¡EL LÍDER, LA CIENCIA Y LA FE! Por Joise Morillo

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“Los líderes mediocres dan más crédito y mérito a una fe obtusa, bizarra y confusa ej.: a la brujería, al fetichismo, al chamanismo, el santerismo etc.; que a la ciencia y a la filosofía. Son, empíricamente, totalmente retrógradas; el motor de sus praxis políticas se constituye de pragmatismos siniestros. Los verdaderos líderes dan crédito y mérito tanto a la fe en algo creador -Dios- que da chance a la duda teológica como a la ciencia y la filosofía”. 

“Sí, puedes llamarlo así. Intenta penetrar en los secretos de la naturaleza con tus limitados medios y encontrarás que […] queda algo sutil, intangible e inexplicable. La veneración por esta fuerza que está más allá de lo que podemos comprender es mi religión. Hasta ese punto soy, de hecho, religioso (…) Cuanto más avance la espiritualidad de la humanidad, más cierto me parece que el camino hacia la genuina religiosidad no pasa por el miedo a la vida, o por el miedo a la muerte, y la fe ciega, sino en esforzarse por alcanzar el conocimiento racional” (Albert Einstein, Alemania 1879-1955) 

Hay una carta que sería interesante que leyeran los lectores de este distinguido medio de comunicación. Empero, Considerando que es un aspecto filosófico que contempla la comunión de ambos conceptos -la ciencia y la religión para el desarrollo tanto material como espiritual- se debe interpretar como una exhortación a la praxis de la fe y el manejo de la ciencia, sin discriminación de ninguna especie y menos sustentando alguna clase de radicalismo fanático o xenofobia.

La carta es la encíclica Fides et Ratio (09/14/1998), de Juan Pablo II basada en el conocimiento del individuo humano, alcances y habilidades que debe desarrollar y debilidades y limitaciones que debe salvar. Por ende, el desarrollo de toda actividad con este conocimiento es la impronta que como potencia sentaría las bases para la paz, la armonía y la felicidad, tanto individual como colectiva.

En segundo lugar, se debe tener claro que la misma está sesgada al bien de la humanidad con relación a la conducta y la vida espiritual del estar cotidiano que con la mejor visión e imagen de sus praxis sobreviven las épocas de provecho en la historia.

En esto estriba la concepción de los pensadores en función de conocimiento político, aunado al «conocerse a sí mismo» de la misiva para iglesia religiosa o no; que JP II extendió ese esplendoroso momento de la historia del Vaticano al mundo humano. Es aparte y en grado elevado para aquellos que fungen como verdaderos líderes laosianos y no como Leviatanes al estilo de Hobbes, también para quienes pretenden ser líderes políticos en aras de captar, entender y aprehender lo importante que es la filosofía de la política en términos de utilizarse en el desenvolvimiento de la gestión saludable del liderazgo y, para bien del más del común humano que puso la «fe» en ello.

Contrarios a esto son los seres que, con una visión vanidosa de su personalidad, asumen como algo importante mantener supremacías ante otros de su misma índole y, no se diga especie, que las más de las veces perturban la paz propia, de quienes le rodean y a otros, en el caso de manejo de gobiernos. Por ende, a sus pueblos.

En ese sentido se representa una ignorancia sumamente extrema, máxime que se debe saber que, aunque la mente no es una tabula rasa cartesiana, por el contrario, es la esencia de la fisiología humana en derivación a contener las características y condiciones -en situación saludable- para almacenar información indefinidamente, y a la vez, ser utilizada según la necesidad y el gusto, caso que el capricho y el vicio deberían ser descartados en función del bien particular y aprovechados en mayor grado en pos del beneficio colectivo. No obstante, está sujeta a la voluntad individual. Ahora bien, ese no ser una tabula rasa determina la igualdad de contenido genético que posee todo individuo -humano- al nacer, denominado inteligencia. Dicho sea de paso, por naturaleza, solo nacen mujer u hombre, un ser hermafrodita sería un fenómeno y no lo que la combinación cromática en proporción meiótica determina. La preferencia sexual es inherente e individualista. Empero ¡No a la homofobia!

Ese vicio y capricho de la vanidad del supuesto líder sustentada por una patología psicológica, contempla un comportamiento nefasto en diversas direcciones de la cotidianidad del mundo que conforma el teatro poblacional afectado. Y, lo determina en gran medida la calidad de vida del pueblo o nación cuya fe, antropológica y ancestralmente fue puesta en la supuesta capacidad de quien o quienes deberían manejar la cosa pública trascendente en la historia del mundo humano como ciudadanía y herencia de la «Polis» griega, en la política.

El temor a perder el poder es la poca madurez política que contiene quien funge como líder, en ese sentido es oportuno recordar a Lao Tse quién afirmaba: 

«El buen líder se reconoce por sus obras y no por su discurso (…) De modo que, el pueblo, orgulloso exclama, a ese lo pudimos nosotros ahí»

La peor calamidad que puede padecer un líder y por ende el pueblo que le maneja es el fetichismo como fanatismo y el narcisismo como patología. La combinación de ambas aberraciones de la conducta trae como consecuencia decisiones que afectan negativamente la vida cotidiana del líder y sus liderados. Aunado a esto el deseo de inmortalidad representa uno de los factores más dañinos para determinar en buen sentido la praxis de un gobierno, este defecto de la conducta es la evidencia de una incapacidad tajante para establecer armonía y bienestar a su pueblo y con ello, una justicia simétrica y oportuna. De este modo se forma el caldo de cultivo del nepotismo.

Esto tiene -indudablemente- como impronta el desacierto de haberse escogido la asesoría no apropiada para ejercer el gobierno. Sea, en vez de escogerse, científicos y filósofos como la mano derecha de su praxis gubernamental, el puesto ha quedado abierto a brujos, chamanes, alquimistas etc. Y toda clase de charlatanes y oportunistas cercanos a esta clase de pseudo líderes. En otras palabras, el despotismo consigue su motor primario y el nepotismo es su brazo siniestro.

Aunque parezca incierto gran parte del fracaso de muchos faraones del antiguo Egipto fue su despego a las necesidades de sus pueblos y la adopción que profesaban a lo esotérico y lo celestial, siempre bajo la injerencia sacerdotal y con una idea de divinidad exagerada involucrando en sus estilos de vida la creencia en deidades mutantes, la interpretación de la muerte y su templanza espiritual en un fetichismo inusitado y fanático plasmado en las paredes de sus tumbas como jeroglíficos y utilizados como canon de praxis gubernamental y para rituales de purificación del alma.

Como se puede ver la fe de estos personajes no se sustenta en tratar de ser mejores para el pueblo sino en tener poder para conquistar otras naciones y conseguir de alguna forma la inmortalidad del cuerpo y no del alma o espíritu. En eso estriba la ignorancia que sustenta la vanidad y el narcisismo maligno que estos desarrollan como patrón de conducta y desenvolvimiento, otro ejemplo fue un mandarín de la antigua China. Descrito a continuación: 

Qin Shi Huang (China S. III a.C). Logró conquistar todos los reinos combatientes de la época y erigirse como el primer emperador de una China unificada, luego combinó las diferentes murallas del país en una única Gran Muralla y desarrolló un sistema de carreteras a escala nacional como fortaleza y vías estrategas contra invasiones enemigas. Además, Qin Shi Huang es el autor de uno de los mayores monumentos al ego humano de la historia: no satisfecho con un mausoleo del tamaño de una ciudad, mandó construir un ejército de guerreros de terracota para que le defendiera en la otra vida supuestamente. En vez de ensalzar su espíritu adquiriendo conocimientos políticos para acabar con la pobreza masiva que ancestralmente acosa al pueblo china dedico parte de su vida a seguir el asesoramiento de alquimistas que le llevaron a la muerte prematura por envenenamiento con mercurio tratando de adquirir la inmortalidad.

Otro narcisista dañino fue Fidel Castro con su megalomanía monárquica acoso a su pueblo con la miseria del comunismo, enmarcado en un discurso embustero propio del tirano parricida platónico y toda clase de controles para someter al pueblo, principalmente el control alimentario, de transporte y energía tanto eléctrica como combustible. Su patrón de fe fue herencia de la madre cubana adicta al babalawo africano. Su mayor éxito fue arrastrar a los lideres latinoamericanos con ideas izquierdistas marxistas a una campaña de proselitismo terrorismo violento tanto urbano como forestal. Su eslogan preferido es:

“Si vas a conquistar un país, destruye la dignidad del ser humano y acaba la economía de la nación (…) al pueblo mantenlo pobre, ignorante, engañado, dependiente y ocupado buscando que comer”

En Venezuela, Hugo Chávez (Sabaneta de Barinas, 28 de julio de 1954-Caracas, 5 de marzo de 2013) sucumbió ante el poder de convencimiento del discurso sofista y falaz de Fidel Castro, condimentado con su fetichismo y resentimiento social traumático, según Luis Miquelena (1919-2016, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela de 1999 y asesor de Hugo Chávez) desencadenó su vanidad al creer lo que una vez durante una visita del tirano de Holguín (Cuba) le hizo en su pueblo natal, donde, con su prolífica verborrea le profetizó: “a esta casita dentro de 500 años vendrá la gente a rendirte culto a tu santidad”. El arañero de Sabaneta -como se autodenominaba- desde ese entonces desempeñó una campaña de Alianza con la tiranía de Castro que desembocó en la actual crisis política, social y humanitaria que vive Venezuela. ¿la causa? El deseo de poder y de gloria propio de la ignorancia de estos pseudo lideres que además se alienan al esoterismo y la brujería al punto de tomar el espíritu de sus héroes como Baluarte espiritual e instrumento de ritos y sesiones necrológicas como exhumaciones y misas negras a deidades macabras.

Su seguidor heredero con el mismo sesgo macabro es Nicolas maduro y sus adláteres y sequitos apoderados de un gobierno obtenido con un proceso espurio de elecciones.

Para tales personajes lograr los deseos a causa de sus codicias, es imperante, no importando el medio. Su fe es el fetiche y el fanatismo; la ciencia que conocen es la que por casualidad o adhesión externa les afecta, su liderazgo se basa en una ambición de genio maléfico. En eso estriba su fe y el detrimento que otorgan las ciencias sociales, principalmente a la económica. Por ende, a la filosofía de la política. Son totalmente por experiencia totalmente retrógradas.

El motor de su praxis política se constituye de pragmatismos siniestros

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