuando ya se venía de un reguero de sangre imparable?

Los que se rajan vestiduras hablando de represión, mostrando imágenes de militares armados en la calle, nos gustaría saber, ¿con que visión miran ese pasado?

¿Le conceden la potestad de actuar para resolver el problema y luego se sientan en la vereda de enfrente a juzgar acciones demostrando ausencia de responsabilidad?

Estas consideraciones van en cuestión a ese hecho bisagra, donde se dio intervención a las FFAA, las que pasaron a ser el blanco sobre el que se dispara hace cincuenta años.

Derrotados militarmente en 1972, y con la mayoría de los grupos terroristas, juzgados y detenidos por sus crímenes de todo tipo, la crisis política e institucional se agravó, con acciones y conductas, claramente en contra del presidente en ejercicio.

La vinculación de legisladores con los grupos subversivos, especialmente el senador Enrique Erro, denunciados por las FFAA, solicitando éstos a la justicia que se votara la suspensión de fueros, como acontece en la actualidad, llevaron la situación al borde del abismo, cuando el parlamento se negó a votar en ese sentido. ¿Lo político por encima de lo jurídico?

No recuerdo en los actos recientes, que alguien mencionase, este otro hecho bisagra en aquel momento y que llevara al presidente constitucional a disolver las Cámaras.

Entonces, ¿que hemos escuchado?

Las palabras “dictadura”, “nunca más” pasaron a ser las muletillas con las que nos han bombardeado estos últimos días, como única explicación de todo lo que pasó, casi un sillón mullido y cómodo desde el que varios actores han dado sus explicaciones y disparado sus dardos envenenados de duros resentimientos.

Volviendo al momento, cabe recordar que, en plena crisis política, luego de la emisión de los famosos comunicados 4 y 7 por parte de las FFAA, el presidente Bordaberry, convoca al pueblo a la Plaza Independencia a “defender la democracia”, llamado al que responden apenas unas cien personas. La realidad es que la gente pedía orden, como en la actualidad pide.

Una clara muestra de que la ciudadanía estaba cansada, hastiada y decepcionada de la respuesta que el sistema político daba a sus demandas, expectativas y promesas. Hubo una clara insensibilidad hacia la crisis que se vivía.

Parecería, que el tema seguridad en general, es como un “talón de Aquiles”, por el cual nuestro sistema político no ha sabido resolver una realidad, que con el paso del tiempo, solo se agrava y la respuesta que vemos es una pelea sobre encuestas, números y estadísticas que pretenden explicar la cuadratura del círculo.

Estos días, un canal puso en pantalla, alguna encuesta que medía distintas percepciones de la opinión pública en el año setenta y tres.

Las mediciones daban cuenta de un hecho tremendo e incontrastable, cuando el prestigio del sistema político, en varias consideraciones estaba completamente devaluado, desprestigiado y despreciado.

Por otro lado, la percepción de las FFAA en los mismos asuntos marcaba una clara y definitoria diferencia de prestigio favorable por parte de la ciudadanía.

El propio hecho de la disolución del parlamento no provocó una sorpresa, no significó más que convocar una huelga general de corto alcance, tres días,  y escaso entusiasmo, promovida por el partido comunista y seguida por sus obsecuentes y tontos útiles de siempre.

El vacío de poder era obvio, avalado además por una serie de discursos emocionales dichos esa noche, por un conjunto de desprestigiados actores políticos que luego se fueron y algunos huyeron rápidamente del país.

Invocando quien sabe que supuesto fantasma que los perseguía, que se perdió la ocasión de detenerlos esa misma noche.

Todo esto fue revivido hace unos días, como parte de ese homenaje sin sentido, del cual se podría haber esperado un tardío mea culpa que nunca llegó, ya que la soberbia y petulancia parece haber ganado este partido por goleada.

Sin embargo, asistimos a un despliegue de discursos brindados por protagonistas de la época, que aburrieron en el mismo recinto del Palacio, que aburrieron en programas de televisión y que aburrieron escribiendo columnas vacías de contenido, guiadas por una idéntica consigna que decía disparen sobre las FFAA, ahí tienen el culpable, nosotros somos inocentes.

Concurrieron al gran acto, todos, como otro Obelisco de 1983, en el que se sentaron a escuchar al actor Alberto Candeau con su engolada y emocionada voz, decir que había presos por defender sus ideas, ciudadanos con gran altivez cívica, cuando se referían a terroristas detenidos por sus crímenes y fechorías.

Los mismos que venían de una decena de años de atentar contra el sistema, que no habían implementado ninguna acción de arrepentimiento, pasaron a ser el desvelo del mundo político.

Ese mismo que hace pocos días atrás, cometió otro bochorno, al asumir un homenaje indebido a integrantes del movimiento terrorista, al que el Estado combatió, solo porque un organismo ajeno al país lo ordenó. Barrabás triunfante.

Este 27 de junio el Palacio recibió a los expresidentes y buena parte del sistema político, público en general, donde nos dio la sensación de que allí había un gran recipiente con agua, ese elemento tan preciado hoy, emulando aquel, en el que Pilatos lavó sus manos.

Quedando para la posteridad, como aquel hecho que significa, lavarse las manos de responsabilidades, lavarse las manos en señal de inocencia, a pesar de que esas manos son claramente cómplices de lo que se quiere eludir.

Se unieron claros responsables de los acontecimientos que trajeron horas tan amargas para la República, con aquellos responsables de gobernar, que convocaron a los únicos capaces de atender la hora amarga de zozobra de la Nación.

Aquellos, que no provocaron el enfrentamiento entre orientales, pero que como siempre cuando son convocadas, las FFAA están, con su abnegación, sacrificio y con capacidad de ofrecer la vida, de ser necesario, para cumplir la misión asignada de defender la República.

Los más humildes servidores, los peores pagos de toda la administración, los vilipendiados y acusados de cualquier tipo de crímenes, porque a alguien le sirve para saciar su sed de venganza o cobrar jugosas indemnizaciones.

Los que, en todo tiempo y lugar, son requeridos para brindar un techo y una comida caliente al indigente, cuidar nuestras fronteras, pintar una escuela, levantar la basura, en la cual otros tienen responsabilidad, o perderse en una selva impenetrable en otros continentes, para asegurar un poco de paz a quienes solo conocen muerte, miseria y desolación.

Esas FFAA a las que una y otra vez, después de cincuenta años, se les sigue acusando y señalando, fomentando un odio sin sentido, a una de las Instituciones fundadoras de nuestra Nación, anterior como tal, al propio estado.

Pero a pesar de todo, siguen gozando de gran prestigio entre la población más común, cada vez que se hace una encuesta, donde los supuestos “padres de la patria” califican pobremente.

Las que estoicamente y en silencio, a veces tan austero, que algunos ciudadanos nos animamos a decir y denunciar cosas que no se pueden callar, cosas que debemos divulgar, repetir o insistir, dejando al descubierto tantos y tantos que solo fueron, a lavarse las manos, en una reunión de “inocentes”, para condenar a los héroes.

3 COMENTARIOS

  1. Realmente una lección. Una clase de la que muchos debemos tomar argumento para contrarrestar el falso relato de la «historia reciente». Mis sinceras felicitaciones Daniel.

    • Muchas gracias Eduardo, no es fácil esta contienda cuando hay que dar vuelta tantos relatos claramente falsos y que son alimentados por los medios cómplices además.
      Cordial saludo

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