ARTIGAS DE CARNE Y BRONCE. Por Mario A. Menyou

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“Me han pedido que os hable de Artigas;
y aunque un canto febril en mi alma delira,
he de quitar la música de en medio
para que sean sólo mis palabras
las que cumplan el propósito de hacerlo.
.
Y esas palabras van trayendo a mi espíritu
el espíritu de hombres y mujeres,
de jóvenes, de niños y de viejos
que en una etérea comunión pagana
que llega desde el fondo de los tiempos,
han erigido en el más alto pedestal
la patriarcal figura de un héroe
que siendo simplemente un Oriental
ha trascendido a todo el universo”.

Tomado de “Apoteosis de Artigas
del Sr. Prof. Don Hugo Ferrari.

Hablar de Artigas en Uruguay en el siglo XXI, parecería cosa repetida y esta sensación de por sí, nos muestra la importancia que tuvieron las acciones de este hombre en un período del desarrollo de nuestra Nación, que no excedieron los diez años.

Es costumbre de la gente, mirar los hechos pasados con los ojos de hoy; esto refiere al tratar de entender con la experiencia actual, lo que pasó en tiempos pretéritos, con diferente entorno social, político, económico, científico, militar y hasta geográfico.

Escuchamos decir no hace mucho, que Artigas había renacido y comenzó a ser glorificado a partir de 1950, con motivo de los homenajes en el centenario de su fallecimiento. A partir de allí su retrato fue colocado en todos los edificios públicos y su imagen en cuadros y estatuas se diseminó por todo el país.

Pero si hurgamos un poco en la memoria del Pueblo, o mejor dicho en la prensa nacional, que es una de las principales formas de generar opinión pública, con motivo del centenario de la Independencia Nacional en 1925 y el también centenario de la Jura de la Constitución en 1930, la figura del Prócer fue efusivamente reverenciada en sendos discursos de grandes figuras nacionales, en actos y homenajes de todos tipos, que en el marco festivo de esas importantes fechas patrias, los Orientales dieron rienda suelta a su patriotismo.

Si escuchamos a los académicos, que tienen una visión de la Historia Nacional que generalmente se difunde en sus esferas, sin llegar la ciudadanía del país a conocer de esta interpretación de la historia, más que lo que conviene a las élites de turno que salga a la luz y con las interpretaciones sesgadas que se les den. Para algunos de ellos, el Héroe es mito creado por el Señor General don Máximo Santos, emulando lo que otros países venían realizando, venerando a algún personaje de su historia para ser motivo de orgullo nacional y tener en quién mirarse como ejemplo.

Cuando entramos a interesarnos en la Historia Nacional, encontramos que, con posterioridad al final de la Guerra del Paraguay, con la sustracción de documentación en poder del gobierno paraguayo, por parte de las fuerzas militares brasileñas vencedoras, parte de estos documentos que se vinculaban con el Uruguay, fueron atentamente cedidos por historiadores e investigadores brasileños, a sus correligionarios uruguayos.

Así, estos tuvieron con estos papeles, la prueba de varios hechos de nuestro pasado, que si bien se transmitían por la tradición oral, ya que aún vivían algunos contemporáneos de Artigas, los textos de estudio de la época (1865-1885) relataban una historia en la cual estaba reflejada la leyenda negra que escribiera Cavia por encargo del Gobierno de Buenos Aires en 1818, además esa Historia Nacional a la que nos referimos en esa época, también estaba escrita por un argentino, don Francisco Berra, en base a lo que el General argentino don Bartolomé Mitre y don Domingo Faustino Sarmiento, acérrimos anti artiguistas, escribían sobre él.

A partir de esta documentación, recibida de los brasileños y a la que también obtuvieron historiadores de la vecina orilla, van a salir a la luz las Instrucciones del Año XIII, publicadas por primera vez por el historiador argentino Mariano Pelliza en 1878, y con ellas, un cúmulo de información que los hermanos Ramírez desde el Ateneo de Montevideo, a pesar de las controversias con el propio Berra primero y con el ilustre don Juan Carlos Gómez (radicado en Buenos Aires) después, conseguirán el laudo definitorio de la historia, reivindicando en su momento la figura inmensa de Artigas como el héroe máximo de nuestra Patria y Precursor de la Orientalidad.

Pero ahondando más, en documentos que se fueron archivando en nuestro propio país, encontraremos enjundiosos discursos pronunciados en el Parlamento Nacional exaltando al héroe en diferentes situaciones, por ejemplo en relación a su hijo José María, con la concesión, luego de arduas gestiones, de los campos que su padre poseía en la zona de Caraguatá, o cuando se le gestionaba una pensión vitalicia, que no pudo disfrutar mucho pues pronto lo alcanzó la muerte. También encontramos distinciones al prócer como la denominación de una calle en la Villa de la Restauración durante la Guerra Grande. Y demás está decir, sobre las gestiones realizadas desde 1831 por diferentes gobernantes nacionales y diferentes personalidades rioplatenses, para reintegrar su héroe a la patria, cuando se supo que aún vivía.

Quienes opinan sobre intereses del Gral. Santos en la reivindicación de Artigas, olvidan la expatriación de sus restos, su emotivo funeral y posterior sepelio con honores en el Cementerio Central, donde con los años encontrará reposo en el Panteón Nacional, resaltando en cambio, el depósito de su urna por un lapso prolongado en una isla de la Bahía de Montevideo, pero motivado por convulsiones políticas del momento que no hubieran dado buen marco al homenaje que quería realizarse a quién, a pesar de las controversias en el momento sobre la importancia de su figura, muchos de sus patriotas, coterráneos y compañeros de lides de otras tierras, entendían justificable realizarle.

El jueves 19 de setiembre de 1855 entraba en la bahía de Montevideo, la nave que repatrió los restos que la alquimia de la gratitud de los pueblos, resucitarían en el bronce”, así lo manifiesta don Daniel Hammerly Dupuy, suizo por nacimiento, pero rioplatense de corazón en su libro “San Martín y Artigas”.

Pero, si queremos ser más claros, en como Artigas de carne y hueso llegó al bronce, atendamos a lo que nos transcribe la Revista Histórica de la Universidad en su número 5, del mes de agosto de 1909, sobre la penúltima conferencia de las treinta que escribiera el Sr. Dr. Don Juan Zorrilla de San Martín, nada menos que el Poeta de la Patria, ante el encargo de unas “Memorias” sobre Artigas por el gobierno de la época, para que sirvieran de instrucción a los artistas que participarían en proyectar el monumento al Sr. Gral. don José Artigas, a erigirse en la Plaza Independencia de nuestra capital, lo que se transformaría luego en la famosa obra “La Epopeya de Artigas” y que sobre una parte medular de lo que aconteciera en nuestra historia, con posterioridad a las acciones del héroe, lo relata de esta manera:

“La situación de la Banda Oriental al desaparecer el héroe, tiene mucha analogía con la que se vio en Chile,…”

“También la Banda Oriental despierta; pero ningún San Martín viene en su ayuda al despertar; antes por el contrario, el gobierno de Buenos Aires persigue la invasión. La expedición reconquistadora que penetra por La Agraciada es sólo de orientales; va acaudillada por orientales; realiza su Sarandí —que es nuestro Chacabuco— solo con orientales. San Martín pasó los Andes con un ejército poderoso, que enarbolaba la bandera bicolor argentina, así como pasó después al Perú enarbolando las banderas argentina y chilena, la chilena principalmente. Los orientales atravesaron el Uruguay, la frontera equivalente a la de los Andes, formando un puñado de treinta y tres hombres, que enarbolaban una bandera propia, exclusivamente oriental, y que tendrá los colores de la de Artigas. Ninguna de las patrias americanas ha hecho su independencia tan sola”.

Artigas no precisó estar en cuerpo presente, entre los Orientales que liberaron por fin la Patria; su ejemplo ya estaba incorporado en su pueblo; y en las luchas y acciones que nuestros patriotas llevaron a cabo hasta la firma de la Convención Preliminar de Paz, fueron sus planes y políticas las que pusieron de manifiesto.

Vemos hasta aquí, que por muchos años y en diferentes situaciones, la gente con sus conocimientos del momento y en base a lo que idóneos escribían, se fue manifestando en pro o en contra del héroe, así lo fue con enjundia por unos o vilipendiado por otros.

En el prólogo del libro homónimo a estas palabras, “Carne y Bronce” escrito en 1951 por el argentino Don Agustín Rodríguez Araya y prologado por el famoso historiador (también argentino) Doctor don Emilio Ravignani, éste manifestaba: “Los hombres representativos, en el devenir de los pueblos, alcanzan el reconocimiento de la posteridad y no simplemente de los contemporáneos, cuando con su acción han dejado profundas huellas que marcan una enseñanza moral

Pero la verdad es, que Artigas vive en nuestros días, inmortalizado en el bronce al que llegó, gracias al reconocimiento de sus compatriotas por la “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas” que como el gran Primer Ministro Británico Sir Winston Churchill prometiera, al hacerse cargo de su puesto en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial; Artigas ya había derramado para consolidar nuestra nacionalidad, cuando fue elegido por su Pueblo y por varias Provincias vecinas, como el Protector de los Pueblos Libres.

“¡Qué precios requiere la carne para transformarse en bronce!”, decía Fernán Silva Valdez.

El Artigas de carne y hueso existió, y a pesar de los conocimientos y tecnologías de hoy, no es necesario clonarlo en su aspecto biológico; como todo hombre tuvo sus virtudes y defectos, pues como afirmamos, fue un Hombre, no un Dios. Importa saber cuáles fueron sus acciones en su derrotero por la libertad de estos suelos, sus motivos se pueden inferir a través de sus escritos, que son varios a pesar de que hay quienes aún a la luz de los vastos pliegos de documentos recuperados a la fecha, siguen considerándolo iletrado. Su obra para la inmortalidad, además del recuerdo de su liderazgo político y militar en la época, ha quedado de manifiesto en dos documentos que llevan su firma: las “Instrucciones del Año XIII” y el “Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus hacendados” de 1815, políticas inalcanzadas hasta el día de la fecha y que gran solución aportaron en su momento, aunque las circunstancias no permitieron se aplicaran completamente, y que ajustándolas a la realidad de nuestra época, quizás dieran solución a una gran cantidad de problemas que hoy nos aquejan y que los dirigentes políticos actuales no les encuentran.

Es interesante observar respecto a Artigas, el nivel de conocimiento que la población uruguaya tiene sobre el héroe, ya sea por los conceptos que adquieren desde temprana edad en la Enseñanza Primaria, desde donde es difícil que alguien salga sin haber escuchado “Clemencia para los vencidos” o “Curad a los heridos”, frases atribuidas al Prócer, pero no documentadas en ningún escrito de la época, ni en los informes que el propio Artigas escribiera sobre la Batalla de las Piedras, lugar donde se ubican como dichas esas célebres frases.

El escritor e historiador de origen suizo recién citado nos escribía: “Los pueblos no se olvidan de sus benefactores y cuando éstos sucumben en el ostracismo impuesto o voluntario, reclaman, en nombre de la Patria, la devolución de los restos para vindicar a sus prohombres ante la Historia. Artigas y San Martín, antes de alcanzar la gratitud expresada en el bronce, fueron reclamados por sus compatriotas que quisieron tributarles el homenaje personal de su gratitud

Pero así como nos referimos a las cosas del pasado y del presente, es oportuno destacar que en la actualidad hay Instituciones y personas que mantienen vivo el homenaje a nuestro máximo héroe.

De la preocupación, de quienes sienten la obligación de mantener latente el espíritu Oriental, tal como lo esculpieron a lanza y sable en el bronce de la historia nuestros héroes, hemos tenido la oportunidad de rever hechos en la emancipación Oriental, que consideramos adversos a nuestros intereses u otros que los minimizamos hasta el olvido.

Así, de un combate de resultado adverso a las huestes Orientales un 4 de enero de 1817, en los campos a orillas del arroyo Catalán (actualmente departamento de Artigas), se nos hace notar revisando lo acontecido en esa oportunidad, que lo importante a considerar no estaba en el resultado objetivo de una derrota, sino en el significado subjetivo del sacrificio de los mártires de esa batalla y la reacción de sus compatriotas en armas, que continuaron en la brega contra el ejército invasor por el lapso de tres años más, a pesar de la inferioridad en efectivos y equipamiento militar, solo superando al enemigo, en la moral del Gaucho – Soldado Oriental, que continuó luchando con su líder hasta las orillas del Paraná en Candelaria, cuando la oscuridad del ocaso cubrió los esfuerzos de casi 10 años de lucha, pero no las ansias de libertad que perduraron en el alma de sus Tenientes y su Pueblo.

También cabe resaltar el esfuerzo realizado por un grupo de historiadores del interior del país, que buscando, investigando y analizando documentos orientales y brasileños de la época de la segunda invasión portuguesa a nuestro territorio, localizaron el lugar donde se produjo una acción de combate victoriosa para el Ejército Oriental y que el propio Artigas se encargó de difundir a las demás Provincias Federales. Nos referimos a la Acción del Pintado Viejo que se produjo el 23 de marzo de 1817, en campos del paraje actualmente conocido como Villa Vieja, próximo a la ciudad de Florida, y lugar donde se entiende se inició el poblado que con los años se transformara en esa ciudad. Allí se vio como el accionar de las fuerzas Orientales en táctica de guerrillas, no le daba seguridad al invasor, más que el espacio de suelo que pisaba, por lo cual su Comandante, Teniente General Lecor decidía refugiarse en la ciudad amurallada de Montevideo y suspender las acciones que había salido a hacer en campo abierto con intenciones de aniquilar a sus adversarios, esperando las tropas que por el litoral traería el Teniente General Curado, lo que aconteció a mediados de ese año. Por tal, estas acciones de guerrilla, retardaron aunque no impidieron, la conquista de nuestro territorio por el invasor luso-brasileño.

Un 23 de setiembre de 1850, el ya anciano héroe intentaría por última vez cabalgar en su “morito”, por lo que en reconocimiento por sus sacrificios para liberar nuestro suelo del yugo extranjero, de darnos una organización institucional para regirnos por nosotros mismos y en especial, ser el precursor de lo que hoy somos como Nación, debemos siempre estar agradecidos con él y recordar a aquel hombre que murió lejos de su patria, pobre pero ilustre y sentirnos llenos de orgullo y gratitud por su legado.
El pasado y el presente coinciden, en que desde su aparición en la vida pública, el Gral. Artigas ha estado siempre presente en lugar preponderante en todos los temas que atañen a los rioplatenses y en especial a los Orientales; y su legado de libertad, república, autonomía y federalismo siguen vigentes.

Escribe el historiador y poeta Gral. Edgardo Ubaldo Genta en su “Historia de Artigas”, refiriéndose a una visita que recibiera el Prócer en sus últimos años en el Paraguay: “Cuando un ilustre viajero le recuerda sus hazañas militares y cívicas, lo mira profundamente y exclama: “¿Mí nombre suena todavía”?

Y seguro que suena, todo un Pueblo lo aclama y lo ha inmortalizado sobre un pedestal en el bronce.

Según describe don Agustín Rodríguez Araya en el libro mencionado: “Artigas sentó principios, expuso doctrinas, trazó directivas y alentó ideales que constituyen todavía un ejemplo y aspiración para la mayor parte de las repúblicas de Ibero-América”. Artigas, a través de los hechos históricos que jalonaron su lucha por nuestra emancipación, forjó nuestra nacionalidad: La Oriental. Sus Tenientes prosiguiendo su labor la conformaron en una Estado: La República Oriental del Uruguay; que los ciudadanos que nos precedieron y nosotros mismos, la mantenemos libre e independiente.

Después de lo expuesto y volviendo sobre los dichos del extraordinario músico y profesor Oriental don Hugo Ferrari, refiriéndose al héroe en su poema “Apoteosis de Artigas”, que declamara en la Asociación Patriótica del Uruguay un 23 de setiembre de 2011, en lo que llamó “un día en que honramos a nuestro Prócer”:

¡Porque en la senda de lo que no se olvida,
va galopeando, inmortal, Artigas!

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