UN GENIO DE LA ENAJENACIÓN. Por Joise Morillo

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El 14 de Marzo 1883, hace 140 años, falleció Karl Marx, uno de los pensadores más influyentes de todos los tiempos.

Habiendo recordado ese onomástico he de Abordar al Daemon -genio- siniestro de Karl Marx en respuesta a esto más abajo que defiende de la detracción a este zángano platónico con aguijón, cito:

«Simplemente no puedo entender que alguien pueda tener envidia de un genio; la genialidad es algo tan especial que quienes no la tenemos sabemos inmediatamente que es una cosa inalcanzable; para sentir envidia de una cosa así hay que ser tremendamente estrecho de miras»

✍️…Friedrich Engels

Yo postulo o afirmo lo siguiente:

«Una cosa es la envidia y otra es la crítica imparcial y desapasionada»

Curiosamente para Aristóteles en causas de las revoluciones de «Política» la envidia es una de ellas y, precisamente la musa de las revoluciones S.XVIII-XXI. A este prusiano fue a quien la derecha política alemana en su época tildó de revolucionario de la desesperación. En definitiva, Marx envidiaba a los ricos poderosos. Era un resentido más de la historia política del mundo, que, como su legado lo ha inspirado representa la prodigalidad y la improvisación. Sea, repartir con asimetría lo que no han producido. En otras palabras, para el líder mesiánico y sus secuaces: la crema, para el pueblo la borra o lo que quede

Los bienes no son de quien los produce sino de quien los necesita, insinúa Gustavo Petro (presidente comunista de Colombia) emulando con su discurso una filosofía de jerga choriza -choro: que hurta- 

Curiosamente, el pensamiento de Marx se basó en ideologías ajenas. O sea, las ideas de otros tergiversadas e interpretadas a su medida y su obstinada voluntad -solipsista y narcisista -de pertenencia e imagen. Con una inmensa tendencia al análisis sin ningún sesgo psicológico, al desconsiderar, la libertad natural de pensar que es, por inmanencia, el verdadero derecho junto a la vida del individuo humano. Sus críticas respecto al capital no dan mérito directo a su perfección como herramienta inminente e insustituible, ni a su modo de producción crematística (Riquezas). Empero, al describirlo en detrimento a sus medios se manifiesta un evidente sofista, principalmente con su concepto plusvalía. La crítica marxista y sus seguidores, no dan cuenta de sus logros en la medida del fracaso que ha tenido en la historia para vindicar a un supuesto maltratado proletariado milenario, citado en su histórico discurso de las luchas de clases. 

En esto último se basa su error científico, pues, la tendencia al progreso por propio esfuerzo no es inmanente a todos los seres como lo es el instinto de conservación a como dé lugar. De modo que, al no analizar este punto concreto, su patrón sugiere una imposición al gregarismo; manifiesto en la exhortación a la tiranía prehistórica -despotismo- avalada por la ley del más fuerte. Su discurso comunista apoya la idea de un gobierno Déspota que imponga directrices (dictadura del proletariado, manifiesto comunista de 1847-1848). He ahí el punto álgido del yerro de su moción nada filantrópica. Evidencia, el discurso introductorio de tal manifiesto. Su obra cumbre «Das capital» editada por su mecenas Engels, es, un análisis de cómo funciona la inversión del dinero (economía) según A. Smith y Ricardo. 

La división del trabajo que propone no considera la meritocracia, ni la iniciativa del individuo. Sin embargo, en su ecología o ambiente para el trabajo no descarta la jerarquía. Por ende, su ponencia promete una ambigüedad bastante interesante y digna de abordar en estudios, igual que su concepto plusvalía derivando en lo que Einstein llamaba motor más poderoso «la voluntad» en este caso la voluntad de progresar que contempla el corolario de la ponencia del dúo Darwin y Spencer en relación a la subsistencia de los más aptos. 

No para mandar, que sería la cosa natural en los ansiosos de poder, sino para realizar el trabajo, de haberse de subsistencia con autonomía -tercerizada- que sería el hecho wittgensteriano. Trabajar es el hecho, la colaboración es el mundo.

‘el cúmulo de hechos es el mundo»

El legado de Marx ha sido crear en los siglos XIX-XXI una histeria Huxleyana que muy bien puede identificarse con la obra de G. Orwell «la granja» y la pretensión fructuaria de los Cayo Gracis de la Roma pre republicana. En sus planteamientos no se encuentra una solución viable para contrarrestar el volumen de pobreza que surge en los pueblos, que no sea alentarlo a soportar y vivir en miseria.

Gloria Álvarez (politóloga guatemalteca)

Afirma:

«El socialismo ama tanto a los pobres que los multiplica.»

Una cosa es la envidia y otra la crítica imparcial y desapasionada. El socialismo convence al pueblo ignorante de civismo y política -los miserables de Víctor Hugo- enajenando con esperanzas incumplibles.

Joise Morillo

[email protected]

Venezuela-USA 

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