SE VA A ACABAR…

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Por el Dr. Nelson Jorge Mosco Castellano

De ser un país de inmigrantes, Uruguay se convirtió en un país de uruguayos emigrantes. Los abuelos vinieron en los barcos y los nietos se van en avión.El psiquiatra José Eduardo Abadi sostiene que “… se sienten echados porque están frustrados. No sienten que el país los aloje, los cuide o los proteja. Es decir, se sienten exigidos sin el retorno, sin reciprocidad, hay una sensación de expropiación no solo material sino también afectiva”.

Desde la década del 60, pasando por el quiebre institucional, la vuelta a la democracia los tiempos de la hiperinflación, la crisis del 2001, y los 15 años frentistas,se fue acelerando el proceso de abandono, la desesperanza cundió, el desaliento nos abatió por la incertidumbre: no hay prospectiva o si existe se la mantiene en secreto. Creció la pobreza al 12%, industrias cerraron, creció la especulación, creció la burocracia, el clientelismo político, la presión impositivaconstitucional o no, el endeudamiento. La meritocracia en la que los abuelos habían creído y apostado a crecer,se desvirtuó. Ellos llegaron casi analfabetos y hoy los nietos se van “doctores”en sistemas. El drama de Florencio Sánchez se cumplió con creces, tenemos más abogados que España, sobran médicos, psicólogos, ingenieros agrónomos, etc. El Uruguay vareliano dio sus frutos, pero los están cosechando en otro lado porque no se aplicó una política eficaz de crecimiento sostenido.La mayor parte de estos emigrantes son profesionales, muchos notables, tentados por empresas de otros países que capturan el talento nacional y la disposición sin retaceos al trabajo. Gente que cortó amarras para iniciar otra vida en lugares lejanos, como sus abuelos.¿Cuánta plata en educación costaron estos emigrantes? Según datos oficiales de 2018 en el exterior viven unos 500.000 uruguayos. Y acá, somos 3 millones desde hace más de 30 años. La fuga de cerebros hace perder capacidad de enseñanza e investigación; tiene impacto sobre el empleo, porque dificulta la modernización del sistema productivo en un país de tradición agroexportadora amenazado por la automatización.En lo económico, los uruguayos suelen responder a las encuestas con pesimismo y angustia. Uruguay se diferencia porque fue un país crítico, el inconformismo es una tradición. No podemos estar conformes con lo que pasa con la seguridad, la educación, el trabajoel alto índice de suicidios y el aumento del narcotráfico. Parte de ese otro Uruguay que no está la página de Wikipedia.Desde los años 50, ese sistema educativo, que fue el más incluyente y exitoso de América Latina, empezó a quedarse rezagado. Por haber sido tan buena, paradójicamente, la educación en Uruguay hoy es la misma que en la primera mitad de siglo, y modificarla implica procesos políticos conflictivos, burocráticos y largos. Nos educaron con la idea de que en la primera mitad del siglo XX hubo una época de gloria. Siempre ha estado el deseo de recuperar lo perdido, en la política, en la economía, en la cultura y en el fútbol. ¿Qué pasó luego?

En 1958 en el Uruguay el sistema económico representaba un gravamen insoportable para los productores rurales, que además de una pesada carga tributaria, impuestos, aranceles y subsidios,veían recortado su esfuerzo productivo por el cambio de moneda múltiple que pagaba el mínimo por sus exportaciones. Benito Nardone desdeel Consejo Nacional de Gobierno presionó la reforma del sistema, que ahogaba a quienes pagaban el presupuesto nacional trabajando. El nuevo sistema que alivió la carga y permitió crecer a la producción, y con ello a la economía nacional, funcionó hasta 1961: la inflación cayó a 10%, desde 49% en 1959. En 1962, año de elecciones, el sistema político no resistió el corset al gasto público;desestabilizó el equilibrio logrado. En mayo de 1963 el tipo de $ 11 por dólar fue devaluado un 50%. Iniciamos el periplo de la refinanciación de deuda con EEUU (U$S 390 millones). Se sucedieron devaluaciones, se fugaron capitales evitando seguir perdiendo a manos de un sistema político que hacía pagar al trabajador el alto costo de soportarlo. A fines de 1964 la misión refinanciadora fracasó; el BROU cayó en virtual cesación de pagos, y a principios de 1965 se desató una terrible crisis bancaria, la inflación trepó a 88%. Luego de un lapso preelectoral excepcionalmente austero se amortiguó a 49%; pero en 1967 la profundización del gasto público, la crisis económica y social elevan la inflación a 136%.El colapso económico, social e institucional, y la noche larga se abatieron sobre el país de allí en adelante.  América Latina no acertaba con el camino del desarrollo económico. La frustración alimentaba el rechazo general hacia EEUU, a quien se veía como responsable de no asistirla.La elección de John Fitzgerald Kennedy y la caída de Cuba en la órbita comunista, fueron puntos de inflexión para que en 1961 Punta del Este fuera escenario de una conferencia de 22 países de la Región, bajo el lema de “Alianza para el Progreso”. El cónclave tenía dos ideas centrales: la disponibilidad de crédito barato americano para el crecimiento,condicionadola  confección de un plan de desarrollo. Plata fácil, otra tentación política en tiempos de estancamiento, expectante de soluciones que no implicaran reducir cargos, racionalizar gastos, bajar sueldos públicos como les pasa a los privados en vacas flacas, dejar de sostener ineficiencias.Sin importar que viniera del “odiado” rubio del norte. Sería el gobierno quien diría cuándo, cómo y dónde iría a parar el capital de la “Alianza para el Progreso”. 12 volúmenes formaron el “Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social: 1965-1974” de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE). Reunía información sobre la economía uruguaya, enumeraban inversiones, impuestos, sistema monetario, y política comercial, para “transformarnos” en un país de “crecimiento dinámico”. El efecto mágico que muchos creyeron derivaría de esos libros gordos quedó, como ellos,sepultado en polvo. El estancamiento siguió impertérrito. Un considerable agravamiento de la presión fiscal,la multiplicación del gasto político dilapidador bajo la apariencia de mayor tecnicismo, intensificaron las distorsiones de la economía por los crecientes impuestos. Tremenda regulación de comercio exterior, déficit endémico, alta inflación, creciente carga fiscal y endeudamiento eternizado, generaron un desastroso comportamiento del sector productivo, lastrando la creación de recursos, y la posibilidad de trabajo. Un sistema político que padece incontinencia para el gasto no puede autorregularse. Resistió, y resiste, permitirnos crecer, mejorar, vivir con esperanza.Desde allí, la izquierda fue construyendo un poder paralelo que exigió su parte de la torta. Cuando fracasó su intenciónterrorista, se integró al sistema político. La vetusta y fracasada organización marxista, fascista, socialista y finalmente comunista, tiene como primer objetivo, sobrevivir mendicantemente.La discusión pasó a ser SI, NO o TODO LO CONTRARIO, pero la mía no se toca. La plata desdeel gobierno llegó por extorsión a una “orga” que construyó su espacio por 60 años, sacando a unos pocos sindicalistas de la pobreza y haciendo ricos a los moderados. El voto cansado les impidió seguir repartiendo la de otros, agotaron el cofre del reino,dilapidando impuestos, regulaciones y corrupción, igual reclaman su espacio. Reclamaron paridad de decisión al gobierno electo para respetar a la minoría, mientras su mayoría absoluta le quitó en 15 años hasta capacidad para investigar corruptelas. La manifestación violenta del sindicalismo, eruptiva en los últimos meses, defendió sus satrapías: licencias sindicales falsas, impunidad penal de quienes tuvieron las manos porosas, negociar“la suya” en cada intento de reducir  empresaspúblicas fundidas y gasto improductivo.Gastaron la cuota sindical para impedirpor los cambios que desde la LUC votaron, inadvertidamente, los legisladores frentistas.No les roza un sistema de seguridad social colapsado, una educación claudicante, una estructura pública insoportable. Todo lo que no aguanta más el que labura, el queno consigue empleo. Insisten en redistribuirlo de los otros; aumentar la deuda pública que cuesta cinco meses de salario.

Mientras, se siguen yendo los que sirven, recibimos a los que se expatrian de sociedades totalitarias expoliadas hasta el hambre que el PIT añora. Quedamos reclamándole al juez offsideatacante,  cuando se corren quienes elegimos para defendernos.Al inversor que venga y nos regale; al que nos presta y duda seguir haciéndolo, que no nos baje la calificación.Tenemos lo que merecemos, por no denunciar penalmente que el juez está vendido. Un sistema político gatopardista que multiplicadebates tamaño de león para parir soluciones ratonas. Son parte del problema que tienen quienes se levantan todos los días a buscarle la vuelta a vivir y a aguantar al sistema. La baja del impuesto al asado la pagarán los que comen polenta.

La dirigencia sindical se embriaga para olvidar su responsabilidad, que en el otro Uruguay fue luchar para que el trabajo no se perdiera. Ahora, lucha por mantener privilegios, vivir de un sueldo público sin ir a trabajar que paga el trabajador al que le vende el verso de más “derechos sociales”. El problema que lo arregle el gobierno, endeudándose, emitiendo sin respaldo, generando aumento de precios sobre el que menos tiene. Un dirigente sindical que apunta a presidente, exige una mesa de negociación para impedir pequeños cambios, preparando el terreno arrasado para la próxima lid electoral. Si lo logra, luego de fundir la economía, como sus amados dicta-presidentes, soñará con atornillarse al poder. No es de su opositora incumbencia, un sistema productivo agotado que reclama no seguir pagando el pato de la boda,reformas estructurales a fondo al gasto público. Una anécdota que viene al caso de Hipólito Olivera cuenta que la persona que había matado a sus padres, cuando el juez le estaba por fijar la pena, pedía clemencia por ser huérfano. Los socialistas, finos, cuando ven al uruguayo que requechea basura, lo imputan a falta de responsabilidad social empresaria. Los comunistas de origen obrero, lo resuelven cuando llegan a la Intendencia, regalándole un triciclo y organizando la clasificación en Felipe Cardozo. Todos estos luchadores sociales se venden por un sueldo público parecido a los bancarios. Todas sus generosidades las cargan al pequeño trabajador, a su empleador, y ni siquiera dan las gracias.

 Es el Uruguay actual, siempre esperando que el viento de cola lo pongan otros y que las tempestades nos agarren de costado…con un tenedor cuando llueve sopa. Los dos Uruguay, el que fue hace 100 años, y el de ahora: uno de progreso y otro conservador. Uno que construyó el Uruguay moderno, con un sistema político proactivo le dio futuro a los uruguayos: hizo crecer al país desde los derechos laborales, educativos, y permitió que se ahorrara, se invirtiera, se pudiera vivir del trabajo. Fue el que construyó la Rambla de Montevideo, y el Palacio Legislativo y nadie fue investigado por si se quedó con el vuelto. El otro Uruguay, conservador de privilegios, fue fagocitado por el posterior sistema político-sindical. El que fija los salarios de los “servidores públicos” en IPC, el de los sindicalistas sin trabajar, que viven dereclamarmejoras alos que todavía trabajan. Dejan por el camino a jóvenes y viejos sin oportunidades de poner un quiosco. El Uruguay de la sospecha de coima en cada obra pública; el que oculta que se triplicó el costo del ANTEL Arena y pagó a ODEBRETCH nuestra plata por la regasificadora. Los conservadores del statu quo conforman un sistema para impedir ajustes del gasto y encubren a los que nos enterraron; los sindicalistas que toman por asalto a un partido políticopara  conservar privilegios; los que votan impuestos pero ellos no los pagan; los que extorsionan con trancar la reforma del sistema de seguridad social que ellos mismos fundieron. Los que luchan para que no les toquen la suya o pierdan poder. Los que dicen construir un Uruguay productivo, y se candidatean para que el sistema siga saqueando a la producción;conspirando contra el consumo básico; formando cinturones de indigentes,pero, protegiéndolos porque son sus delincuentes.

 A los conservadores del URUGUAY que dejó de ser, les comunicamos los uruguayos que votamos ayer SI, NO, o todo lo contrario, estamos cansados de soportarlos.Y, que ese país, como tantos otros en los que los servidores públicos se transformaron en servidores del público, va camino a fracasar como sociedad integrada.Los que todavía tienen recursos exportan su descendencia después de pagar para prepararlos; la clase media en escombros tapada de impuestos, falta de oportunidades, clientelista de asistencia.Los más infelices, ya ni esperan la caricia de los “rescatistas”. La marginalidad es pasto para los peores carroñeros. Eneste sistema político-sindical asfixiante no hay producción.Sin producción no hay crecimiento para sostenerlos. Si presionan hasta el final, hay desabastecimiento; después dolarización porque el peso es falso…como en Venezuela.

Parafraseando un cántico vernáculo, muchachos: SE VA A ACABAR.

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