La triste realidad de los pueblos que han caído en las garras de los nómadas del nominalismo -socialistas, comunistas, progresistas- siniestros (izquierdistas), es que estos, dizques revolucionarios no desean dejar reflexionar sobre sus postulados a la gente común, ni a los ingenuos, ni a los crédulos ignorantes y menos a los intelectuales, por ello cada cierta temporada le ponen apellido al guiso maléfico (bodrio) que mantienen fraguando. Bolívar decía:
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia” (congreso de Angustura 1819).
La idea de los siniestros que después de haberse del gobierno de un pueblo –no del poder como lo define Hannah Arendt- aprovechando la debilidad de la democracia para aplacar la insolencia que adoptan como libertad los pseudo lideres holgazanes para engañar a pueblo con demagogia «victimizante» es: someter a sus gobernados mediante la miseria, apropiarse de cuanta iniciativa productiva haya en las naciones, manejarlas a su antojo, desmoralizar al pueblo y a sus verdaderos lideres democráticos para convertirse en “sedentarios nominalistas” -entiéndase como déspotas con sus sátrapas- con gobiernos. O sea, eternizarse con el gobierno. El nepotismo es el corolario donde manejan una excesiva burocracia, en la cual, el funcionario no necesita talento, la meritocracia esta abolida, la fidelidad al déspota es el trabajo de adláteres acólitos y cancerberos quienes hacen todo trabajo sucio.
En la extinta URSS al nepotismo le llamaban nomenclatura (номенклатура) así mismo es llamada la satrapía en Cuba y a sus cancerberos (policía política, guardias de bruscos modales, agentes del régimen, violentos), chivatos.
En este teatro insólito, un político venezolano del movimiento al socialismo (MAS), †Teodoro Petkoff observando el arbitraje político nefasto de quienes en un momento de la historia apoyó, con espíritu de Pilatos, dijo lo siguiente: “Estamos mal, pero vamos bien”; ante esta paradoja yo objeté: ¡No mi querido difunto, estamos mal, vamos mal y si seguimos así, con odio a la meritocracia y apego a la fidelidad del oportunista, iremos peor! Finalmente, si estas asignaciones gubernamentales hubiesen dado lugar a un buen resultado –supuesto negado- se verificaría el proverbio popular:
“Suerte te dé Dios, que saber nada te vale”.
El socialismo, ya sea nacional o internacional, actuará en nombre de una supuesta “justa” distribución de las riquezas, ¡así como de la justicia social y del progreso!, y así ganará popularidad.
En el marco de esta demagogia donde los protagonistas tiranos en potencia logran el gobierno con elecciones con regalos para muchos -normalmente quitan a unos para dar a otros- el oportunista tiene la astucia de obtener privilegios, es atrevido, lucha a diente y uña precisamente porque al ignorar la filosofía de la política y, muchas cosas; en derivación, tiene que ingeniarse innumerables artimañas para sobrevivir en el ambiente al que ha sido adjudicado y, para ello, ¿Qué puede ser más fácil o efectivo que poner rodilla en tierra para apoyar a esta clase de codiciosos brujos de la demagogia? Por eso, resulta que este zángano oportunista astuto: “semejante a un robusto ciego que, instigado por el sentimiento de sus fuerzas, marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos”. Bolívar.
El trasfondo o idea de colocar sátrapas en ministerios, alcaldías, gobernaciones etc., a voluntad del déspota donde no importa la opacidad espiritual del funcionario y si la fidelidad al mandamás es que: ¡Lo que se haga mal o bien en la entidad ministerial o federal, es causa y consecuencia del sátrapa y no de quien le asignó! Luego de detectarse el mal acto del funcionario, este no es destituido sino permutado a otra dependencia. El mal sigue en franco progreso. Ernst Fischer explica este fenómeno en la URSS con lujo de detalles en su libro “la revolución es distinta”.
¡Cualquier parecido a la realidad de nuestros países es pura coincidencia!
Para esta clase de dictadores lo que interesa es mantener el gobierno a costa de lo que sea. Así la imagen del mandatario déspota adjudica el caos que produce a sus sátrapas. En estos episodios quienes sufren son los pueblos, que es la gente que votando en elecciones las más de las veces fraudulentas reeligen a estos parricidas platónicos como gobernantes y a los que por afinidad publica o consanguínea se ubican en su periferia.
Ese es el espíritu de gobierno de estos resentidos sociales igual que el de su Alter ego revolucionario de la desesperación, Karl Marx, a quien no le importaba el esfuerzo privado, ni siquiera de su familia, pues no creía necesario para su subsistencia holgazana producir bienes. Lo que para él valía era su solipsismo narcisista que supuestamente debían mantener quienes poseían suficiente, Ej.: Engels, actitud que denota la ambigüedad de la subsistencia del más apto de sesgo darwiniano que el mismo defiende. Por otro lado, la crueldad basada en un eufemismo imputado a Maquiavelo “el fin justifica los medios” cometen crímenes horrendos. Pasó a la sombra del terrorismo bolchevique contra una familia inocente de la monarquía de Nicolas II, donde murieron infantes y gente que no tenía ni parte ni arte de las decisiones buenas o no de sus protagonistas.
Para los déspotas comunistas y sus gregarios acólitos, no vale la razón, ni la verdad, sino una fidelidad insólita e hipócrita que los convierte a todos en cómplices de crímenes de lesa humanidad.
El pasatiempo popular del dizque sistema democrático progresistas es castigar a los diligentes y ahorradores, mientras se premia a los perezosos. Improvisadores y despilfarradores de erarios públicos, se cultivan a través del Estado complacientes con sus burócratas corruptos, cumpliendo un programa demo-igualitario y con fundamento totalitario, es en sí un fascismo solapado. Su objeto deriva en nivelar a todos los habitantes del país nacional a la miseria. Caso que plantea AMLO en México quien insinúa que todos debían ser pobres para evitar los crímenes como robos y secuestros, cito:
“no secuestran a un pobre, secuestran al que tiene”.
¡Que burda solución! Andrés Manuel López Obrador (AMLO), plantea con su discurso lombrosiano que la mejor manera de evitar el secuestro es “con una sociedad pobre”. Es tiranía en vez de democracia, eufemizada con el nombre de socialismo, que evoluciona a hurtadillas como una lenta y sutil corrupción que conduce al control total del Estado.
Descubierta como uno de los caminos hacia la forma más moderna de esclavitud.
El sofisma demagógico que los progresistas “ahora” emplean creyendo que es genuino de la época en que se han desarrollado, de corte post Gramsci y Mariátegui, cuya violencia mata con cuchillo de papel, contempla la rancia posición del despotismo ilustrado de Catalina la grande y otros monarcas europeos que, tergiversando las ideas enciclopedistas de Voltaire plagiadas a Diderot promovieron la ilustración para los pueblos de sus monarquías con una educación mediocre y doctrinante cuyo slogan o refrán consistía en: “Un gobierno para el pueblo, pero sin el pueblo”.