Confieso que es tedioso leer los programas de gobierno, será por ello que la mayoría de la gente no lo hace, en épocas de poca paciencia, escaso apego a lecturas largas y poco entretenidas, todo lo que hace que hoy, casi seguro, nos remitimos a los titulares que nos resumen diarios, noticieros o las mismas redes y así vamos formando opiniones.
Pero, cuando nos tomamos la responsabilidad de escribir en un medio público, se nos impone la obligación de ser un poco más observadores en lo que vayamos a exponer.
Así que la campaña política en curso, nos hace mirar algunos programas y propuestas con mayor detenimiento y análisis de determinados temas.
“Definir una política de seguridad basada en una perspectiva de prevención, de la descriminalización de la pobreza, desprisionalización, desarme, entre otras”; así es el comienzo de lo que el Frente Amplio desarrolla en su programa sobre la seguridad.
Como de costumbre, el uso de términos que obligan a investigar sobre su significado, nos coloca ante el desafío de interpretar que nos querrán decir, o tal vez ocultar.
Lo definido como descriminilización de la pobreza, refiere a un trabajo realizado por un docente de la Udelar, quien nos ilustra que: “Sostengo que dicho proceso ocurre a través de operaciones discursivas policiales, judiciales, políticas y técnico-científicas, las que operan efectos estigmatizadores de dicho grupo social de referencia, y lo instituyen como amenaza para la sociedad”.
Una típica definición de sociólogos, algunas de las “joyitas” que produce nuestra Universidad, donde parece ser, que los discursos que generan determinados agentes de la sociedad, operan como causantes de ciertos estigmas sobre las personas pobres, según la descripción anterior.
Parecería que cambiando esa visión, eso por si mismo, provocaría un cambio en aquella perspectiva estigmatizante.
Entonces, el Frente Amplio nos agrega, sobre las premisas en las que se basa para sus diagnósticos, esto: “Debemos llevar adelante políticas de prevención que aborden el impacto de la ideología neoliberal, neoconservadora, patriarcal y colonial que tienden a desvalorizar a los sectores populares, mujeres, afro, disidencias, infancias y adolescencias, como sujetos de estigmatización”.
¿Alguien racionalmente, puede avalar y seguir este razonamiento, que encuentra culpas en la ideología neoliberal, neoconservadora, patriarcal y colonial y todo lo que sigue?
¿De verdad alguien puede defender esto como verdaderas causas de nuestros dramas?
Pienso en tantas escenas, que vemos en algunos barrios, cuando llega la policía a realizar un procedimiento y son agredidos, con piedras, insultos irreproducibles, por grupos, muchas veces encabezados por mujeres, jóvenes, etc. y me pregunto, ¿esas reacciones e inconductas, son producto de cuales de las ideologías que mencionamos?
Yo me inclino por decir, que eso es el producto, finamente terminado, de 15 años de gobiernos de izquierda, que sembraron determinados cambios en conductas y costumbres.
El sistema educativo fue desquiciado, vaciado de contenidos y valores, haber introducido a la política a través de la agitación sindical con un cogobierno funesto, el demoler y degradar el principio de autoridad, un fomento irracional de las drogas, por el cual se ha perdido noción del daño que provocan en los consumidores, como en el entorno familiar.
De ahí, estos grupos de desaforados, conducidos por conductas anárquicas, que se trasladan a tantos ámbitos, como hinchadas de fútbol, corrientes gremiales en liceos, etc.
Pero en contra de esto y como forma de insistir en un camino que sigue conduciendo al abismo, nos regalan otro término rimbombante llamado “desprisionalización”, por el cual las usinas ideológicas de la izquierda, nos quieren vender otro desquicio intelectual.
Nos dicen, que para no aumentar la población carcelaria, algunos delitos, que catalogan como menores, ejemplo el microtráfico de drogas, no convendría penarlos con cárcel y mejor sería hacerlo con penas alternativas y medidas de reeducación.
Con este razonamiento, durante el gobierno de Mujica, se legalizó el consumo de cannabis, más conocido como marihuana, con el argumento de disminuir el narcotráfico, cosa que obviamente no ocurrió, siendo solo un servilismo del presidente Mujica a su amigo multimillonario Soros, que convirtió a Uruguay en un campo experimental.
Sumemos a eso, aquellos barrios donde la disputa por territorios, las deudas de consumidores y las diferencias entre bandas, se han convertido en campos de batalla, donde las ejecuciones están a la orden del día, en una competencia sobre quien demuestra mayor crueldad, otro regalo gestado por las políticas de aquel personaje.
El narcotráfico no disminuyó, el país es un corredor por donde sale droga hacia Europa, por carecer de los controles necesarios y además, tiene al mismo estado, cuestionado por los consumidores “legalizados”, en razón que la droga que produce, no “pega”, como la jerga consumidora reclama, o sea, no es lo suficientemente fuerte en sus efectos.
Estimado lector, tómese un instante para pensar o reflexionar, hasta donde han llegado algunos cambios en nuestra sociedad, que se reclama, que algunas drogas sean más contundentes en sus efectos, estamos descarrilados, podríamos definir en épocas de trenes
Y ciudadanía atenta, porque en sus planes, nos anuncian como al pasar, invocando las tendencias internacionales, un expediente de acreditación constante de la izquierda, que explorarán, lo relativo a la eventual legislación, o sea legalización, de las llamadas “drogas psicodélicas”, como el fentanilo, droga que causa estragos en varios países, ¡¡ojo!!
Entonces, la izquierda nos propone, no penar a los que llevan drogas a familiares o amigos detenidos, por entender que allí no está el problema, colocando siempre como ejemplo, madres solas con hijos que tienen esa especie de “changa”, por la cual obtienen un ingreso y que detenerlas con prisión no es la solución.
El ejemplo, con el que se machaca una y otra vez, buscando una sensiblería demagógica, al bajar la percepción de que esas acciones siguen siendo un delito, pretendiendo amparar a un determinado grupo de personas que tienen una situación especial, bajo el paraguas de la debilidad, la estigma y la etiqueta de víctimas.
La sociedad debe insistir, que esas conductas son delictivas, debe advertir los perjuicios sobre el consumo de drogas, cualquiera sea, debe promover valores que fomenten la responsabilidad, sobre si mismo, los hijos, las formas genuinas de ganarse la vida, para lo cual el sistema educativo, deberá cambiar algunos paradigmas.
Creemos, que en lugar de tantos planes de ayudas económicas, se debería buscar la forma de acercar centros culturales y educativos, que formen en determinados valores, que a ojos vista, un importante núcleo de compatriota carece y que no solucionará su futuro, ni el de su descendencia, con un simple reparto de dineros y ayudas millonarias.
Pero en su visión, para nosotros, tan utópica, como engañosa, propone por ejemplo, continuando con la definición de inicio:
“la que será debatida y definida por los organismos estatales involucrados, en conjunto con la sociedad civil organizada, la academia, etc. Las organizaciones sociales y las comunidades barriales, entre otras, tendrán participación en el desarrollo de su aplicación, contralor y evaluación”.
La intervención de la sociedad civil organizada, la academia, las organizaciones y las comunidades barriales, es la típica referencia a las propias organizaciones que la izquierda es experta en crear, como tantas ONGS, que todos sabemos a que intereses sirve, quienes las integran y cuales son sus discursos, como sus notorias inclinaciones ideológicas.
Solo es, la conocida telaraña de entidades, que estarán en sintonía con lo que la izquierda diga, diagnostique y envuelva con sus soluciones, la que nos dirán, que fueron hechas con la opinión de expertos, el pueblo y obviamente la academia, que son los agentes culturales formados en un sistema educativo al servicio de la causa.
Si las elecciones eligen autoridades, que lleven a cabo las políticas promovidas, nombrando autoridades idóneas para ejecutarlas, incluir todos esos agentes a quienes van a consultar y poner a controlar, parece ser, solo ese discurso meloso que pretende hacernos creer que todo es fruto de un consenso, discusión, cuando verdaderamente, todo ya está determinado, como decimos coloquialmente, “ya está cocinado”.
Me gustaría mencionar otro punto, que nos cerca el programa de la izquierda, como siempre con mucha elaboración: “Desarrollar políticas integrales alternativas articuladas con las organizaciones sociales y comunitarias para enfrentar los “estímulos” del narcotráfico y crimen organizado y otras violencias y exclusiones a través de políticas públicas universales en los territorios”. ¡Ahh tololo!
Como vemos nuevamente, nos incluyen en cada política a desplegar, las organizaciones sociales y comunitarias, un término talismán de la izquierda, casi mágico, donde reiteran, el echar mano a estas organizaciones, que como dijimos anteriormente, son de la familia.
Pero lo más interesante de este planteo, es que serán usadas para enfrentar los “estímulos” del narcotráfico y el crimen organizado, lo que me lleva a la siguiente reflexión.
El Frente Amplio, máxime teniendo en cuenta los grupos mayoritarios en disputa, MPP y Partido Comunista, pertenecen al conocido Foro de San Pablo, o Grupo de Puebla, integrado por diferentes grupos de izquierda de América, en su gran mayoría organizaciones terroristas vinculadas al narcotráfico y sus millones de dólares en danza.
Entonces, un partido político con estas vinculaciones y sin dejar de considerar, que propios integrantes han sido parte de los grupos terroristas que asolaron nuestro país, tengo el derecho a preguntarme ¿verdaderamente alguien puede creer que el Frente Amplio está en condiciones o es medianamente creíble que combatirá el narcotráfico?
Con este pequeño análisis, de algunos puntos del programa de seguridad del Frente Amplio, pretendemos alertar sobre aquellas cosas que no se discuten o se analizan poco, para que muchos ciudadanos desprevenidos, no se dejen seducir fácilmente, por discursos, o peor aún, por aquellos puntos que pocos leen, pero que son esenciales conocer.
El tema seguridad, si verdaderamente es la principal preocupación de tantos uruguayos, es importante entonces, que aquellos que durante 15 años agravaron esta situación, por errores, falsas premisas y soluciones, desmantelaron los cuerpos de seguridad y dispararon las estadísticas con números escandalosos, no seduzcan al desprevenido.
Porque darles el voto nuevamente, si entendió lo que aquí expusimos, no haría más que llevarnos a la pregunta, ¿se quieren dar un tiro en el pie?
Daniel García
Excelente! Tan simple como el simple analisis de los pocos puntos brillantemente analizados. El frente amplio es una pandilla creada, organizada y dirigida para engañar, usurpar, mentir y traicionar.
Es que no tienen otra alternativa. Si confesaran sus verdaderas intenciones deberian ser repudiados.
Muchas gracias Cnel. Cabrera. Al analizar el programa se van descubriendo que los análisis hechos sobre falsas premisas sólo aportan erradas soluciones. Muchos cangrejos abajo de cada piedra.
Cordial saludo
Gracias por haber leído el programa del FA. El resúmen que haces es muy esclarecedor y el futuro que nos depara «tétrico». Pero mientras no nos comprometamos con los «mensajes» que nos brinda nuestro propio «Himno Nacional» y sigamos marcando las «cosas que deben hacer otros» sin asumir que «nosotros somos los otros». Seremos conducidos por los pocos organizados que nos han llevado a ésta bancarrota. Mientras que los que «se dicen representantes del pueblo» viven una «realidad» que no es la que dicen defender.
Muchas gracias Walter Balbi, concuerdo si con ese diagnóstico y lo que espera del futuro cercano. El sistema político no comprende ni defiende algunos valores que son esencia de la Nación.
Cordial saludo