El refugiado es carne de cañón

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La “Revista do Instituto Humanitas Unisinos” (Brasil) publica en su número 401,página 71,un interesante artículo titulado: “Apàtridas e refugiados.Os direitos humanos a partir da ética da alteridade”.
El artículo enuncia la condición de “refugiado” en consonancia con la “Convenciòn de Refugiados” de 1951:natural de un país que por necesidad huye de su Estado -naciòn y busca protección internacional en otro territorio soberano,en virtud del temor de persecución por motivos de color de la la piel,religión,nacionalidad o pertenencia a algún grupo social u opinión política.
El órgano de Naciones Unidas responsable por la protección internacional es el “Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
refugiados”.Este órgano actùa desde  1950.
Las principales medidas de defensa de los derechos de los refugiados tienen como objetivo:
1.-integraciòn local.
2.-repatriaciòn voluntaria.
3.-re-asentamiento.


La integración local se intenta empleando mecanismos que permitan al refugiado se adapte a la sociedad del país dònde requiere refugio,contando con las instituciones gubernamentales y la ONGs.
La repatriación voluntaria permite el retorno del refugiado a su país de origen, desaparecidas las circunstancias que lo obligaron a emigrar y pedir refugio.
El re-asentamiento ocurre cuando el refugiado no logró o no pudo permanecer en el país reconocedor de su condición de tal,por no adaptarse a las condiciones de ese país,o por otras circunstancias.

El refugiado asume la condición de ciudadano sin nacionalidad y pasa por situaciones crìticas. Su condición   es tristisima .No accede a la salud ni educación y queda excluìdo de muchos actos de la vida civil.
No sabe a donde va,no tiene identidad y se alimenta cuando puede, si es que puede.
En regiones en conflicto no es casualidad la presencia de un núcleo de refugiados  o desplazados aùn antes del comienzo de una guerra.Ese grupo de ciudadanos sirve para muchos fines y justifica muchas cosas.

Esa miserable condición es aprovechada en Occidente y Oriente. Son la carne de cañón del mecanismo regulador de apoyo a determinado pueblo, etnia o tribu, practicado según convenga a la organización (militar o civil) de la denominada “comunidad internacional” presente en la zona.
Administrar el hambre de la gente es una herramienta poderosa. Permite controlar un territorio valioso, ya sea por su valor estratégico en recursos energéticos o por ser uno de los puntos clave del planeta.(el Estrecho de Ormuz o el Paso de Khyber, por ejemplo).La ayuda humanitaria puede ser un arma tan perversa como la de fuego, si quienes la brindan lo hacen con fines políticos o para pagar compromisos asumidos en secreto.
El problema no se ha resuelto. A pesar de los esfuerzos de Naciones Unidas, existen en el mundo 34 millones de refugiados, aunque la cifra no es exacta, debido al tránsito permanente de personas en las regiones de conflicto, como por ejemplo, en Afganistán, dónde el tránsito hacia y desde Paquistán e Irán es permanente.
La discusión académica referida al tema es interesante, aunque insípida. En la dura realidad, su presencia   estimula a dar lo mejor de uno mismo en procura de ayudarlo, no obstante se haga el mínimo aporte.
Pero tratar de encontrar soluciones para dar cabida a los refugiados requiere tacto y criterios pragmáticos. En principio, quién los recibe ha de establecer claramente lo ofrecido. En segundo término, se ha de escuchar la aspiración del refugiado. No es eficaz prometer más de lo debido. Y si surgen inconvenientes, los arreglos a las crisis han de ser inmediatas y sin dilaciones. Demás está decir que se requiere conocimiento y capacidad para tratar el tema. CvMv.

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