Por: Verónica Cortabarría Izquierdo
Antes de comenzar el desarrollo de esta Editorial, confieso tuve que pensar mucho cual calificativo ponerle al Embajador nicaragüense ante OEA. Se me ocurrieron más epítetos groseros que palabras respetuosas. Y si, hay que guardar las formas aunque los otros no lo hagan, entonces esas otras palabras, me las guardo para “entre casa”.
La historia de represión y dictaduras que ha padecido Nicaragua durante muchos y muchos años es conocida. Recordemos que Ortega es uno de los líderes del Sandinismo y tomó el poder en 1979, gobernando así hasta 1990; y en 2007 regresó más fuerte que nunca hasta hoy.
Al inicio de su mandato en 2007, Ortega construyó un sistema de participación ciudadano paralelo al que está en La ley 475 de Participación. Con eso logró que su esposa Rosario Murillo quedara como Coordinadora del Consejo y la Secretaría de Comunicación Ciudadana, tomando además la coordinación del Gabinete Social. Gracias a esto, Nicaragua se ganó varios titulares como “Dictadura familiar” y por supuesto objeciones del gobierno de USA y cientos de fallos y discursos de casi 59 países en contra de este sistema.
Ortega vuelve a atropellar, se ha dado el lujo, de encarcelar a todo aquel que quiera intentar llegar al poder o simplemente alce su voz y piense distinto a él; sin dejar de sumar las 300 muertes en 2018 por quienes protestaban, ejerciendo la represión que dejó estos resultados.
Luis Alvarado, el Embajador de Nicaragua en la OEA, desde ya no es muy distinto. Al mismo tiempo que encarcelan opositores políticos se dio el lujo de acusar a Uruguay y concretamente a nuestro Presidente, llamando a su Gobierno (al de Lacalle Pou) como una Dictadura. Metiéndose puertas adentro de nuestro país, hablando de leyes que (supuestamente para él) van contra la libertad de prensa y silencian al pueblo.
Inmediatamente el Dr. Washigton Abdala, nuestro Embajador ante OEA, le salió al cruce, advirtiéndole que esta era la última que le “dejaba pasar”. Yo le tengo respeto a Washington Abdala, déjenme sí pensar, que no le hubiera dado ninguna oportunidad más. No mas atropellos, menos de patoteros. No dejemos que un “tipín” que tiene las manos igual que las de Ortega, se meta en nuestro país. Un país que puede dar cátedra de sus Instituciones.
Pero con Ortega y su gente no se puede. Y como reza el dicho popular: “Que se puede esperar de un burro, más que una patada”
Me pasó algo muy parecido cuando vi los videos. Me cuesta mucho aceptar que hay personas que pueden decir impunemente los disparates que se les ocurra, y peor aún que otros lo repliquén.
Me tomo el atrevimiento de agregar otro dicho, «el ladrón piensa que todos son de su condición»
Que atropello!!que irrespeto a la razón !