LA IGLESIA. Por Joise Morillo

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Etimología de iglesia:  

Del latín tardío ecclesĭa, y este del griego ἐκκλησία ekklēsía; propiamente ‘asamblea’. Escrito con mayúscula inicial en acepciones. San Pablo usó el término “iglesia”, para referirse a la congregación de creyentes cristianos.

En el siguiente contenido se explica -en breve síntesis- de cómo la vileza y la insolencia; sea, la gente vil y la insolente sacan provecho de la gente noble, piadosa, incauta y en el peor de los casos de la gente ignorante para satisfacer sus deseos insanos, como, por ejemplo: el deseo de poder y gloria del malo. En otras palabras, la voluntad de poder de Nietzsche, exacerbada en maldad y estética dionisiaca.

Jesús de Nazaret, echó del templo a los agiotistas y usureros -sacerdotes y acólitos- del sanedrín.

Este hecho fue un gesto compasivo para vindicar a los deudores que asistían a vender su cosecha, empeñada, previa a su cultivo, a los agentes o adláteres del sanedrín, en el mismo recinto donde se rendía el holocausto (las ofrendas) en agradecimiento por todo lo provisto al Universo y su contenido, a Dios.

Por este motivo, se le adjudica erróneamente, un acto de violencia y revolucionario. Empero, sabiendo la calidad de la praxis del pontificio siniestro de Anás y Caifás en el Sanedrín, la obra de Jesús fue un acto de justicia que estaba ausente de parte del mandato imperial romano para los desamparados judíos.

Siendo que, Anás y Caifás (sumos sacerdotes del sanedrín para la época) viéndose amenazados por este hecho, arremetieron contra El nazareno, acusándolo ante la presencia de Poncio Pilatos como conspirador contra el César. Otra versión, de la gleba izquierdista de marxismo post moderno, contempla un supuesto chauvinismo (nacionalismo) -inexistente- de Jesús, que tergiversa su obra piadosa. O sea, “una mera especulación”, dirían los mexicanos.

La Iglesia se conforma por un grupo que comulga según un objetivo, principalmente en pro del bien. En el caso de la fe, para rendir culto y venerar la existencia de un creador. En otras palabras, para dar gracias a Dios.  

Los templos son los recintos de reunión de la iglesia. Su espíritu piadoso ha dado pie para dar refugio a perseguidos, desposeídos, enfermos, etc., por lo que la vileza de los inescrupulosos la han utilizado a través de la historia como guaridas para salvar la persecución de la justicia y las leyes. Estos; hipócritas, ocupan y usurpan el recinto donde se reúne o se convoca la iglesia.

No es casualidad que Dante Alighieri en su obra “La divina comedia”, califique a Anás y Caifás como hipócritas y, los ubique en una de sus bolsas condenatorias en el infierno, cito:   

“Bolsa sexta: Aquí están los hipócritas, que iban vestidos con capas que por fuera eran de oro y por dentro de pesado plomo, que se veían obligados a llevar con gran esfuerzo. Caifás, Anás y todos los judíos que decidieron la crucifixión de Cristo estaban crucificados, desnudos en el suelo, de modo que los demás hipócritas pasaban por encima de ellos.”

Un ejemplo de esta tendencia hipócritas y perversa de los siniestros es la praxis de los Jacobinos previa a su advenimiento al Poder en la Francia convulsionada por la revolución del siglo XVIII. Su nombre provenía del Convento de los padres jacobinos donde se reunían para conspirar contra Luis XVI. He ahí el detalle -diría Mario Moreno-.  

Entre 1792 y 1794, los Jacobinos ayudados por los sans-culottes – los sectores menos acomodados de la sociedad (no privilegiados), Constituyeron la mayor parte del ejército revolucionario durante el inicio de la Revolución francesa- tomaron el poder por la fuerza e impusieron el período del terror de la revolución francesa, en el Cual proclamaron la Primera República y el voto Universal. Durante esta etapa los líderes girondinos, que eran luchadores anti-monarquía como los Jacobinos, fueron traicionados y condenados a muerte por la Convención Jacobina. Más tarde, los jacobinos perdieron el poder en favor de Grupos moderados de la alta burguesía y fueron ellos los que resultaron condenados a morir en la guillotina.

He ahí la forma de cómo se puede catalogar el peso de la historia y su praxis, el infierno no está en ninguna otra parte que en la superficie de la Tierra. Es donde la historia castiga con cuchillo de papel.

En el caso explicado respecto del Nazareno, Anás y su yerno Caifás eran los insolentes deseosos de poder, sus acólitos y adláteres eran la gente vil dependiente de la miseria que sus mandamases, los sacerdotes, le otorgaban por hacer el trabajo sucio.  

En el caso francés del siglo XVIII la insolencia provino del chauvinismo jacobino y la vileza de sus seguidores a quienes Víctor Hugo llamó “Los Miserables” los sans-culottes (los sin interiores).

Joise Morillo

[email protected]

Venezuela-USA  

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