El mes de junio justamente nos recuerda hechos del pasado relativos al llamado “Golpe de Estado”, ya que el próximo 27 se cumplen cincuenta años de este, pero, además, en junio han aparecido algunos archivos que también golpean, aunque de otra forma.
Deberíamos saber que todos los países necesitan contar con servicios de información o inteligencia, que son operados por fuerzas policiales y militares según sus roles y misiones específicas.
Un gobierno sin inteligencia reacciona como un ciudadano cualquiera, entendiendo lo que pasó treinta años después, al renunciar a una función básica, defender a sus ciudadanos, sus recursos y el bienestar general.
Este tema últimamente está a diario en las conversaciones, programas, notas, en las redes y demás alternativas de discusión y análisis.
Recolectar información, analizarla, anticiparse y extraer de la misma que puede acontecer, es una de las funciones específicas de la inteligencia, cuyo fin es poder asesorar a las autoridades responsables en la toma de decisiones.
¿Es algo indebido o ilegal? Obviamente que no, porque todos en algún momento o en varios, lo hacemos para conocer o anticiparnos a acciones o decisiones que vamos a tomar referidas a algo.
Cuando nos vamos de vacaciones, que cosa hacemos, evaluamos donde queremos ir, cuanto podemos gastar, cuanto tiempo disponemos y buscamos información de lugares, costos y comparamos ofertas antes de decidir.
Las empresas hacen lo mismo, investigan el mercado, analizan su competencia y buscan alternativas para una toma decisiones en múltiples acciones.
Los países y sus autoridades deben recibir asesoramiento, deben contar con ojos donde no es posible ver, detectar amenazas internas o externas que permitan tomar medidas con tiempo y no ser sorprendidos, poder anticiparse.
Las amenazas son de todo tipo actualmente, narcotráfico, terrorismo, cuidado de los recursos naturales, los estratégicos, crimen organizado, delitos informáticos, etc.
Para lidiar y estudiar sobre cómo, donde, o para que, se debe contar con recursos humanos formados en estas especialidades y con capacidad de analizar y detectar posibles acciones o consecuencias.
Esto es estrategia nacional, imposible sin especialistas formados en largos procesos, con vinculaciones internacionales con aquellas agencias más poderosas que producen inteligencia global.
Cuando las naciones están cursando un estado de guerra, ya sea de tipo convencional o interno, ejemplo, contra grupos terroristas como aconteció en nuestro país, esas tareas se convierten en clave para estar más cerca de neutralizar o derrotar a nuestro oponente, que además también produce y hace inteligencia.
Las guerras llamadas irregulares, como ya nos hemos referido en notas anteriores, hacen de la información un arma estratégica fundamental, ya que a quien se debe combatir no es alguien visible o identificable, ya no son guerras con bombardeos, aviones o tanques.
Grupos de ciudadanos, ya sea convencidos, adoctrinados o reclutados, pasan a formar parte de organizaciones clandestinas cuyos objetivos son la toma del poder, para lo cual se valen de armas, explosivos y acciones que provoquen terror.
Lo vimos hace poco en los desórdenes en Chile, como Venezuela mantiene un gobierno casi títere donde sus preciados recursos naturales se han esfumado, bajo un complejo sistema de poder extranjero.
De esta forma operó en las décadas del sesenta y setenta, épocas de gobiernos democráticos, el MLN Tupamaros, como el principal y otros grupos menores, pero aliados, más la participación del Partido Comunista en este enfrentamiento.
La Policía primero y las FFAA luego, cuando se decretó el Estado de Guerra Interno, debieron afrontar esta lucha por orden y mandato del poder político, cuando las condiciones del combate eran de desborde y caos.
Trabajar contra grupos clandestinos no es fácil, en ningún lugar del mundo, su compartimentación, su identificación a través de alias, su mimetización con los ciudadanos comunes hace, que las dificultades se multipliquen.
Esa lucha trajo como consecuencia la reunión de información, la generación de archivos con diferentes consideraciones, análisis, interrogatorios, declaraciones, documentos, etc.
No vamos a desconocer, que muchos interrogatorios hayan tenido que recurrir a apremios para obtener información que permitía desarticular otras columnas, prevenir atentados, descubrir lugares de secuestro, ocultamiento de armas, etc.
No será lo más conveniente, ni lo más humano, pero todos sabemos que es una realidad y que, en cualquier lugar del mundo, el combate al terrorismo implica inevitablemente jugar en un campo muy sucio.
Por algo existen tratados como el de Ginebra que se aplican en las guerras en las que los rivales se identifican claramente, aunque también estos se violen.
Que se entienda bien, no queremos justificar o avalar métodos que son de por si desagradables y seguramente muy condenables, pero aquí tratamos de reflejar y explicar algunas realidades que todos sabemos son muy crueles y las guerras lo son.
¿Quién de nosotros enfrentados a una situación apremiante de un familiar secuestrado, por ejemplo, no apelaríamos a usar cualquier método para obtener información si delante tenemos un cómplice de ese hecho?
El que conteste que entablaría un diálogo, que le serviría algo sabroso para mantener una conversación amena para ablandar o convencer a ese testigo, seguro vive en el mundo de fantasías, para ser bien gráfico, o miente para provecho propio o de los intereses que lo cobijan.
¿Es polémico lo que decimos? Por supuesto, porque son los asuntos que nadie o pocos asumen encarar, bajo pena de ser tildados de inhumanos, justificadores de la tortura, defensores de genocidas y un sinfín de epítetos más.
La aparición de los últimos archivos, en forma paralela a un proyecto del gobierno de publicar los llamados “archivos Berrutti”, generó polémicas, alarmas y varios “goleros” tratando de atajar un posible gol de consecuencias imprevisibles.
¿Cuál sería ese gol, por llamarlo de alguna forma?
Sin duda, desde nuestra óptica, varios archivos que dejarían en evidencia, una cantidad de falsedades divulgadas en el correr del tiempo, referidas a lo mal que lo pasaron muchos detenidos.
Parecería, que varios que alardearon de que no se doblegaron ni dijeron nada, si lo hicieron, sin recibir “torturas”, para ser bien crueles, o apremios, pero que si hablaron y colaboraron voluntariamente ante los interrogatorios a los que se enfrentaron. “Abriendo el paraguas” dice el viejo dicho popular.
Cincuenta años más tarde, algunos relatos, algunos supuestos héroes, parecería, que no fueron tales y que, usufructuando de un prestigio inmerecido, hoy estarían por caer en desgracia.
Sensibilidad, palabra mágica y talismán, que la izquierda ha sacado de sus alforjas, para intentar que no se puedan publicar aquellas actas que dejarían al desnudo algunos “héroes con pies de barro”.
Por otra parte, se ha intentado desacreditar la autenticidad de estos archivos nuevos, hasta por el propio ministro de defensa, en función de su aparición anónima.
Bien, entonces nos preguntamos, ¿Por qué razón no sería auténtica la información generada por los servicios de inteligencia hace cincuenta años?
Esos archivos eran de uso interno de los servicios, no tenían como objetivo, que fueran públicos. ¿Que eran entonces, una forma de auto engaño con datos falsos?
Pensamos que estas preguntas no resisten una respuesta lógica, por lo que debemos darle credibilidad y entonces que se publique todo, así se conoce la historia que no se ha contado.
¿Cuál es esa historia? La que el Frente Amplio y demás aliados, se niega a confrontar, la que ha sido parte de un relato caprichoso y mentiroso que hace cincuenta años ha invadido todos los ámbitos del quehacer nacional y que hemos llamado “hegemonía cultural”.
Contaminante de tantas generaciones que repiten y repiten historias, que marchan y vociferan sin entender, que se emocionan, porque una consigna es cantada y coreada bajo un sentimiento mesiánico de justicia muda y ciega.
Los archivos no los pueden leer y menos investigar la mayoría de los ciudadanos, nos propusimos revisar algunas cosas, para tener una mínima idea de que cosas podíamos encontrar.
Buscamos detalles del peón Pascasio Báez, (Rollo 3003) de la “tatucera” que en forma accidental encontró y de un acta de interrogatorio que aportamos como documentos, para que se pueda comprender que cosas podemos descubrir.
Dentro de los elementos encontrados en el escondite denominado “tatucera” se descubrió un arsenal, ya que allí funcionaba un polígono de tiro y había decenas de granadas como la de la foto, con un alto poder destructivo ya que esos anillos que se aprecian eran hierros que al estallar salían despedidos con gran potencia.
De un interrogatorio elegido al azar (Rollo 464) podemos apreciar algunos detalles importantes que nos muestran que organización eran los Tupamaros.
La interrogada nombra a varias personas por su alias, desconoce su identidad real, nos habla de un “berretín” subterráneo, clara muestra de los aspectos clandestinos y ocultos en que se movían.
Nos confiesa esta persona, que, al tener dudas sobre la pertenencia a la Organización, su interlocutor un tal “Guido” le indica que será sancionada por indisciplinada, que los que se iban eran desertores y eran juzgados y penados.
El lector podrá sacar sus propias conclusiones sobre qué tipo de movimiento y organización clandestina debían combatir las FFAA y policiales.
Lo que debe quedar claro es que no estamos frente a un grupo de muchachos idealistas que pensaban distinto y que querían salvar el mundo o luchar contra las injusticias. A continuación, parte del interrogatorio.
Con quién se realizaban los contactos con Montevideo.
“Primero se realizaban con «Fructuoso» y después la encargada de Florida era «Camila», de la cual desconozco su nombre l1egal; era maestra pero no ejercía. «Camila» me dijo que yo tenía que irme para Montevideo, para lo cual me dio un contacto con un tal «Guido” del cual desconozco su nombre legal y su ocupación; éste me llevó en un auto compartimentada a un local donde había un «berretín» subterráneo, al cual entramos, y me habló de la poca actividad que había en Florida. Discuti mos sobre las dudas que yo tenía y por qué me quería separar de la Organización; entonces él me dijo que quedaba sancionada por indisciplinada, que los que se iban de la Organización eran desertores, y eran juzgados y penados. Dentro del «berretín “ estuve desde marzo o abril de 1271 hasta el 13 de mayo del mis mo año. Después me llevaron compartimentada a una casa donde vivía un tal “Manolo” y una muchacha «Estrella» de los cuales desconozco sus nombres legales y sus ocupaciones”.
Hay mucha información por conocerse, hay escritores que investigan y que en su búsqueda de datos se han visto impedidos de llegar a los mismos, obstáculos inauditos, que nos advierten que hay muchas cosas que no se quieren dejar salir a luz.
Álvaro Alfonso, quien ha escrito varios libros referidos a este periodo histórico con abundante documentación, ha compartido estas dificultades, lo que nos debe alertar que este no es un tema menor y sin importancia, si la sociedad uruguaya quiere dar el paso realmente de conocer su pasado.
Para ello hoy tenemos, archivos que golpean.
El error estubo en no haber mostrado las cosas en tiempo y forma y permitir que el almacigo de la mentira sediciosa se regara y creciera con la mentira de los guerrilleros que usufructan con el relato.
Felicitaciones al escritor!!
Muchas gracias Claudia. Es muy cierto, el relato acaparó la atención y la visión de los hechos imponiéndose para generaciones enteras. Hoy a 50 años estamos haciendo revisión y tratando de poner las cosas en su lugar. Gracias por acompañar este esfuerzo.
Cordial saludo!!
Valiente , como siempre mi amigo Daniel García, se anima a abordar un tema escabrozo y a decir una verdad incómoda: que en Uruguay el Estado y sus fuerzas policiales y militares, además de sus recursos de todo tipo, se vieron seriamente jaqueados por el terrorismo internacional auspiciado por Moscú y espoleado por la Habana con dinero y entrenamiento, cuando no con armas y municiones. AQUÍ NO HUBO TERRORISMO DE ESTADO SINO TERRORISMO SUBVERSIVO. Hubo robos, asesinatos, delitos, secuestros, etc. Solo la pertinaz prédica comunista infiltrada en nuestros círculos académicos desde 1985 ha permitido permear la mentira del terrorismo de Estado, legitimada ahora por la OEA. Gracias por ser de las pocas voces informadas que se levantan y dicen la verdad.
Muchas gracias Raúl. Sabes que estamos en esta batalla interminable contra la hegemonía y el relato de la izquierda. No es fácil porque cuentan con fuerzas y recursos fabulosos. Tus comentarios sabios son siempre un estimulo para seguir en este camino.
Cordial saludo