A 85 AÑOS DEL FINAL DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. Por Hilario Castro Trezza

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Un 1 de abril de 1939, se acaban de cumplir 85 años, desde la ciudad de Burgos el Generalísimo Francisco Franco emite el último parte de la guerra civil: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado sus objetivos militares las fuerzas nacionales. La guerra ha terminado”. Aquél día culminaba una larga y cruenta guerra fratricida iniciada el 18 de julio de 1936.

Para entender a cabalidad este complejo conflicto es necesario retrotraernos en el tiempo al 14 de abril de 1931, cuando luego de las elecciones municipales del 12 de abril, no en el conjunto del país pero sí en las principales capitales de provincia, los partidos republicanos triunfan sobre los monárquicos. Ante ello el Rey Alfonso XIII abandona el país y es proclamada la República.

La intelectualidad más esclarecida y los dirigentes políticos de las más diversas orientaciones, que habían sufrido el errático reinado de Alfonso XIII, apostaron por la República, con el propósito de modernizar y democratizar a un país atrasado y esclerosado. Pero aquél alborozo inicial fue tan sólo un espejismo, dado que la derecha, poco afecta al liberalismo, no estaba dispuesta a cambios estructurales importantes, y a su vez la izquierda apostaba a objetivos maximalistas que se daban de bruces contra la cultura de la inmensa mayoría de los españoles.

No bien fue proclamada la República, milicias armadas provenientes de la izquierda marxista y anarquista comenzaron a incendiar templos, conventos, escuelas y bibliotecas católicas y a perseguir sacerdotes y religiosas. El gobierno izquierdista republicano, más allá de un necesario proceso de secularización, procedió a clausurar a la Compañía de Jesús (Jesuitas); impidió al clero el ejercicio de la enseñanza y la emprendió contra todo lo confesional en el ámbito público con una irracionalidad inaudita.

En otros ámbitos sus medidas colectivistas afectaron gravemente a la economía tanto en el agro como en la industria; las veleidades separatistas amenazaron gravemente la unidad de la nación española y las Fuerzas Armadas se vieron fuertemente afectadas por medidas que dañaban su unidad y sus tradiciones. La derecha, profundamente católica, reaccionó, se agrupó y comenzó a constituir sus milicias armadas y en las siguientes elecciones generales de 1933 obtuvo el triunfo, pero las izquierdas y los separatistas no respetaron los resultados y se levantaron en armas en 1934 en un intento revolucionario, que fue sofocado por el gobierno constitucional con el apoyo del Ejército.

En 1936 la izquierda se coaliga en un Frente Popular y triunfa pero con fraude y violencia. Nuevamente se incrementa la destrucción y el incendio de lugares de culto y enseñanza católica. Ello es valientemente denunciado por el líder derechista de la oposición el Diputado José Calvo Sotelo, quien es amenazado de muerte en el propio recinto parlamentario y luego asesinado por fuerzas de seguridad que respondían al gobierno. Una parte de la oficialidad superior del Ejército no tolera más la situación imperante, el Gral Emilio Mola se subleva, si éxito, en Madrid y el Gral Francisco Franco se insubordina, con éxito, en el norte de África y penetra con sus tropas, por un corredor aéreo a la península, con lo cual comienza formalmente la guerra civil.

El bando nacional tuvo el apoyo de falangistas, nacional sindicalistas, carlistas, de los monárquicos y del clero. Tuvo el apoyo bélico de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini. El bando republicano o frente populista contó con el aporte de socialistas, comunistas, anarquistas, separatistas catalanes y vascos. Tuvo el apoyo bélico de la Unión Soviética de Stalin y las brigadas internacionales reclutadas por organizaciones de fachada creadas por los marxistas.

La Iglesia Católica apoyó a los nacionales y denominó al Alzamiento como Cruzada, fue víctima de un genocidio, las milicias rojas además de la destrucción y el expolio de centenares de lugares de culto y enseñanza, la profanación de tumbas y cadáveres, le asesinaron a 6.549 sacerdotes, 283 monjas y 13 Obispos, en la mayoría de los casos el homicidio estuvo precedido por la vejación, la violación o el suplicio. Los laicos sufrieron inenarrables tormentos en las temibles checas y fueron fusilados, estando en prisión, por miles como en Paracuellos.

A su vez los nacionales llevaron a cabo crueles actos de escarmiento y expeditos fusilamientos en la retaguardia. Culminada la guerra se abre una causa judicial y se aplica la pena de muerte a aproximadamente 15.000 prisioneros. El saldo total de la guerra, es según las últimas investigaciones, de aproximadamente 200.000 muertos.

 Luego de la victoria, Franco destituye a miles de funcionarios públicos, ilegaliza a los partidos políticos e instituye un régimen político corporativo de inspiración nacionalista y católica. Se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial, no obstante envía la División Azul de Voluntarios a luchar junto a Alemania contra Unión Soviética a la que consideraba agresora de España en la Guerra Civil.

Derrotó a las guerrillas del maquis, soportó, con la ayuda alimentaria de la Argentina de Perón, el embargo y el aislamiento que le hicieron los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Luego en plena guerra fría concretó una alianza con los EE.UU y fue admitida en la ONU. El régimen logró gracias a la obra pública, a la industrialización y al turismo un formidable despegue económico y social durante las décadas del sesenta y del setenta del siglo pasado. Reinstauró en 1969 la monarquía en la persona del nieto de Alfonso XIII, el Príncipe Juan Carlos de Borbón.

Pero en lo político el régimen fue asfixiante para la Libertad hasta la muerte de Franco el 20/11/1975. El Rey Juan Carlos y las corrientes democráticas del régimen, en conjunción con socialistas y comunistas ahora moderados y con el apoyo de la Iglesia post conciliar, instauraron una democracia liberal con el aval popular en el referéndum de reforma política de 15/12/1976; en las elecciones de 15/6/1977 y en el referéndum constitucional de 6/12/1978.

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