La Carta de Madrid, una esperanza para la Iberoesfera

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Por: Anonimous

Tal vez muchos como yo estemos perplejos y algo confundidos por la situación política reinante en occidente y aún en Uruguay donde muchas veces parece que los gobiernos hubieran perdido el sentido común. Las noticias que llegan desde Chile, Perú, Honduras, Venezuela, Colombia, Argentina, y la lista sigue e incluye a España y Estados Unidos, así lo hacen parecer. Se producen alzamientos sociales, incendios y destrucción, que no tienen correlato con la situación social y socioeconómica de países que como Chile han reducido la pobreza y mejorado el nivel de vida de sus habitantes a niveles que son la envidia de la región. Se oye a los líderes de algunos estados y a los candidatos a presidente hablar de eliminar la propiedad privada o limitarla mucho, de aumentar impuestos, de expropiar fábricas para entregarlas a los obreros. Se habla de lucha de clases, de neoliberalismo, de oligarquía, todos conceptos que hace medio siglo han sido perimidos desde todos los confines del orbe, incluyendo a China, por ejemplo, y que únicamente se levantan como bandera de lucha por su significado semiótico y como forma de sustentar argumentos que no están avalados por los hechos. En el fondo solo buscan dinero y su correlato el poder, tan bajo están jugando. Parece que estuviésemos regresando a algún momento de la primera parte del siglo XX, las reivindicaciones hablan de las mismas recetas que impulsaron Marx y Engels y que probara Lenin y Stalin en la URSS. Ellas no tienen un solo caso de éxito en el mundo. Al contrario, según algunos estudios, el comunismo y sus parientes ideológicos han producido 120 millones de muertos en 100 años. La pregunta que se impone y responde al desconcierto podría ser por ejemplo: ¿Qué es lo que ha permitido que regímenes criminales y ladrones, en connivencia con los narcos, dictadores y asesinos, permanezcan en el poder desde 1992, en el caso de Venezuela, o desde 1961, en el caso de Cuba? ¿Qué clase de ceguera se ha impuesto sobre sus pueblos que no los detectan como lo que son, meros usurpadores?

La Carta de Madrid nos lo explica con claridad meridiana. Se trata de una iniciativa surgida desde la sociedad republicana en muchos puntos distantes de occidente, es un grito de alerta en defensa de la libertad y la democracia. Merece nuestro aplauso y nuestro apoyo. El documento está disponible en internet y ha sido firmado por más de cien parlamentarios de Europa y América toda. El número de adherentes crece constantemente, ya pasa de los 150. Entre los firmantes están Eduardo Bolsonaro, hermano del presidente de Brasil y diputado del parlamento de ese país; la disidente y escritora cubana Zoe Valdés, y la presidenta del partido italiano Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni, por ejemplo. Ha sido elaborado por la Fundación Disenso, un centro estratégico del partido VOX de España, con el fin de dar la batalla cultural a la izquierda bolivariana que ha desembarcado en la península ibérica y amenaza la región. Su primera versión es del 26 de Octubre de 2020. Hay varios uruguayos en la nómina, entre ellos un legislador en funciones y un periodista. Los hay también de toda América del Sur, Central, del Norte, España, Francia, Italia, Países Bajos y hasta Grecia.

La Carta de Madrid es un compromiso de los firmantes de la misma para trabajar conjuntamente en la defensa de ciertos valores y principios que ella define. Habla de los 700 millones de personas que formamos la comunidad cultural ibérica, que allí denomina ¨Iberoesfera¨. El texto dice entre otros conceptos:

¨La iberoesfera tiene todas las condiciones para ser una región de libertad, prosperidad e igualdad ante la ley. Sus pueblos no están condenados por ningún tipo de determinismo histórico. Sin embargo una parte de la región está secuestrada por regímenes totalitarios de inspiración comunista, apoyados por el narcotráfico y terceros países. Todos ellos bajo el paraguas del régimen cubano e iniciativas como el Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla, que se infiltran en los centros de poder para imponer su agenda ideológica¨.

Llama la atención la precisión de estos políticos y personalidades para hacer una lectura tan clara de esta realidad en la Iberoesfera. Seguramente ello puede deberse a que la realidad se impone y es autoevidente, aunque en nuestro país casi no se hable de eso. Los grandes medios evitan el tema. Sin embargo en Cuba hay un 90 por ciento de pobres y en Argentina un 50 por ciento. El gobierno argentino reparte 31 millones de vales de ayuda social por mes. El proceso se viene dilatando y ensanchando desde 1961 en toda la región y ahora ha saltado a Europa y nada parece poderlo parar. El populismo logra votos y hay varios interesados en perpetuarlo y perpetuarse. Es como una antigua peste medieval que se lleva todo por delante ante la ignorancia de su esencia y como combatirla. Aparece ahora desde Madrid, una declaración clara y plurinacional que advierte el peligro y se compromete a erradicarlo. Nunca antes había ocurrido algo tan coordinado, tan espontáneo, tan diverso y necesario. Allí radica su fuerza y esa es la razón del título de esta columna. Es una bocanada de aire fresco cuando la asfixia se empezaba a sentir.

La amenaza es grave, más allá de que entendamos su esencia y sus métodos. Alcanza con leer las declaraciones públicas que hacen en sus reuniones los foros de izquierda pro chavistas, para entenderlo. Actúan desembozadamente, sin prurito y sin necesidad de medidas de reserva, tal es su sentimiento de ser inexpugnables que los anima. Solo a manera de ejemplo cito la declaración final del XXV encuentro realizado en Caracas en 2019:

¨Es urgente retomar la iniciativa con más vigor y eficacia. Ello es posible “cuando hay unidad, dirección política decidida y capaz, objetivos claros de lucha, moral de combate y arraigo en las clases populares”.

El Foro habla de moral de combate, está hablando de una guerra, la está declarando casi, expresa el término ¨moral de combate¨ que no se basa en ideas de respeto institucional y más bien se funda en el deseo de vencer a un enemigo que atenta contra sus intereses. Ellos arengan, llaman a la lucha. Deben hacer fuerte al combatiente, darle resiliencia sobre la muerte y la pérdida de su proyecto de vida y de su entorno. Están dispuestos a todo y en eso nos llevan la ventaja. El ciudadano de una república no tiene moral de combate hasta no ser llamado a defender su patria. Quiere formar una familia, conseguir un trabajo, mejorar, ser feliz. El enemigo socialista si está preparado para tomar las armas, desde hace 60 años. Estas armas son cerebrales. Si miramos lo que ha ocurrido desde 1961 vemos que se trata de un proceso de lucha social al mejor estilo de Antonio Gramsci, es la guerra por el cambio cultural. Se trata de cambiar tradiciones y valores, lenguaje y creencias. Las armas son otras y entre ellas el miedo. Por aventurado que parezca debemos concluir que lo están logrando. Ya no festejamos las fechas patrias y muchas ya tienen otro significado. Efectivamente, los gobiernos republicanos y liberales que respetan la propiedad privada y se basan en el trabajo y la virtud como medios de ascenso social y prosperidad, apoyados por policías y militares, no han sido exitosos, desde hace una década por lo menos hemos visto a Chile y Argentina volver a la izquierda y ahora el peligro se cierne sobre Perú y veremos qué pasa con Brasil. A juzgar por Cuba y Venezuela, una vez que llegan, ya no se van. Cambio constitucional, infiltración del tribunal electoral, dominio de los fiscales y jueces y una mayoría absoluta en el parlamento alcanzan para matar la democracia y volverla solo un nombre, una cáscara sin substancia. Los gobiernos liberales partidarios de la empresa y el libre mercado están amordazados por el temor y por los límites que les imponen las izquierdas con su estrategia de guerra cultural.

La Carta de Madrid expresa que el avance del comunismo supone una seria amenaza para la prosperidad y el desarrollo de nuestras naciones, así como para la libertad y derechos de nuestros compatriotas. En la guerra cultural que vivimos ellos dirán que su agenda de derechos ha conquistado tal o cual cosa. ¿Qué derechos tienen los ciudadanos venezolanos y cubanos? ¿Cómo se trata al disidente en esos regímenes? No hay tal cosa como libertad de pensamiento, cuando mucho una pantomima teatral mal guionada. Su método es el materialismo dialéctico, siempre hay que buscar la antítesis, al hombre oponemos la mujer, al obrero el patrón, al niño sus padres, a la madre el padre, a la vida la muerte. Todo se destruye, pronto no quedará piedra sobre piedra en la Cartago en que occidente se ha convertido. En otro momento los preclaros signatarios de la carta agregan:

¨La amenaza no se circunscribe exclusivamente a los países que sufren el yugo totalitario. El proyecto ideológico y criminal que está subyugando las libertades de las naciones tiene como objetivo introducirse en otros países y continentes con la finalidad de desestabilizar las democracias liberales y el Estado de Derecho¨.

Por fin hay un atisbo de reacción, la carta de Madrid consagra cuáles son los elementos esenciales que garantizan el buen funcionamiento de nuestras sociedades, el Estado de Derecho, la separación de poderes, la libertad de expresión, la propiedad privada. Pero no se detiene allí, enfatiza que estos deben ser especialmente protegidos frente a aquellos que tratan de socavarlos. También define quienes tienen que defender estos elementos de la sociedad democrática que la harán fuerte, no solo el ámbito político sino también las instituciones y la sociedad civil. Este no es un tema solo de la Policía o del Ejército, ni del Ministerio tal o cual, la defensa de nuestro estilo de vida es mi responsabilidad y la suya. Nos estamos jugando la libertad y el futuro de nuestros hijos. Los queremos acaso sometidos 70 años, a la falta de esperanza y a merced del tirano, como los habitantes de La Habana, que viven paseando turistas en Buick del 61, entre whisky adulterado y un dinero que no paga la dignidad perdida.

Quiero concluir parafraseando la declaración final que suena a una declaración de Independencia, como aquella que supimos aprender de nuestros mayores en las asambleas de la patria vieja, donde Artigas dictaba en un rancho de suelo de tierra, el Protector de los Pueblos Libres:

¨El futuro de los países de la Iberoesfera ha de estar basado en el respeto a la democracia, los derechos humanos, el pluralismo, la dignidad humana y la justicia.¨

El Foro de San Pablo y el grupo de Puebla ofrecen en tanto falta de respeto, dictadura, derechos humanos de forma y no de fondo, pensamiento único, sometimiento y una justicia manejada desde el poder.

1 COMENTARIO

  1. Exelente artículo la carta de Madrid si las mayorías de los habitantes no solo de América si no de otros continentes tuvieran la capacidad de pensar y razonar lo que significa el comunismo que es la peor peste que se sierne sobre la humanidad no debería existir y sus dictaduras desaparecer soy de los que pienso que hay que hacer una clara y auténtica información y que las nuevas generaciones sepan realmente lo genocidas que son los comunistas

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