Por: Raúl Blanco.
El sistema electoral de Uruguay es ejemplo en el mundo.
Es ejemplo por la transparencia, corrección y libertad del mismo.
Es tan libre que permite que se inscriban partidos colectivos y unipersonales.
Basta con tener dinero. Mucho dinero para tener su partido a la medida.
Es paradójica la situación de un partido unipersonal, pero existe en Uruguay.
Ese partido supo tener un Senador y dos Diputados sin haber participado de una elección.
Ahora tiene sólo un Diputado.
Es el Diputado más caro del mundo, en términos de campaña, que costó un millón de dólares.
Un millón de dólares en carteles personales para alimentar el ego; contratación en asesoría internacional totalmente improductiva, y gasto en una productora publicitaria para ilusionar a muchos incautos. Pero de apoyo económico a las agrupaciones nada.
Pero el Diputado no se habla con el líder del Partido Unipersonal, y ahora esa Unipersonal cambió de dueño o de líder.
Las reglas electorales, transparentes, correctas y libres, posibilitan que el juego democrático ponga las cosas en su lugar, y le devuelva, o le dé al pueblo, o a un grupo de ciudadanos, la verdadera representación que le corresponde.
Una mayoría simple, pero mayoría al fin, en una Convención Nacional, hace que el Partido Unipersonal pase a ser el Partido de la Gente.
Los partidos y agrupaciones políticas son de la gente, de los ciudadanos, y no le pertenecen a pretendidos iluminados, que pueden ser brillantes en otras actividades, pero no cualquiera puede ser un Líder.
El verdadero Líder se ve en sus acciones y en el ejemplo que da con su conducta. Debe ser un auténtico espejo donde se puedan ver sus seguidores.