HAY QUE SERLO Y PARECERLO. Por Marcelo Martín Olivera

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En el juego de la política y la administración pública, la transparencia es una brújula moral, orientando el camino hacia la justicia y la equidad. Sin embargo, las recientes discusiones en torno al ingreso por concurso a las intendencias y las posiciones adoptadas por el Partido Nacional y el Frente Amplio han arrojado sombras sobre este principio fundamental, evidenciando grietas en el sistema que claman por ser reparadas. Por eso mismo es crucial detenernos a reflexionar sobre el estado actual de la transparencia en el ingreso a las intendencias.

Todos sabemos que la equidad y la ética deberían ser pilares inquebrantables en la función pública. El ingreso a la función pública en las intendencias no debería ser una prerrogativa exclusiva de algunos, sino un deber básico de transparencia sujeta a legislación clara y contundente. Sin embargo, la realidad política parece distar de este ideal, como lo demuestra la negativa del Frente Amplio a respaldar un plebiscito sobre el ingreso por concurso a las intendencias dejando al soberano sin voz ni voto sobre un asunto de vital importancia para la transparencia y la equidad en la gestión pública.

Este gesto político, totalmente desprovisto de voluntad por parte de algunos sectores, los enfrenta a una encrucijada moral de proporciones ¿Cómo es posible que en una era donde la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser principios incuestionables, aún nos encontremos con obstáculos en el camino hacia una gestión pública más justa y equitativa? Esta es la pregunta que, con urgencia y determinación, debemos enfrentar en la búsqueda de un futuro transparente para las intendencias.

El lamentable espectáculo político protagonizado por el Partido Nacional en primera instancia, y por el Frente Amplio después, al negarse a respaldar la legislación sobre el ingreso por concurso a las intendencias es una afrenta directa a los principios de transparencia que tanto alardean defender. Esta actitud cobarde y miope revela una falta de compromiso con la rendición de cuentas, priorizando los intereses partidistas por encima del bienestar de la sociedad.

La negativa deja en claro que ciertos sectores de la élite política sigue aferrada a sus privilegios, renunciando a cualquier intento de reforma que ponga en riesgo su status quo de nepotismo y opacidad.

Las dos fuerzas políticas hicieron causa común de un tema que nos importa a todos y demuestran que, cuando se trata de preservar sus intereses particulares, los colores partidarios se desvanecen y se unen en una misma causa: la perpetuación de un statu quo clientelista que ha plagado nuestras instituciones durante décadas.

La falta de compromiso con la transparencia en el ingreso a las intendencias es la confirmación explícita de un secreto a voces, algo que todos sabemos y callamos en los gobiernos departamentales, feudos de unos pocos señores. Es hora de que exijamos cuentas a aquellos que han traicionado la confianza del pueblo, relegando la transparencia y la equidad a un segundo plano en aras de mantener sus privilegios intocables. La sociedad debe alzar la voz y reclamar un cambio profundo en nuestras instituciones. Solo a través de una ciudadanía vigilante y comprometida podremos revertir esta lamentable realidad y construir un futuro donde la transparencia y la equidad sean más que simples palabras vacías en discursos políticos.

Es tiempo de dejar atrás la complacencia y exigir a nuestros gobernantes que rindan cuentas y actúen con verdadero compromiso hacia el bienestar común. La transparencia no es un lujo, es un derecho fundamental de todos los ciudadanos, y es hora de reclamarlo con fuerza.

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