En 1831 el magistrado francés Alexis de Tocqueville viajó a Estados Unidos para estudiar su sistema penitenciario. Llegó a una nación recién constituida, que había abrazado el sistema democrático como el adecuado para regir sus designios. De aquel viaje surgiría su obra, “La democracia en América”, y cambiaría su vocación, entregándose a la producción intelectual y política. Alexis de Tocqueville defendió la democracia como el mejor de los sistemas políticos, pero supo anticipar los peligros que un deficiente ejercicio democrático podría tener para las naciones. Finaliza aquel libro, afirmando que «las naciones de nuestros días no pueden impedir la igualdad de condiciones en su seno; pero de ellas depende que la igualdad las lleve a la servidumbre o a la libertad, a la civilización o a la barbarie».
La democracia nació como un sistema político que pudiera asegurar la libertad individual. Democracia y despotismo son formas antagónicas de gobernar. Evitar la traición depende de los propios ciudadanos a los que animaba a participar en asociaciones cívicas a favor del bien común, como condición sine qua non para el establecimiento de un gobierno que no centralice el poder. Otra condición para combatir el despotismo es la cultura de los ciudadanos, ya que la mediocridad es el alimento básico de las tiranías. La masificación que provoca la igualdad democrática, aseguraba Tocqueville, destruye la excelencia y crea entre la ciudadanía la entelequia de la igualdad intelectual. La prensa, que sirvió para apuntalar los cimientos de la democracia estadounidense, era para Tocqueville «el instrumento democrático de la libertad por excelencia para hacer llegar diferentes modos de pensar a la ciudadanía”. El sistema judicial estadounidense le impulsó a reclamar la independencia absoluta de los jueces. Así el poder judicial se convierte en el más apto para defender las libertades cuando el gobierno amenace su persistencia.
Tocqueville defendía a ultranza que siempre se garanticen los derechos individuales. Cuando la soberanía popular gobierna los designios de la población es cuando más se necesita defender estos derechos individuales, ya que corren el riesgo de quedar ninguneados por la concentración del poder y acabar así con la verdadera libertad.
Aseguró en su obra póstuma, “El Antiguo régimen y la Revolución Francesa”, que el aprendizaje de la democracia es extremadamente arduo. Destacando que en muchos países, al tener un progreso moral y material fenomenal la gente da por sentado que sus derechos individuales están a salvo por el sistema político que los mantiene automáticamente junto con ese crecimiento exponencial, y ese es el momento fatal en que ocupan posiciones intelectuales otras visiones. Modernamente podríamos mencionar: visiones keynesianas, de la CEPAL, intervencionistas, estatistas, socialistas, marxistas.
Tal vez, ese aprendizaje, ayudaría a que, definitivamente, democracia y despotismo pudiesen ser fijados como conceptos antagónicos. En la actualidad, se han desvirtuado los sistemas democráticos, y asistimos al empoderamiento de tendencias políticas más cercanas a la represión de las libertades que a su ensalzamiento. El principal riesgo del sistema democrático reside en concentrar el poder en gobernantes libremente elegidos por la mayoría, lo que da paso al despotismo de esa mayoría que conduce al resto del pueblo de manera tiránica, subordinando al individuo en todos los actos de su vida.
LA TRAICIÓN DEL LIDERAGO DEMOCRÁTICO EN EEUU
Bastante más acá en el tiempo, el Dr. Alberto Benegas Lynch (h), en su libro “Estados Unidos contra Estados Unidos” describe que, “hay un contraste, entre la extraordinaria visión de los “Padres Fundadores”, respecto de lo que ha venido ocurriendo en sentido contrario de aquel espíritu”. Una degeneración de los Principios Esenciales sobre los que se fundaron los EEUU, tales como:
La división entre las distintas concepciones religiosas o no religiosas del poder político. La llamada “doctrina de la muralla”, una separación tajante que superara las catástrofes que registra la historia. Recuerda así, las inquisiciones, las torturas, las hogueras, la lapidación y todo tipo de persecución.
La limitación al poder político: El monopolio de la fuerza está constituido única y exclusivamente para proteger los derechos de las personas. Y las personas tienen que tener siempre una actitud activa en cuanto a la defensa de esos derechos. Por eso Jefferson decía que “…el precio de la libertad es la eterna vigilancia”. Cada uno de nosotros debe ocuparse de proteger los derechos, sus principios, y que quienes gobiernan nos respeten. Decía el marxista Antonio Gramsci: “Tomen la cultura y la educación y el resto se da por añadidura…”. Es un tema de la mente, de la educación, del pensamiento libre.
La época de los pseudo derechos creados por los traidores, para manotear los bolsillos ajenos. Si yo gano mi dinero legítimamente la contrapartida de los demás es respetar mi derecho. Si los gobiernos usando el poder de imperio otorgan un derecho a algunos a un dinero similar sin ningún trabajo los demás se van a ver obligados a dárselos. Una lesión del derecho de quien se lo ganó trabajando. Desde la Carta Magna de 1215 en Inglaterra las constituciones han impuesto un límite a ese poder. Hoy muchas constituciones son un conjunto de aspiración de deseos; de pseudo derechos. Los Padres Fundadores pusieron límite claro al poder político. No incluían: “el derecho a la vivienda; al trabajo digno, a la salud, a un ajuste jubilatorio, a la reeducación de delincuentes”. Todos pseudo derechos en contra del individuo que los paga. Cuando el derecho es ilícito, abusivo, cede la obligación de respetarlo; convierte a la sociedad en invivible, donde cada uno tiene metidas las manos en los bolsillos del prójimo. No es solidaridad, es despotismo.
La falsa “igualdad de oportunidades”. En una sociedad abierta la gente tiene más oportunidades, pero no iguales. La igualdad de oportunidades es incompatible con la igualdad ante la ley, porque no tenemos las mismas oportunidades desde el punto de vista físico, intelectual, o de esfuerzo; somos naturalmente distintos. El concepto de igualdad ante la ley va atado al concepto de respetar a cada uno lo suyo; remite al derecho de propiedad salvaguardado expresamente por los “Padres Fundadores”.
Como los bienes y servicios son más escasos que la demanda, el respeto al derecho de propiedad es crucial para dar sustentabilidad al crecimiento de la economía, y con ello, proveer de recursos a la sociedad. El derecho de propiedad tiene la gran virtud de poner la propiedad en las manos más eficientes para servir a su prójimo. El buen comerciante o empresario para satisfacer su patrimonio, no tiene más remedio que satisfacer mejor las necesidades, los deseos y los reclamos de su prójimo. El que acierta obtiene ganancias, y el que se equivoca o yerra, incurre en quebrantos. Esos quebrantos privados son indispensables para el funcionamiento económico. Cuando el político interviene, como ha ocurrido en EEUU en defensa del sistema financiero, se produjeron salvatajes a empresarios irresponsables, ineptos y corruptos, asaltantes de guante blanco, cuyo costo afectó al buen cumplidor. Políticos traidores, desde el poder, se alían para explotar miserablemente a sus congéneres, tener privilegios y mercados cautivos. “Esos son varones feudales, o simplemente, ladrones”.
Otro principio fundamental violado, es la libertad de prensa. Que cada uno diga lo que le dé la gana, como ejercicio de la libertad de pensamiento. Lo cual tendrá consecuencias judiciales, en el caso de que haya ofensas, insultos, lesión de derechos, o incitación a la violencia.
La “justicia social” tan de moda, es una redundancia grotesca, porque su naturaleza únicamente puede ser social. Pero en realidad, esa expresión se usa para aludir a la antítesis de la Justicia: sacarles a unos lo que les pertenece, para darles a otros lo que no les pertenece. Hayek sostiene que el adjetivo social puesto frente a cualquier sustantivo, lo convierte en su antónimo. Constitucionalismo social, no va a haber constitución; derechos sociales, va a haber lesión de derechos; justicia social, que va a haber injusticias; democracia social, no va a haber democracia. Es el INDIVIDUO, es la PERSONA, la que es sujeto de derecho. El estado y el gobierno son nuestros empleados. Y tenemos que mantenerlos en brete para que protejan nuestros derechos, no se salgan de cauce, ni se conviertan en un Leviatán, donde el gasto público es elefantiásico y los impuestos son insoportables. Cita especialmente Benegas Lynch a John Marshall: “La posibilidad y la tendencia a destruir la sociedad abierta a través de sistemas fiscales”. Hoy día, en la mayor parte de los países, nadie entiende para qué tiene que pagar tantos impuestos. Son dobles y triples imposiciones que requieren “expertos en mercados regulados”, que cobran por interpretarlas y evadirlas.
El traicionado derecho al debido proceso. La traición política interfiere en la designación de fiscalías y jueces para favorecer la impunidad, condenar a quien denuncie la lesión de sus derechos, y justificar acciones de apropiación indebida.
En otro orden, se viola el respeto a la autodeterminación real de pueblos. El general George Washington destacó la importancia de no meterse militarmente, ni contaminarse económicamente en otros lados. Eso aumenta el gasto público de la fuerza estatal y diversifica su acción en conflictos multiplicados. Las FFAA son para la defensa propia y no para invadir otros lugares. La política exterior de EEUU ha dado muestras reiteradas de haber declinado respetarlo con intervenciones que han empeorado la situación del mundo libre.
Se ha distorsionado también el principio del federalismo como fraccionamiento y limitación del poder. La idea original era que el gobierno central se ocupara exclusivamente de la defensa y las relaciones exteriores, para lo cual se creaba un impuesto nacional. Todo lo demás era responsabilidad de los gobiernos menores. Esto promueve incentivos locales muy importantes para evitar caer en tendencias socialistas con impuestos exorbitantes, reduce el gasto público, evita que la gente emigre para defender su propiedad; mientras que los altos impuestos locales restringen las inversiones imprescindibles para generar trabajo. Los “Padres Fundadores” ponían énfasis en que las actividades del estado son para garantizar derechos, no para ampliar la esfera pública a actividades que pueden desarrollar mejor y más eficientemente los privados.
Revaloriza Benegas el concepto de Iusnaturalismo (derecho natural) por encima de los muros de la legislación positiva, en lo que ésta se oponga al derecho natural y a la libertad. Y al derecho a la resistencia cuando un gobierno atropella los derechos individuales de las personas. La obligación moral del individuo de levantarse contra él, y sustituirlo.
Benegas Lynch destaca el efecto nefasto de la banca central por afectar los precios relativos al determinar el precio del dinero (interés). Pautas que redirigen la inversión y el crecimiento de un país. Las señales de interés distorsionan datos esenciales de la economía para direccionarla libremente hacia lo que resulta más conveniente para el crecimiento del sector productivo.
La declinación de los principios originales en EEUU fue acentuada con el New Deal de Roosevelt que terminó con el patrón oro clásico y pasó al dólar y la libra (que quedó de lado rápidamente). Eso permitió que EEUU expandiera su moneda. Las bancas centrales extranjeras ya creadas asumieron sus reservas en dólares, lo que les permitió emitir más en sus monedas locales en base a la moneda ya depreciada: el dólar. Esto produjo el boom de los años 20 en EEUU y el crac del año 30, que se prolongó debido a las medidas intervencionistas de Roosevelt: las mal llamadas conquistas sociales, el salario mínimo, etc. Las bajas en las tasas de capitalización condujeron a un desempleo de 14 millones de personas antes de la guerra (que lo disimuló). Luego Truman, a regañadientes eliminó los controles de precios anteriormente establecidos.
Para Benegas Lynch la creación de organismos directrices en educación son “insultos a la inteligencia”. EEUU nunca tuvo ministro de educación, pero sí secretario de educación que creó Carter, y Reagan trató de eliminar sin éxito. La educación por naturaleza es un proceso abierto, competitivo de prueba y error fundamentales para la educación. Las limitaciones a la libertad de pensamiento que implica el control académico en las universidades, impide el desarrollo educativo libre, creativo, y consolida el pensamiento único.
Dedica un capítulo especial a lo que define como una institución “aberrante”: el FMI, que básicamente sirve para darles apoyo logístico a gobiernos fracasados, quebrados, estatistas, corruptos, que regalan recursos de quienes trabajan, coactivamente detraídos a gente productiva de otros países. Si los gobernantes serios se financiaran con crédito privado, éste se ocuparía de que tuviera suficiente garantía de rembolso y seguridad en el destino de los fondos.
Y en otro capítulo dedicado a la guerra contra las drogas, señala: “Hoy en EEUU hay lugares en los que se les da a los jóvenes 15 mil dólares semanales para colocar drogas en colegios y lugares bailables. Eso demuestra los márgenes operativos fenomenales de la droga, que ha llegado a crear las sintéticas que son mucho más devastadoras. Como dice Milton Friedman, decir guerra contra las drogas es algo sinsentido, es como decir la guerra contra la aspirina, las guerras son contra personas”.
Explícitamente, Benegas Lynch realiza una ardiente defensa del derecho a la vida, cuando condena enfáticamente la legalización del aborto. Un atentado a la vida concebida con el argumento espurio de proteger el derecho a disponer del cuerpo femenino. Se asume así el asesinato del nonato indefenso concediendo a la madre el “derecho” de darle vida o no, por su exclusiva voluntad.
En el último capítulo da una mirada al futuro, en temas técnicos en bienes públicos, externalidades, asimetría de la información; haciendo hincapié en las reservas morales en EEUU, que sostiene, afortunadamente son muchas.
NUESTRO APORTE:
La traición a los principios de los Padres Fundadores, simples, naturales, racionales, ha producido la debacle de la república y la democracia. Liderazgos políticos degenerados dieron origen a la confusión entre democracia y despotismo, incorporando grados de corrupción al derecho individual hasta naturalizar al socialismo como una “mejor” versión de la democracia.
El político ha abusado de la legitimación electoral entregándose a la apropiación obscena de lo ajeno opuesta a la libertad. Lo “políticamente correcto” se ha transformado en dogma cultural arrasando con el derecho que el pueblo reivindicara de proteger la propiedad individual como derecho inalienable, que no admite volver a ser subordinado a una repartija políticamente arbitraria.
La versión socializante de la defensa de lo privado, devino en: lo tuyo es mío, para igualar oportunidades. Desde el poder de imperio, se impone al individuo una superestructura para requisar su libertad, su propiedad, su pensamiento propio, hasta venderlo como colectivo social superador, y recortar la libertad lisa y llana.
Tamaño daño, otra vez en la historia humana, mistifica el pecado de codicia: afán excesivo de riquezas; avaricia, usura, miseria, ruindad.