Por: Francisco Berchesi.
Como es costumbre en el Frente Amplio, luego de una carrera sindical a su servicio, los dirigentes firman el pase al partido político, cristalizando de una buena vez lo que los seres pensantes sabíamos.
Desde la óptica que quieran verlo: un problema de doble personalidad de la central sindical y de la coalición de izquierda finalmente resuelto; una pasantía sindical que siendo aprobada tiene sus premios; un pago extra y asegurado tras años de militancia a su favor.
Como leí en alguna columna esta semana, lo cierto es que lo celebro. Honestamente, me alegra que de una buena vez hayan perdido aquel reparto de cine que asumían al decir que no eran operadores de nadie y que eran simples defensores de los trabajadores.
Acá tienen. Ni siquiera ya brazo operador, sino la misma cosa. Vergüenza debería darle a quienes defendieron esa postura, por el mal causado al país a cambio de –ahora sí- demostradas tareas políticas.
¿Se imaginan sentir el malestar constante por la derrota no asumida, la aprobación, vigencia y éxito de la LUC, el casi inmejorable manejo de la pandemia y una gran aprobación, ese “alejamiento y mala comprensión del pueblo” declarado por el F.A, y tener un mellizo para que actúe a título personal a tu favor?
En el 2015 la central pasó los 400.000 afiliados. Vaya brazo operativo.
Creo firmemente que deben pedir disculpas públicamente y sincerarse de una buena vez fusionándose. El constante mal causado a la sociedad con paros que paralizan sectores enteros, con caceroleos que insultan ética y moralmente y militancias de intercambio, fueron suficientes.
¿O la recolección de firmas que llevaron adelante no fue hombro con hombro, sin poder distinguir uno del otro? Una central sindical militando contra artículos que nada tienen que ver con el trabajo y mucho menos con las tareas de un sindicato.
Sus dos intendentes más populares festejando en la puerta de la Sede Central del PIT-CNT.
Celebro que finalmente se vayan cayendo las caretas casi transparentes que tenían.
