Pensamos que no, las fuerzas armadas ya no tienen hoy el apoyo que tenían en el 73, los tupamaros están insertos en el juego democrático y la economía está mejor. Sin embargo, hay un dominio monopólico de los medios de comunicación y una parte de la opinión pública no encuentra forma de expresarse y por otra parte, no hay un verdadero diálogo para resolver los problemas, sino que cada grupo de poder se impone en cada sector de la sociedad, según nuestro parecer. Estamos perdiendo reflejos democráticos y resulta oportuno repasar algunas lecciones de los principales referentes de opinión, como manera de dar cierre a este cincuentenario.
En estas cinco semanas, desde el 27 de junio, hemos visto y oído cientos de personas hablar del tema, protagonistas, periodistas, políticos y toda clase de opiniones que surgen como hongos después de la lluvia. Hemos seleccionado para resumirles a usted amigo lector, seis que nos parecieron importantes por diferentes razones, un caudillo, tres expresidentes, el secretario de Seregni y un líder emergente. Hoy vamos a inferir algo de sus saberes que pudimos o debimos haber aprendido de cada uno de ellos, tomando una idea central de cada expositor. No pretendo responder a la pregunta del título, sino brindar elementos para una meditada respuesta, que invito a cada lector a hacer. Lo mío será hoy una inferencia más.
De Wilson Ferreira Aldunate extraigo su aseveración aquel 27 de junio de 1973, en el sentido que, si no hubiese querido el partido comunista y la CNT, aquí no habría habido golpe de estado. Cuánto para saber y aprender. Cuánto para inquirir a la historia. El PITCNT de hoy domina al frente amplio y le marca la agenda.
De Julio María Sanguinetti presento su idea sobre la fundamental distinción entre memoria e historia. Vaya si hemos sido sometidos a esfuerzos de establecer la memoria de los tupamaros y comunistas como la única válida, es hora de que la historia entre en escena. Hace dos generaciones que el relato impuesto no responde a la historia.
De Jorge Batlle Ibáñez que los que pasa en Uruguay es un eco de lo que pasa en el exterior. La guerra fría nos definió desde la salida de la segunda guerra y nuevos conflictos geopolíticos mundiales nos afectan hoy, desafiando nuestra capacidad de entender y saber como reaccionar para bien de todos. Somos tomadores de políticas no emisores. Por eso es crucial anticiparse. Estamos en un proceso peligroso y pensamos que nuestra democracia es fuerte. Estamos dormidos mientras la revolución fluyte a nuestros pies.
De Luis Alberto Lacalle Herrera que aquí hubo dos grandes culpables, los subversivos y las fuerzas armadas, ambos erraron el camino en diferentes momentos y por distintas razones, podíamos haberlo evitado con un poco más de respeto por el que piensa diferente. Falta tolerancia, los ánimos se han crispado. El conflicto está latente.
De Oscar Bottinelli que el golpe fue un hito más en un proceso de larga data de crisis de la poliarquía que dominaba el poder en el país. Esa poliarquía heredada de españoles e ingleses que hoy, con nuevos jugadores e intereses entrecruzados, como siempre, sigue gravitando. Cada vez hay menos espacio para hacer sin preguntar. El frente reclama un diálogo que desde el poder no da.
De Guido Manini Ríos que Cabildo Abierto desea para el futuro de nuestro país que nunca más haya terrorismo, venga de donde venga, especialmente cuando el terror afecta a los que no tienen otra posibilidad que la defensa que proporcionan las instituciones del Estado. Esos que siguen esperando una reparación cincuenta años después. Y no solo económica, sino sobre todo moral. El verdadero necesitado está fuera de las políticas públicas y del crédito.
Cada una de esas seis afirmaciones y su corolario merecería una columna y la tuvo en su momento. en Semanario Contexto. Ahora voy a hacer una inferencia o dos antes de pasar a otros temas, como aporte a una reflexión sobre nuestro futuro.
El golpe no fue un hecho aislado sino la resultante de la inacción de nuestros gobernantes que facilitó la acción guerrillera en una sociedad sin condiciones objetivas para un levantamiento social. Faltó capacidad para ver lo que se venía. Faltó estrategia nacional, visión de estadistas a nuestros gobernantes de los sesentas. No se quiso entender la gravedad de la situación hasta que fue demasiado tarde. Imbuidos de una letanía muy nuestra, que todo lo deja para mañana, impostada muchos años antes como valor nacional hasta en las letras y en la cultura fuimos invadidos por el marxismo internacional que nos domina cada día más. La inacción, el dejar pasar, ha sido una característica que puede facilitar la vida en circunstancias de bonanza, pero que cobra caros dividendos en épocas de crisis. Esta es una característica cultural para cambiar, el dejar pasar.
Esa falta de reacción fue suplida por la acción firme y responsable de un puñado de uruguayos que tomaron sobre sus hombros la responsabilidad de salvar la patria y que la llevan adelante estoicamente, aun hasta nuestros días. En ese pequeño grupo se cuentan algunos militares , policías, políticos de los partidos con representación parlamentaria y muchos ciudadanos anónimos, cuyos nombres depende de nosotros traer a la memoria colectiva. Por ejemplo: Pascacio Báez , pese a quien le pese, Armando Acosta y Lara, Vicente Oroxa, entre casi un centenar de víctimas que dieron su vida en aquella lucha intestina.
Algunos sediciosos estuvieron convencidos de su causa y tardaron muchos años en reconocer sus errores. Otros aún hoy persisten en su deseo de cambiar la cultura del país de manera violenta. Esto es mediante la revolución armada o cultural, llevada a cabo desde las escuelas a los centros de trabajo y a la familia misma, que ha sido asaltada en su seno por una insania que no cede, sino que crece y se difunde.
Hay una sinceridad creciente en los participantes, aunque cada uno sigue aportando agua a su molino, es difícil aceptar que todos fuimos responsables, pero lo fuimos y lo somos cada día.
El partido colorado y las fuerzas armadas fueron quizá quienes actuaron de manera más patriótica y comprometida. Han pagado el precio por haber evitado que Uruguay cayera en un régimen autoritario y populista del tipo de la dictadura castrista, que se replica hoy en Venezuela y Nicaragua y amenaza a Chile y Brasil, a Colombia y a Ecuador, a Perú y a Argentina, si no me olvido de alguno más. Es difícil defender la verdad, cuesta caro, va contracorriente, Torquemada reina en el país de la libertad.
El próximo golpe de estado parece ya estar en proceso y se autogenera lentamente. Es de signo izquierdista tipo Foro de San Pablo. Llega al poder desde las elecciones y luego las manipula para no irse más. Se genera cambiando la constitución, aprobando una ley hoy y otra mañana, en un fino entretejido que agranda al estado e inmoviliza al ciudadano común. Es el caso del nuevo código general de proceso y la creación de la fiscalía de corte, como ¨Servicio Descentralizado¨. Al ciudadano de a pie, ese que apenas le alcanza para llegar a fin de mes y que lo único que entiende es que tiene frío y hambre y se le llueven las chapas, mientras ve como se esfuma su libertad, sin que nadie haga nada por evitarlo o contrarrestarlo hay que educarlo, dignificarlo, hacerlo autosuficiente porque si no ve un horizonte escogerá perder su libertad antes que pasar hambre.
¿Es posible un golpe democrático tipo Chávez?, ¿Qué está haciendo para evitarlo?
Pluma Blanca