RECALCULANDO. Por Sebastián Castro

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El pasado viernes 16 de junio, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou informó que el águila nazi del Graf Spee que se ubicaba a popa del barco y fuera rescatada de sus despojos, iba a ser fundida para crear con su cobre una obra de arte como símbolo de paz.

El infortunado anuncio recorrió el país y fue cuestionado por detractores y correligionarios y aunque la idea original no tenía un espíritu transgresor ni se trató de un capricho (como lo fué el cerrar el Río San Juan por su predecesor para pescar), no parecía una decisión acertada. Con el diario del lunes podemos decir que fue muy desafortunada, en medio de otros conflictos más graves y con un “timing” poco razonable. El jueves 15 de junio se realizó el acto de reconocimiento por el asesinato de las llamadas “Muchachas de Abril” al cual el presidente no asistió. Un día después anuncia la creación de una “Paloma de la Paz” a manos del escultor Pablo Achugarry. Lo que sucedió 72 hs más tarde fue una “reculada en chancletas” memorable. El presidente con total coherencia a su forma de ser, entendió que no era ni popular ni oportuna la creación de semejante obra y dió marcha atrás.

El 19 de junio y después del anuncio de la renuncia al proyecto de fundir el águila, la oposición no se hizo esperar y declaró a través de sus precandidatos que “el tema desvió el foco de los verdaderos problemas”. Mientras Cosse afirmó que en estos temas «no se puede improvisar» y «es muy importante la seriedad», Orsi cruzó a Lacalle Pou por su ausencia en el acto de las Muchachas de Abril.

No hubiéramos esperado nada menos de quienes pujan por ser el próximo candidato a presidente de la izquierda. Pero deberíamos recordar también que el problema actual del agua potable no es fácil de tapar con un dedo. Basta abrir la canilla cada 15 minutos para recordar la crisis hídrica que mantiene la zona metropolitana del país. Lejos podríamos imaginar que el anuncio de la creación de la obra de arte fuera una excusa para no tratar otros temas. El gobierno sin dudas se compró una bomba de tiempo donde cortar el cable azul la hace explotar y cortar el rojo avanza el reloj a toda velocidad. Cuanta falta nos hace un Achugarry (Alejandro). Con el cual podríamos articular una oposición y un oficialismo más alineado a la realidad del país. Si no tiramos juntos de la carreta, no habrá un país para nuestros nietos.

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