Finalmente el pasado domingo 27 de marzo se llevó a cabo el referéndum contra los 135 artículos de la ley número 19.889. El resultado fue el triunfo del “NO” por una diferencia aproximada de unos 22.000 votos en el escrutinio primario. La oposición hace denodados esfuerzos para tratar de transformar su derrota en una aparente “victoria”. Pero frente a ello se choca contra la realidad que es terca y que nos muestra que los 135 artículos en cuestión han quedado firmes. Tan firmes como el resto de la ley, ni más ni menos. De manera, como ya era sabido pero a veces se pretendía inducir a engaño, la ley total o parcialmente puede ser derogada por otra ley.
Si el margen fue escaso o no resulta indiferente a los efectos jurídicos. Podrá sí ser objeto de análisis político y allí encontraremos de todo como en botica. Desde los que creen ver el futuro en las caras de las principales figuras (incluyendo al Presidente), hasta quienes interpretan que se repite el escenario de la segunda vuelta del 2019. Todas ellas son circunstancias difíciles de constatar. Lo único que tenemos certeza es que la ley sigue rigiendo en su totalidad y, desde ese punto de vista, resulta un triunfo de la coalición de gobierno.
Pero, mientras tanto, el mundo sigue su marcha. La guerra de Ucrania sigue dejando escenas de crueldad inhumanas, la pandemia no quiere entregarse, la economía mundial se encuentra complicada por decirlo de una forma suave y delicada. No quiero pasar por alto la clasificación de Uruguay al Mundial de Qatar, algo que nos llena de orgullo y alegría. Para algunos pocos que solo veían en el horizonte el resultado del referéndum bueno ya está, ya tenemos el resultado y sería bueno enfocarnos en los problemas que hoy como sociedad uruguaya estamos padeciendo.
Winston Churchill decía que podía comprenderlo casi todo, pero que la economía superaba su entendimiento. Que un estadista de la talla de Churchill haya reflexionado de esa forma sobre la economía, en el mejor de los casos nos debe poner alerta. Yo me declaro un ignorante en materia económica, por tal motivo los comentarios que pueda hacer son los de un ciudadano preocupado con la marcha de las cosas. Tenemos por delante desafíos a corto, mediano y largo plazo. Hoy mismo debemos enfrentar una nueva suba de combustibles, el aumento de precios de la canasta básica, la caída del dólar, las dificultades que persisten en materia de seguridad entre otras cuestiones urgentes. Pero también tenemos por delante la postergada e inevitable reforma de la seguridad social. Todos ellos temas graves e importantes a los cuales no se puede hacer frente con dogmatismos. Seguramente otra vez se pondrá sobre la mesa hasta cuándo y cuánto el Estado puede y debe intervenir. Pues nuevamente el Estado va a intervenir. Con respecto a la carestía, más concretamente a los precios de los bienes de consumo, la intervención debe ser mínima casi quirúrgica. ¿Por qué motivo? Sencillamente porque la intervención sobre los precios ya ha dado muestras en la historia que solo a corto plazo da resultado. No se puede fijar artificialmente los precios porque la ley de la oferta y la demanda se comporta en forma cruel y despiadada y no es una ley que pueda ser objeto de referéndum. Por otro lado una realidad: los costos de producción. Si se procediera a fijar los precios en forma artificiosa la respuesta de los productores sería “si voy a perder plata me dedico a otra cosa”. Por ello solo se puede intervenir en forma acordada con la producción y por un plazo corto. De hecho y en este gobierno ya hemos visto que se ha actuado de esa forma. La buena noticia para el Uruguay es que nuestros principales productos siguen a muy buen precio en el mercado internacional. La mala noticia es que el dólar sigue en baja.
Los próximos días seguramente tendremos novedades al respecto. Lo que hoy ya tenemos es un gobierno que se ha ganado la confianza y el respeto de la gente. Tanto a nivel nacional como internacional. Y eso es clave.