Tras el veto impuesto por los Talibán en 2022, la producción de opio en Afganistán -líder mundial- se desplomó este año en un 95 %, algo con grandes repercusiones tanto para los empobrecidos campesinos locales como para el mercado mundial de heroína.
La prohibición hizo que la mayoría de los agricultores abandonaran el cultivo de la amapola y, con ello, sus ingresos se redujeron en un año desde 1.360 millones de dólares hasta los 110 millones, un 92 % menos.
Los agricultores reemplazaron sus campos de opio por cereales, sobre todo trigo, que ofrece unos ingresos muy inferiores. Mientras que por cada hectárea de trigo se obtienen 770 dólares anuales, con el opio se logran unos 10.000.
Esto trae consecuencias regionales y mundiales. En lo regional, causa la pérdida de ingresos y crece el indice de pobreza .
A nivel mundial, una disminución sostenida de la producción de opio en Afganistán puede desplazar el cultivo a otros países o llevar a la sustitución de la heroína por sustancias sintéticas más dañinas, como el fentanilo.
El fentanilo es un potente fármaco opiáceo sintético usado como analgésico (alivio del dolor) y anestésico.
Es aproximadamente 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más potente que la heroína como analgésico.
Es también más barato.
El fentanilo es uno de los principales responsables de la oleada de cientos de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos en los últimos años.
De esta forma, la eventual escasez de heroína podría transformar los mercados de drogas debido al impulso de sustitutos como los opioides sintéticos, más baratos y fuertes, y que elevan el riesgo de sobredosis.
Según los expertos, es una nueva amenaza, no carente de ironía:
los Talibán, organización que opera en Afganistán, país remoto y desconocido para
Occidente, podría ser capaz de regular, controlar y dominar el mercado de drogas a nivel mundial, cosa que las potencias occidentales no pueden hacer.
