Vivimos en una constante relación tóxica con nosotros mismos, con nuestros pensamientos y con nuestras opiniones.
Vivimos en un mundo paralelo a nuestra realidad en el que predomina la hegemonía, en el que predomina lo superficial.
Convivimos con nosotros mismos y con nuestros pensamientos ante lo ajeno que tarde o temprano se vuelven como una sustancia no química dentro de nuestro cuerpo, que cumple el único fin de intoxicarnos con nuestro propio veneno.
Pensamos que tenemos derecho a expresarnos libremente sin importar qué, pensamos que no estamos siendo egoístas.
No pensamos en la diferencia entre una ofensa y una crítica constructiva. No pensamos en nadie más que no sea nosotros mismos.
Creemos que pedir perdón es el camino fácil hacia una falsa disculpa que era una piedra en el camino.
¿Por que hacemos esto? ¿Por que nos hacemos esto?
Tendemos a creer que todo aquello que sobrepase los límites de la moral está mal pero no nos ponemos a pensar en la inmensa subjetividad con la que carga la moral.
Creemos que lo que estamos haciendo está bien, mientras que del otro lado todo es una constante falta de respeto.
Vivimos en un mundo donde sobran los prejuicios y falta la empatía.
Nunca terminamos de conocernos a nosotros mismos y pretendemos saber todo de los otros.
Miremos hacia adentro, no señalemos hacia afuera sin saber lo que invade otro cuerpo, otro ser.
Muy buen articulo, te felicito por el autoconocimiento. Este es el principal y mas difícil escalón para el desarrollo personal.