Cuando Napoleón Bonaparte en 1808 invade la península ibérica, provoca el desmembramiento del vínculo entre los españoles europeos y los españoles americanos pertenecientes al Reino de España, en cambio el Reino de Portugal, gracias a una genial maniobra de su monarquía, con la protección británica, se traslada a Río de Janeiro y así salva a su Imperio y luego al retorno a la península, deja un Brasil independiente y monárquico que preservó y acrecentó su integridad territorial con Pedro I y Pedro II, hasta que en 1889 proclamaron indoloramente la República.
Las elites lusitanas tenían claro su objetivo y no se dejaron desorientar como las hispanas con el modelo norteamericano, donde se creó a partir de trece colonias la primera República moderna sobre bases culturales que no existían ni por asomo en la américa española, tan sabios fueron que evitaron la secesión de su territorio, luego de una larga guerra, y se expandieron convirtiéndose en una República Imperial. Gran Bretaña tenía interés en destruir al Imperio Español para mejor gloria de su Corona, de su hija legítima los Estados Unidos y de su hija adoptiva Brasil.
El proceso, revolucionario hispanoamericano mantuvo en un principio fidelidad a la Corona Española, pero luego se embarcó en una sangrienta aventura independentista, que logró la fragmentación y el enfrentamiento cruel en lo interno y en lo externo. Bolívar lo advirtió en carta al Rey Fernando VII en 1821 pero ya era demasiado tarde, habíamos caído en una trampa mortal.
El grado de desorientación del patriciado español americano fue tan evidente que nos deja estupefacto, sería imposible en una columna periodística relatar lo que opinaron y gestionaron las elites de cada uno de nuestros actuales países, pero daré un ejemplo de nuestra patria: Nicolás de Herrera en 1806 viaja a España con el objetivo de obtener para Montevideo el título de “Muy Fiel y Reconquistadora” por su desempeño en las invasiones inglesas, pero en 1808 se convierte en un partidario de la ocupación francesa y es elegido Diputado en las Cortes de Bayona convocadas por el Rey usurpador José Bonaparte, vuelto al trono Fernando VII que desconoce la Constitución liberal de Cádiz de 1812, en Buenos Aires es secretario de Rivadavia, Posadas y Alvear, luego se va a Río de Janeiro y cuando Portugal invade la Provincia Oriental acompaña como secretario a Lecor y promueve el Congreso Cisplatino, cuando Brasil se independiza de Portugal pasa a ser Senador Cisplatino en el Parlamento Imperial, apoya la Convención Preliminar de Paz y culmina su vida siendo Senador en la primera legislatura de la naciente república independiente. Fue padre de Manuel Herrera y Obes, y será su nieto Julio Herrera y Obes.
Pero no crean que fue el único que experimentó en su conciencia constantes metamorfosis, fueron cisplatinos Lucas Obes y Francisco Llambí, ambos Diputados Cisplatinos en el Parlamento Imperial, Jerónimo Pío Bianqui, Juan José Durán, Tomas García de Zúñiga, Dámaso Antonio Larrañaga, Francisco Muñoz, Luis Eduardo Pérez, quien luego sería miembro del Cabildo de Montevideo en 1823 y de la Sala de Representantes de la Florida en 1825, y Alejandro Chucarro entre otros muchos. Francisco Acuña de Figueroa- quien es el autor de la letra del himno nacional- fue un fervoroso cisplatino. Joaquín Suárez siendo miembro prominente del Cabildo de Guadalupe se excusa, junto a sus cabildantes, de enviar representantes a la Sala de Representantes de la Florida en virtud de haber prestado fidelidad al Emperador, a los pocos días cambiara de postura y representará a Florida como Diputado.
Observen que Juan Antonio Lavalleja luego de caer prisionero es recibido por el Regente Juan VI en 1819 y su hija mayor es bautizada en la Iglesia Imperial, cuando regresa en 1821 a Montevideo sirve en el Regimiento de Dragones al mando del cisplatino Fructuoso Rivera y recibe un empleo burocrático de Nicolás de Herrera.
Luego de la independencia de Brasil Manuel Oribe se mantiene fiel a Portugal y se enfrenta victorioso en el campo de batalla a Rivera que es leal a Brasil representado por el General Lecor, por ello la autoridad portuguesa lo asciende al grado de Teniente Coronel, pero el General Da Costa no efectiviza el ascenso, luego los portugueses se retiran, previo acuerdo con los brasileños, hacia Lisboa.
Lecor incumple las disposiciones constitucionales brasileñas referentes a la autonomía de la Provincia Cisplatina y comienzan, al principio pocos orientales, entre ellos Lavalleja y Oribe a tomar la decisión de separarse del Imperio y volver a ser argentinos orientales, así nace la Cruzada de 1825 que tiene éxito gracias a que Fructuoso Rivera le quita el apoyo a Lecor que acababa de designarlo Brigadier del Imperio. Luego vendrá la magna fecha del 25 de agosto de 1825 y la nefasta fecha de la Convención Preliminar de Paz del 27 de agosto 1828.
Si Fernando VII no hubiera sido tan torpe e inepto y los líderes españoles americanos no hubieran caído en utopías, el Reino se hubiera mantenido unido, el que hubiera devenido en un sistema democrático, como ocurrió en Canadá, Australia y Nueva Zelanda que hasta el día de hoy pertenecen al Imperio Británico.
Hoy seriamos el Reino Unido de Hispanoamérica, con Monarquía constitucional democrática o los Estados Unidos de Hispanoamérica con República constitucional democrática. El pecado original fue la independencia prematura y extemporánea de la madre patria, que hace que hoy sigamos separados y enfrentados, no obstante disculpemos a nuestros mayores que fueron hijos de un tiempo confuso.