Un 6 de abril de 1872 se pone fin a la Revolución de Las Lanzas y se inicia la coparticipación política en la República. Para Florida dicho acontecimiento significó, que la por entonces Villa, se convirtiese en la segunda capital política del país durante una década. Para comprender a cabalidad la relevancia de dicho acontecimiento corresponde contextualizarlo. Finalizada la Guerra Grande con la Paz de 8 de octubre de 1851, comenzó un período que se ha denominado de política de fusión, que implicaba la extinción forzosa de las divisas blancas y coloradas, a las que se les hacía responsables de todas las tribulaciones que había sufrido el país durante aquella larga contienda fratricida. Pero dicha política, inspirada en nobles propósitos, al desconocer la realidad resultó un estrepitoso fracaso entre los años 1851 y 1865. Lejos de anular o mitigar la violencia política, la incrementó y los odios se intensificaron. El triunfo militar en 1865 del Gral Venancio Flores y su ejercicio del Poder en forma dictatorial hasta 1868 significó el inicio de los gobiernos exclusivistas de divisa colorada. Dicha política fue continuada por el Presidente constitucional Gral Lorenzo Batlle hasta 1872 cuando caducó su mandato. Contra dicho sistema que excluía a los blancos de toda posición de gobierno, se alza en armas en marzo de 1870 el Cnel Timoteo Aparicio, que era un blanco oribista de dilata actuación política, lo acompañaba en la empresa revolucionaria el Gral Anacleto Medina, un colorado riverista distanciado de su Partido de origen. La primera proclama de los insurrectos expresaba: “Ninguno de nosotros aspira al mando supremo. El país decidirá quién debe gobernar y con su buen sentido sabrá elegir a los que sean más aptos por su ilustración y patriotismo…”. Timoteo Aparicio, al decir de Abdón Aroztegui, jamás cargó otra arma que su propia lanza, era analfabeto, pero fue acompañado por destacados intelectuales como Agustín de Vedia y Francisco Labandeira, entre otros. No obstante existió una creciente tensión entre ellos y los jefes militares, dado que los primeros no reconocían el legado del Brig Gral Manuel Oribe y los segundos adherían a él. No corresponde en esta columna enumerar los principales encuentros bélicos, muchos de ellos cargados de heroísmo y otros espeluznantes en cuanto a crueldad. Ante la imposibilidad de llevar a cabo elecciones, el 1 de marzo asume la Presidencia de la República el Presidente del Senado Tomás Gomensoro, quien con un nuevo talante propicia un acuerdo de paz con los revolucionarios, contando para ello con la mediación del Cónsul General de la República Argentina. Luego de trabajosas negociaciones se llega a un acuerdo el 6 de abril de 1872 en la ciudad de Montevideo. Lo suscriben por el Poder Ejecutivo los Ministros de Gobierno Emeterio Regúnaga; de Guerra y Marina Gral Juan P Rebollo y de Hacienda y Relaciones Exteriores Dr Ernesto Velazco y por los revolucionarios el Cnel José G Palomeque y Estanislao Camino. También lo firma el mediador argentino Jacinto Villegas. El acuerdo de paz contenía un compromiso de amplia y generosa amnistía y convocatoria a elecciones libres. Pero lo más relevante era un convenio verbal que le asignaba a los blancos cuatro Jefaturas Políticas: Florida; San José; Canelones y Cerro Largo. Es de destacar que lo acordado comprendía los territorios de Flores y Treinta y Tres, cuyos Departamentos aún no habían sido creados y que pertenecían a San José y Cerro Largo respectivamente. Este acuerdo durará 32 años hasta 1904. En 1897, cuando la primera revolución de Aparicio Saravia ella culmina con otro acuerdo de paz, que asigna a los nacionalistas las Jefaturas Políticas de San José, Flores, Cerro Largo, Treinta y Tres, Rivera y Maldonado. En realidad no hubo un aumento de Jefaturas dado que los Departamentos habían pasado de 13 a 19. Lo sustancial es que se sustituyó Florida y Canelones por Rivera y Maldonado. La Paz de Abril significó un alborozo generalizado al grado de motivar el 13 de abril de 1872 el Banquete de la Juventud en la Confitería Oriental de Montevideo, donde hicieron uso de la palabra 32 oradores entre los cuales se destacaban Carlos María, José Pedro y Gonzalo Ramírez; Julio y Miguel Herrera y Obes y Jacobo y José Pedro Varela. La Paz de Abril dinamizó la vida política, surge el Club Libertad (colorados principistas); el Partido Radical como tercera corriente política precursora del Partido Constitucional y el Club Nacional antecedente ineludible de la conformación del moderno Partido Nacional. Timoteo Aparicio residía en Florida desde 1834 y desde 1872 a 1882 en que fallece fue permanentemente consultado por los sucesivos gobiernos. A tal grado que el 19 de enero de 1875 en la Convención de la Florida se tiene por renunciante al Presidente José Ellauri y se reconoce como Presidente constitucional a Pedro Varela quien había asumido el 15 de enero de 1875, todo lo cual es acordado por Timoteo Aparicio con sus cuatro Jefes Políticos y los Ministros de Gobierno y de Guerra y Marina del Poder Ejecutivo, en dicho convenio se ratifican expresamente y por escrito las cuatro Jefaturas blancas. La Paz de Abril de 1872 significó el reconocimiento del pluralismo partidario y a partir de ello se emprendió un largo camino que lúcidamente expresara Juan Carlos Gómez: “Contra lo imposible nada es fuerte. Los Partidos existen y es preciso aceptarlos. Seamos prácticos y aprovechemos en educarlos el tiempo que perderíamos en la pretensión de suprimirlos”.