¿SE INSTALÓ LA CORRUPCIÓN? Por Tilio Coronel Grillo

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Corrupción es un término que generalmente indica el mal uso por parte de un funcionario de su autoridad y los derechos que se le confían, así como la autoridad relacionada con este estado oficial, oportunidades, conexiones para beneficio personal, contrario a la ley y los principios morales.

También se llama corrupción al soborno de funcionarios.

También es corrupción no mantener la reserva o cautela para guardar un secreto o para no contar lo que se sabe y no hay necesidad de que conozcan los demás.

 (funcionario, diputado, juez, agente de la fuerza de seguridad, administrador, etc.).

 El principal incentivo para la corrupción es la posibilidad de obtener beneficios económicos (rentas) asociados con el uso del poder, y el principal elemento disuasorio es el riesgo de exposición y castigo.

¿Es inevitable la corrupción?

No parece serlo. El dicho «cada hombre tiene su precio» recoge siglos de experiencia en este rubro.¿Existe en todos los países? De seguro que si. ¿Escapan a ella los seres humanos, encumbrados a altos cargos o con modestas funciones? No escapan. Y la corrupción puede ser de alta envergadura si los recursos obtenidos son de gran volumen o corruptela si el beneficio es tan simple como conseguir que un funcionario nos agilite un trámite en una oficina pública o privada.

A esta altura de mi vida ya no tengo  preferencias politico-partidarias ni sigo ninguna ideología, lo que me permite hablar (con absoluto respeto, demás está decir) de un tema urticante sin sentirme a favor o en contra de nadie.

Como ciudadano de a pie,veo noticieros,leo notas y artículos en los diarios y también  libros.

También como ciudadano de a pie, he llegado a la conclusión de que la corrupción es un mal endémico que no tiene ideología ni partido.Todos están expuestos a ese mal y los ciudadanos lo perciben, pero al parecer,lo único que estos pueden hacer para cambiar ese estado de cosas es emplear el voto, cada cinco años. Que yo sepa,no se ha hecho un acto, marcha, manifestación, o asamblea para manifestarse en contra de esa vieja práctica.

Lo gracioso es que los propios gobernantes a veces la propician o la banalizan y todo queda «por que si» o «nos equivocamos» o se produce una maratónica interpelación en el Parlamento, pero no pasa de eso.

Un ex-presidente uruguayo expresó:

«Podremos meter la pata, pero no la mano en la lata…y si alguien la mete se la cortamos»

De seguro habló en clave de poesía, como se hace en toda campaña política y apuntando a la tribuna, pero provocó en los miembros de la llamada «izquierda» una condición que los hacía «cuasi divinos»: » Si es de izquierda no es corrupto».

No obstante, la corrupción provocó ¡nada más y nada menos! que la caída de la Institución Vicepresidencia de la  República «. Si del dicho al hecho hay mucho trecho, de la promesa electorera a su cumplimiento efectivo también lo hay.

Otro ex-presidente elaboró y aplicó el concepto «lo político está por encima de lo jurídico», el concepto  mas nefasto usado en los últimos cien años de historia del Uruguay.

Bajo esa óptica, la corrupción, a veces difícil de precisar en sus diferentes campos de acción,se tornó un amasijo que arrastró a todos los factores de poder del Estado: político, económico y psico-social. Todo siguió rodando hacia un abismo sin fondo y sin perspectivas de un mejor panorama.

Se produjo el cambio de gobierno y ciudadano de a pie siguió viendo noticieros, leyendo  notas y artículos en los diarios y también libros. Le hablaron de «un cambio» . En mi caso, yo percibo los aconteceres del país desde 1961, cuando comencé la escuela primaria. Ya en las elecciones de 1962 escuchaba a mis mayores tener esperanzas de «un cambio». Estamos en 2023 y yo sigo escuchando lo mismo.

Y el ciudadano es tonto, pero no del todo. Comenzó a saber de acciones de figuras grises en la llamada «torre ejecutiva», de «amiguismos» por aquí y por allá, de «cargos de confianza» en la Comisión Técnico Mixta de Salto Grande, algún senador de nuestro Parlamento con más de una docena de cargos delictivos, algún asunto turbio con alguna autoridad policial, algún otro asunto no muy claro por la parte sindical, lo mismo en la diligencia del fútbol  y en el poder judicial y otros por surgir, verdaderas ollas que hierven a fuego lento y despiden un tufillo a corrupción.

Pero en fin,el ciudadano de a pie está harto de la discusión cotidiana y provinciana donde cada uno grita y discute porque tiene más o menos culpa que el otro.

Y con esas «cortinas de humo», tal vez se descuida lo más importante: La narco-delicuencia mide el nivel de corrupción de las zonas donde opera.

El Uruguay parece ser su «país de tránsito y está calibrando todas nuestras carencias: legislativas, judiciales y represivas. Es casi seguro que perciben que «hacemos agua» por todos lados. Y llegado el momento, se lanzarán con sus enormes recursos en armas y dinero para aprovecharse de nuestra situación.

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