SOCIALISMO Y CAPITALISMO (II). Por Joise Manuel Morillo

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Capital, según la Real Academia de la lengua española es perteneciente o relativo a la cabeza. Su etimología proviene del latín capitālis, «de la cabeza», derivado del latín caput, (capitĭa), a su vez del protoindoeuropeo *kaput-, «cabeza». 

Se especula que la palabra capitalismo (sustantivo) es originaria del genio de Karl Marx para darle nombre peyorativo a un instrumento utilizado por un sector que tiene como oficio producir dinero mediante la inversión y el mercadeo de productos de consumo y bienes de servicio cuyo medio de producción es la fuerza laboral humana. 

No obstante, involuntariamente o, a ciencia cierta, al aplicarle el sufijo “ismo” a “capital” Marx ha representado su punto de vista hacia un modelo de producción al cual pudo haberle dado un sentido filosófico formando un sustantivo de significado doctrinal, sistemático, y dinámico en cuya actividad se aplican fórmulas y teorías abstractas que han logrado objetivos de éxito empírico. En otras palabras, el capitalismo como tal pertenece a los movimientos que se caracterizan por las praxis con las cuales se han establecido pragmatismos de vanguardia en función de obtener bienes y riqueza. 

Para Adam Smith (Edimburgo, Escocia 1723-1790), economista y filósofo, acérrimo defensor de las teorías del mercado, un pueblo no puede ser feliz, ni próspero, donde la mayoría de su población es pobre (…) la libre competencia es la mejor manera de funcionar de la economía, pues con esta praxis el mercadeo es básico y fundamental. Cuanto menos control político o gubernamental exista en las economías, más fácilmente estas encontrarán sus caminos y el máximo bienestar. En otras palabras, el libre mercado sin la intervención directa de los estados es la mano invisible que hace rico a los pueblos.  

Al analizar la propuesta de Marx encontramos que el capitalismo es la herramienta que ha utilizado una clase de individuo que puso a funcionar su cabeza para crear empresas productivas de riquezas. Entonces en la medida que un pueblo tenga ese tipo de individuos que utilicen sus cabezas así; en esa medida, ese pueblo será próspero y feliz según Smith. 

En síntesis, ya que en la cabeza está la mente, el capitalismo es una forma de hacer buen uso de esta. Por ende, de la inteligencia. 

Con esto anterior explicado no queda tácito descalificar la inteligencia a quien no ha tenido la oportunidad de crear una empresa con fines pecuniarios, ni aquel que no ha tenido la voluntad de hacerlo o que en su defecto cree otra con fines filantrópicos o prefiera otras formas de obtener recursos monetarios. Todo radica en las formas de conductas y el nivel de iniciativa del individuo, incluyendo, condicionalmente, culturas, civilizaciones e idiosincrasias tanto a nivel colectivo como individual. 

El capitalismo, igual que el socialismo, no es un sistema político, es un sistema de conversión de recursos donde se aplica una ecuación cuyas variables son modo y medio de producir para tener un resultado mediante la conversión de recursos naturales en recursos sintéticos. Los recursos naturales lo constituyen la materia prima y la intervención humana y los recursos sintéticos lo constituyen el dinero, mercancías y servicios. 

La parte monetaria que es el ente enriquecedor pasa a ser utilidad del inversor o capitalista. La parte mercantil compete a la praxis del mercado como derivación de la convención relativa entre la oferta y la demanda. Del mismo modo sucede con la parte servicial. En este punto el demandante obtiene un bien de consumo o de servicio. 

La diferencia entre el oferente y el demandante radica en el uso de la inteligencia respecto a la forma de obtener el dinero, a lo que se llama trabajo. O sea, ésta es la otra parte de obtener recursos. En primer lugar, está quien crea fuentes de trabajo y gana dinero y en segundo lugar quien hace el trabajo y también gana dinero, esto es: “cómo producir”. Ambas partes tienen en su haber obtener bienes. 

En otras palabras, el capitalismo involucra tres variables ineludibles para cristalizar como sistemas de conversión de recursos, son: medio de producir, modo de producir y cómo o qué producir. Las cuales no se estigmatizan entre sí. Todo depende de la libertad individual que tiene o debe tener quien quiere producir. 

Ejemplo: basándonos en el derecho individual a la posesión de material para producir del ciudadano, quien posee tierras y quiere cultivar y no desea emplear a nadie sino hacer el trabajo por sí mismo, emplea un método labriego (modo), utiliza la herramienta de labriego (medio), y hace las veces de labrador (cómo). Al final, invirtió en la semilla y las herramientas, utilizó la labranza, y la fuerza física. O sea, hizo una doble inversión. Dinero y fuerza de trabajo para obtener una mercancía, hizo una conversión mediante la inversión de recursos naturales a sintéticos. Pues al ponerla en el mercado se coadyuva un servicio de transporte, al venderla produce un intercambio y una conversión que involucra gastar tiempo en la venta que, también es trabajo. Por ende, se hizo una inversión secundaria de trabajo por dinero. O sea, en estas operaciones está presente la intervención humana para obtener algo sintético, el dinero. 

El dinero, constituye una condición precisa de obtener bienes, el mismo representa un volumen de poder basado en la acumulación de un valor material, usualmente oro y otras especies.  Ontológicamente es el ente que representa -potencia- a la cosa que da valor (acto). En otras palabras, es un elemento fiduciario cuyo valor es representativo, probable y verás. 

Con respecto a esa conversión de recursos naturales en recursos sintéticos se debe señalar que un mal uso del capitalismo -capitalismo de Estado- tiende a resultar un ente empobrecedor de un sector masivo de la población derivado de dependencias asimétricas y corruptelas administrativas. En contra de esto, prima la libertad del sector privado para producir. El petróleo es un recurso natural y debe ser explotado y comercializado con fines prácticos en función de crear bienes de servicio y riquezas. Tratándose como un recurso natural tenemos lo siguiente, cito: 

“El petróleo no es una cosecha ni una renta, sino el consumo continuo de un capital depositado por la naturaleza en el subsuelo.” (Arturo Uslar Pietri, en “Sembrar el petróleo” 14/7/1936, diario Ahora) 

Pietri, señaló insistentemente que este mal uso de recursos en el capitalismo de Estado deforma el desarrollo económico de los pueblos. 

La libertad individual aunada a la praxis del libre mercado es la esencia del capitalismo. La no participación directa del poder legislativo en los asuntos de mercado es una de las principales bases de la teoría económica de Adam Smith. Para él, los mandatarios deben ocuparse de otros ámbitos de control más enfocados a la defensa o la justicia, dejando al mercado a su libre funcionamiento. 

La mano invisible supone un flujo espontáneo de operaciones -oferta y demanda- con lo cual el mercado y su autorregulación lleva a los individuos a tomar las mejores decisiones para que la mayoría de la población alcance el bienestar. Es un mecanismo de control automático probable que compensa las acciones tomadas en conjunto que tiene como resultado un bien social. Por ende, la propia autorregulación debe facilitar este intercambio y ayudar a la consecución de un mercado óptimo. En virtud de esto, el comportamiento de las partes debe coincidir en cumplir tales regulaciones de manera que puedan actuar sin intermediaciones del estado y en la búsqueda de su propio interés. 

Por otro lado, esta mano invisible debe estimular o frenar a producir al ente productivo en la medida que varían los precios que existen en el mercado. Precios y ganancias son indicativos para saber el momento de participar en el mercado o no. Básicamente, mayor ganancias supone un estímulo para la producción. El volumen de ventas hace que bajen los precios. No obstante, el equilibrio entre el costo de producción y este volumen determinan la pérdida o la ganancia en el proceso productivo y hace que la empresa prospere o se abandone. 

En esto último radica la libertad del mercado, tanto el inversor como el socio productor -capitalista-obrero-tercero- debe decidir que es bueno para continuar o desligarse de la participación en el proceso productivo ligado al mercado. Con relación a esto interviene la demanda como motor alterno a la oferta, la calidad del producto y la eficiencia de mercadeo representan la fórmula del éxito en ventas; incluso, descartando la necesidad que se tenga de lo que se produce. Esto tiene como consecuencia la competencia entre quienes producen, a mayor calidad, tanto en el producto mismo como en su modo de presentarse y comercializar, mejor será el resultado de las ganancias. Por ende, cada inversor se ve en la necesidad de mantener en vigencia la calidad del producto y el servicio de cómo llega este al consumidor. Tácitamente, tanto el oferente como el demandante -con esta medida- tienen el estímulo de mantener una fuerte relación de mercado.    

Joise Morillo 

[email protected] 

Venezuela USA  

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